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INCISO I. Corazón de Escorpión, Fuerza de Martillo.

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Mensaje  Pallas_Atenea Mar Jul 19, 2011 11:01 pm

[Lo llamo "inciso" y no "capítulo" porque sólo estamos Limnátide y yo, así no descoloca la historia "global", pero es información importante de cara a las relaciones de los personajes y su papel en las hermandades.]


<Esthia> iba con paso vivo, hacia casa de Limnátide. En la mano un paquete que contenía dos muñecos de trapo para los pequeños. Un dragón y una muñeca vestida de princesa. Uno para el niño y otro para la niña, aunque algo le decía que ella acabaría quedándose con los dos. Las mujeres eran unas mandonas. XD Al llegar, llamó a la puerta, esperando que le abriesen. No iba uniformado, libraba ese día. Llevaba un pantalón color tierra y una camisa clara, amarillo muy pálido. Se pasó la mano por el oscuro cabello. Tenía ganas de ver a los pequeños. Eran como sus sobrinos y apenas los había visto salir, ya se había enamorado de ellos.

<Limnátide> El olor de Esthia llegó a sus fosas nasales con la brisa que entraba por las ventanas abiertas para que no se agolpara el calor que se formaba dentro de la estancia. Por fin había podido dormir a los niños después de que estuvieran un buen rato llorando y gritando. Si se pensaba que el embarazo había sido un infierno, aquello era algo peor. No sabría como describirlo pero no se echaría hacia atrás, sabiendo que, con solo una mirada a esas caritas, merecía la pena luchar cada día. Cuando escuchó el repique detrás de la puerta, se acercó con paso ligero para abrirla y saludar a su hermano con un beso en los labios. Después le pidió que no hiciera ruido. Se percató del paquete. - ¿Y eso?

<Esthia> le dio un beso y le tendió el paquete.
-Es para los pequeños -susurró. -Es una tontería, pero he pasado por el mercado y una mujer los estaba vendiendo. Los hace ella, por lo visto. Y no pude evitarlo. Son mis sobrinos, después de todo, ¿no? -esperó a que lo abriese para ver si le gustaban.

<Limnatide> -¿Una tontería? Tú nunca haces tonterías.- Al menos, cuando se trataban de regalos, siempre daba en el blanco. En otros temas, era un nuevo cantar pero no quería fastidiarle más porque ya lo estaba pasando mal. Cerró la puerta con el talón. Después le ofreció asiento, colocando el paquete sobre la mesa y abriéndolo. Boquiabierta observó los muñecos .- ¿Lo ves? .- Indicó para que viera que tenía razón .- Claro que son tus sobrinos. Eres su tío .- Le dedicó una sonrisa como solo sabía mostrar a los suyos .- ¿Quieres beber algo?

<Esthia> -Una cervecita, si tienes, princesa. -se sentó en uno de los butacones, cruzando las piernas, quedando el tobillo de la derecha sobre la rodilla contraria. -Entonces he llegado en mal momento para ver a los bichitos, ¿no? -es que eran tan monos, que no podía llamarles de otra manera.

<Limnatide> - Los acabo de dormir. No veas como lloran. Madre mía. Y me quejaba yo de Clío.- Resopló pero se le veía encantada con ellos. Era la madre. Quería enseñarles todo lo que había aprendido y lo que le hubiera gustado aprender de sus padres. Sin venirse abajo, se acercó hasta la cocina, llenando dos jarras de cerveza, acercándose con éstas hasta el butacón. Ella se sentó en el de al lado .- Si me prometes que no vas a hacer ruido, los puedes ver en la cuna.

<Esthia> -Si Clío, la pobre, es más buena que el pan. -se levantó y asintió. -Era el discreto del grupo, ¿recuerdas? -Sí, y Akari también. Seguro. La de veces que habían metido al resto en líos por ello. -Venga, venga, la cerveza puede esperar. -la animó, ansioso.

<Limnatide>- Pues éstos dos son peor que ella. Creéme.- Rió en voz baja para no despertar a sus pequeños. Asintió al verlo levantar .- Siempre has sido muy discreto. Tan discreto que te tengo que sacar las cosas casi a la fuerza 6.- Se burló. Hacía mucho que no se metía con él. Con total silencio, abrió la puerta con cuidado, acercándose hasta la cuna dónde Ethan y Dasha estaban durmiendo. Como era amplia, cabían los dos. Le miró para ver que reacción tenía.

<Esthia> se acercó a la cuna y se inclinó sobre ella. Observó a los pequeños con ojillos de ilusión. Eran tan adorables. Sin darse cuenta, el colgante que dias atrás le había dado Dhunna, se escurrió por el cuello de la camisa y quedó colgando sobre los pequeños.

<Limnatide> Todo iba a la perfección cuando observó un pequeño detalle que la hizó recorrer un pequeño calambre por todo su cuerpo. ¿Como? ¿Esthia formaba parte de la hermandad Martillo? No podía ser. Su hermano en un bando diferente al suyo. ¿Por qué? Retrocedió unos pasos, pálida. Eso sí, con cuidado de no tropezar con nada. Aquello fue un shock para ella.

<Esthia> no se había percatado de la reacción de Limnatide, estaba ensimismado en los niños. Y, como él no había sabido nada de las hermandades hasta que el encontronazo con Dieter, suponía que el resto de su manada, como consideraba al resto de lobos enéidicos, tampoco sabía nada. Al incorporarse, se percató del estado de la loba y se preocupó. -Princesa, ¿te encuentras bien? Estás muy pálida. Ven, vamos fuera que te sientes. -Se acercó a ella para tomarla del brazo.

<Limnatide> Su reacción no fue negativa porque aún estaba en estado de shock. Por eso se dejó guiar hasta fuera y, ahí, despertó de su ensimismamiento. Procuró cerrar la puerta de la habitación para evitar que se despertasen. Aún encarada hacia ésta .- ¿Desde cuando perteneces a la hermandad Martillo, hermano? .- Su tono de voz raspaba la sequedad. Ella, líder de la hermandad Escorpión, no daba crédito a lo que habían visto sus ojos.

<Esthia> se tensó. Así que conocía las Hermandades. Y ese repentino cambio no auguraba nada bueno. -No demasiado. ¿Por qué? ¿Ocurre algo? Átide, ¿por qué te has puesto tan rara de repente? -la soltó, no quería violentarla, pero esa reacción no era normal. Estaba sorprendido. -¿Tú sabías que existían las hermandades en la villa?

<Limnatide> Porque… .- Fue girándose poco a poco. A medida que se hacía el giro, elevó una mano para coger el colgante por un extremo y sacó lo que había en el epicentro - que se movió hacia un lateral por la posición - cayendo encima de su pecho por encima de la ropa. Ahí se podía ver el emblema de la Hermandad Escorpión .- ... soy la líder.

<Esthia> observó aquel emblema con los ojos como platos. ¿Qué? No podía ser cierto. ¡¡La líder!! -Eso quiere decir que tú mandaste a Dieter a por Dayanna. ¿Cómo has podido hacer eso? No me lo esperaba de ti. Tú, que siempre has sido mi princesa, te has unido a aquellos que buscan oprimir a los demás. -Vale, a lo mejor exagera un poco, pero es que aún no tiene toda la información. -¿Implica esto ahora que yo, Esthia Vikórida, General de la Hermandad del Martillo, soy tu enemigo?

<Limnatide>- ¿Perdón? ¿Que yo envie a quien? .- Eso le había pillado por sorpresa. Ella no había hecho nada de lo que había dicho Esthia. ¿Se pensaba que era tan sumamente vil como para mandar a matar a Dayanna? Si tenía que encargarse de esa florista, sería ella misma quien se encargase. Aún así, ese no era el tema .- ¿Dejo de ser tu princesa por ser de la oposición?- Comentó con cierta agriez en su tono. ¡Hostía! ¿General? No sabía ese dato .- No tenía ni idea de que formabas parte de la Hermandad Martillo. ¿Crees que sería capaz de hacerte algún mal?- Apretó sus puños con fuerza.

<Esthia> meneó la cabeza. -Átide, podrías atravesarme el corazón con plata y no dejarías de ser mi princesa. -se acercó a ella y la tomó de la barbilla, para que le mirase a los ojos. Sostuvo su mirada unos instantes. -Esto no cambia lo que yo siento por ti, Átide. Pero no voy a faltar a mis responsabilidades como General. Sólo espero no tener que decidir entre tu vida y la de otro. Porque puede que no hiciese lo correcto.

<Limnatide>- Ni tu dejarías de ser mi hermano.- Sentenció cuando terminó él de indicar aquella aclaración. En cuanto notó la presión sobre su mentón, elevó la mirada hacia los ojos azulados de Esthia .- Ni yo voy a faltar a mis obligaciones como Líder. Tampoco quiero debatirme entre tu y yo. Temo que, por X o por Y, acabe pagándolo alguien a quien quiero.- Más o menos se decían lo mismo pero es que lo sentían así .- ¿Por qué te uniste a ellos?

<Esthia>-El destino, supongo. Shyd los puso en mi camino. Si ella ha querido que sea así, será por algo. Tal vez seamos los elegidos para evitar esta guerra de clanes. O para llevarla a cabo de la forma más sangrienta posible. Las cartas están sobre la mesa, princesa. Elijamos cómo jugarlas. -le guiñó el ojo un instante antes de dejar un beso sobre sus labios. Sin esperar respuesta, se alejó de ella, hacia la puerta.

<Limnatide> - Todo está en manos de ella. Confiemos en su criterio .- Tenía mucha fé en ella aunque la hubiera perdido hará un tiempo. Por cosas del destino. Aún así, no quiso retenerlo más. Saboreó el beso, un instante, antes de ver como la puerta se cerraba cuando Esthia pasó por el marco y se marchó de ahí. ¿Y ahora qué? Temía enfrentarse contra él y acabar siendo aquello la peor guerra de su vida. En silencio, meditó las nuevas que habían venido como una estaca en el corazón de un vástago; Una puñalada trapera y tramposa.

Y así fue como Esthia y Limnátide descubrieron que pertenecer a una Hermandad no era todo un lecho de rosas. Que podían tener que elegir entre una y otra vida, entre los miembros de su manada y los de sus respectivas hermandades. El destino diría si la elección tomada era la correcta.
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