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Tensión en una de las tabernas de los bajos fondos.

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Tensión en una de las tabernas de los bajos fondos. Empty Tensión en una de las tabernas de los bajos fondos.

Mensaje  Limnatide Sáb Oct 01, 2011 3:48 pm

Esthia: Amarillo
Limnátide: Naranja
Rhyan Guile: Cyan

Esthia abandonó el cuartel general de la Hermandad Martillo. Las cosas no habían salido como él esperaba. ¿Cómo se les había ocurrido ir contra Dayanna? ¿Ése era su concepto del honor? Bah. El mismo que tenía él, de acuerdo. Pero él no había ido contra sus hijos. Y mira que había podido. Pero no. Era entre ellos y no iba a meter a inocentes. No es que Dayanna no estuviese ya de por sí metida en el ajo, pero... ¡¡Joder, que no sabía ni cómo sujetar un arma!! Y los movimientos que había intentado no parecían surtir efecto. No a la velocidad que él necesitaba. Con el uniforme puesto, que no había tenido tiempo ni de cambiarse, se dirigió a los bajos fondos. Directo hacia donde sabía que entontraría a la líder de los escorpiones.

Ellos aún no han hecho nada con la prisionera, además de que tenían un pequeño contratiempo. No es realmente un contratiempo, es una bendición, pero pueden tener muchos problemas pues ella ya no se moverá como podría en plenas facultades y él, para colmo, se preocuparía más por ella. No dejaría que le pasara nada. Realmente no sabe bien cuánto tiempo más van a esperar, pues habían decidido que serían Pallas y si se acontecía, él junto a ella. En ese preciso momento estaba junto a su mujer en una de las tabernas junto a su mujer, como siempre, él impidiéndole tomar ninguna clase de alcohol, porque estaba embarazada.- Cariño ¿Entonces cuándo será el mejor momento para hacer lo que ya sabes? No debemos esperar tanto tiempo. ¿No?

Eso de estar embaraza de nuevo es un tormento para ella pues no podía beber alcohol hasta que pasaran esos 6 meses de duro embarazo. Resopla. Habrá que aguantarse. Pediría un zumo. ¡Manda huevos! Desvía su atención hacia Rhyan.- Lo antes posible. No soporto más sus gritos de niña que dejan sordo a cualquiera. Sino la he matado antes es porque necesito cierta información. Y la muy imbécil se hace la longui. Es desesperante.- Sus manos están en su estómago, reposando sobre éste y esperando a que la tabernera se acercara para traer su pedido.- Supongo que, como el embarazo anterior, vas a pasarte por el forro la promesa de no beber alcohol, ¿verdad? .- Tan considerada como siempre. Y, obviamente, se le agría algo más el carácter.

Esthia no tardó demasiado en llegar a los bajos fondos. Demasiado bien los conocía. Ronda tras ronda en la guardia. Tras el trabajo en los burdeles. Ay, los burdeles. Tantas horas que había pasado allí dentro. Y la mayoría no habían sido "agradables". Odiaba cuando le arrastraban sin remedio y tenía que fingir que no había mejor momento en el mundo que cuando una de esas fulanas se metía su cabeza entre las tetas. Aggg. Probó en dos tabernas, pero nada. El olor le reveló en la tercera que por fin había dado con la correcta. Allí estaban Limnátide y Rhyan Guile. Bien, así se ahorraban los intermediarios. Se dirigió hacia ellos, con paso firme, se detuvo ante su mesa y, esbozando la mejor de sus sonrisas (aunque se notaba algo hipócrita), saludó.- Buenas tardes, parejita.

Rhyan Guile carraspea levemente, y la mira un poco atravesada, no era el momento de echar en cara cosas como esas.- Cariño, déjame que me beba una cerveza, joder, cuando esto esté más tranquila la cosa dejaré de tomarlas.- Si sabe que si él se da media vuelta estaría loca por meterle un trago.- No la vas a matar porque no te vas a dejar, en primer lugar, esa chica tiene información y matarla sería echarnos el enemigo encima...- Dice, sellando sus labios nada más ver frente a ellos a Esthia. Bien, ahora lo que les faltaba y más en el estado de Limnátide. En fin, a apechugar tocaba y a intentar controlar los impulsos de su mujer. Caso casi perdido.- Buenas tardes, Esthia.

Ante la aparición de Esthia, Limnátide gruñe por lo bajo sin poder contestar a las dos cuestiones que ha dejado Rhyan, mirándole con frialdad.- Lárgate antes de que te arranque las entrañas en este momento.- Se nota la crueldad de sus palabras y que, con él, no va a tener contemplaciones para hacer lo que ha dicho.- No eres bien recibido.- Las expresiones de su faz se tensaron para que fuesen más rudas.

Esthia amplió su sonrisa para Rhyan. Ay, si lo pilla descuidado.- Tú no vas a arrancarme nada. No hoy, al menos. ¿En qué estabas pensando para llevarte a Dayanna? Creía que tenías más cabeza, Princesa. Y me extraña que tus primos te hayan seguido en esto. Sobre todo Pallas. ¿Qué se supone que quereis sacar de ella? ¡Es casi como una niña!

Él no se quiere meter demasiado en la conversación, al menos por el momento porque no quiere interrumpir la conversación de ellos dos, y como sus palabras no van a mejorar demasiado las de ellos, por el momento sus manos se dirigen a tomar del brazo a su mujer. Le impediría que hiciera ninguna tontería, y menos allí y menos aún estando embarazada.

¿Lo comprobamos? .- Va a levantarse pero la presión que realiza Rhyan sobre su brazo se lo impide. Le dedica una mirada funesta al rubio por realizar ese gesto. Después vuelve su atención hacia Esthia.- ¡No me vuelvas a llamar princesa! Te deje muy claro que ya no lo era. Y lo que haga o deje hacer con Dayanna no es asunto tuyo.- La tensión sale de cada poro de su piel. Eso no puede ser bueno para el feto. Debe tranquilizarse. Por el bien de su futuro hijo.

¡Pues claro que es asunto mio!.- Miró a Rhyan de nuevo.- Lo siento, sé que luego tendrás que aguantarla tú, pero es que NO es normal la forma en la que está meando fuera del tiesto. - volvió a clavar sus ojos azules en Limnátide.- Haz el favor de no montar un numerito, Átide, que no he venido buscando bronca, sólo quiero que soltéis a Dayanna y punto. Ella no va a darte información táctica, porque no la sabe.

Rhyan Guile tira incluso un poco más de ella hacia sí, porque sabe que precisamente esas palabras no van a ayudar a la albina a relajarse.- Cariño, tranquilidad, supongo que ahora que él está aquí podremos hablar con él, con tranquilidad, no puede hacernos nada porque tenemos a Dayanna y... Si algo nos ocurriese la tenemos a ella como comodín ¿Te parece bien?

¿Eres mi padre? Pues cállate la boca o te la callo yo de un puñetazo.- La sutilidad no es el fuerte de la loba. Nota la presión que ejerce Rhyan sobre ella, mirándole con desdén y la mandíbula apretada. Sabe que solo intenta tranquilizarla pero tener a Esthia ahí no ayuda mucho.- ¿Hablar con un traidor? No, gracias.

Ni él ni yo, porque si fueras mi hija, te metía una hostia que ni las de tu primo.- murmuró para sí, con un resoplido.- Vamos a ver, Limnátide..- empezó de nuevo, apretando el respaldo de la silla que tenía delante entre los dedos, intentando mantener la calma. Por suerte, él tenía la paciencia que a ella le faltaba.- Puedes pensar que soy un traidor si quieres, vale. Pero si tienes algo contra mí, lo solucionas conmigo. No metas a Dayanna y mucho menos de esta manera. ¡Por Shyd! ¿Qué piensas? ¿Torturarla hasta que te diga algo que no sabe porque yo no se lo he dicho?

Rhyan Guile se queda mirando a Esthia, suspira, estaba bien que tenía más paciencia que su mujer, pero sus palabras sólo conseguirían hacer que gastara menos paciencia aún, pues encima acontecía algo en ella que, seguramente el otro ni supiera.- A mí me parece que la conversación se está subiendo por parte de ambos, y sí, cariño, deberíamos de hablar con él por el simple hecho de que queremos solucionar el problema, y si es necesario usar la fuerza, no al revés.- Le añadiría algo más, pero él no va a dar la noticia delante de él sin ella haberle dado permiso.

A ver si os queda claro a los dos. No quiero hablar con este traidor.- Se levanta. Ni un poco de paz puede tener. Y, encima, embarazada. Mira con rabia a Esthia.- Eres peor que Alecto.- Hala, sin anestesia. Pero es la rabia que habla por ella. Normal. Saber que alguien tan pegado a ella se ha ido al bando contrario no es moco de pavo.- Vámonos, Rhyan. No quiero estar en el mismo lugar que alguien que no lo merece.- Si nadie la interrumpía, se marcharía por la puerta.

Haz caso a Rhyan, prin... Átide.- se corrigió. Le salía solo. Había sido mucho tiempo llamándola princesa. Día tras día, entre besos y caricias en la muralla y en el bosque. Y sólo porque habían acabado en grupos diferentes en una absurda guerra que ni les iba ni les venía. ¿Peor que Alecto? Aquello le dolió Y mucho. Y se reflejó en sus ojos, en la forma en que se esfumó su sonrisa.- Entonces tal vez deberías pedirle a Clyven que me hiciese lo mismo.

¡Átide, me cago en la puta! .- Odia cuando no entra en razones y habla de esa manera que tiene que le importa poco cuanto daño hagan sus palabras. Sabe que se ha pasado, demasiado.- Yo ya me estoy comenzando a cansar de todo esto, pero si tú no eres capaz de hablar con Esthia yo sinceramente no sé qué coño estamos haciendo.- Mira con bastante seriedad a Esthia, intuye cuan mal le han sentado tales palabras, a la par que a Limnátide la retenía tomándola del brazo.- ¡Así que vamos a dejarnos de tonterías y vamos a solucionar esto, porque estoy hasta los cojones!

Tal vez se lo pida.- Su tono se ha vuelto amenazante. Incluso, muy frío. Como sino sintiera nada por aquel que, algún día, fue su hermano y su diario personal. Ya no hay rastro de lo que sintió por él algún día. Nada. Solo odio y rencor. Resopla cuando escucha la voz de Rhyan taladrándole el oído y la mente. Lo que tiene que hacer una para que la dejen en paz. Se vuelve a sentar, de brazos cruzados por debajo de su busto, realzándolo. Mira a Esthia con desdén, como sino le diera importancia y con ganas de lanzarse con la intención de atacar a su yugular. Se puede notar como su mandíbula está demasiado tensa y chirrían sus dientes.

Esthia meneó la cabeza.- Tranquilo, Rhyan, ya lo he pillado. No se preocupe, señora Mordwen, que este soldado no volverá a molestarla. Sólo espero que tenga a bien soltar a la señorita Dayanna... o me veré obligado a intervenir de otra manera.- hablaba frío y distante. Si era lo que quería, lo tendría. Lo sentía mucho, porque hubiese preferido arreglar las cosas de otra manera, pero estaba visto que no podía ser. Una última mirada al rubio.- Para ser un líder hay que saber cuándo no se tiene la razón. Puede que tu mujer sea la líder oficial de los Escorpiones... pero en el fondo no es más que una niñata malcriada que no es capaz de reconocer que se ha equivocado y va a arrastrarnos a todos a una lucha abierta. Pues si eso es lo que quiere, sea.

¿Y por qué no tienes más paciencia con ella? Yo la estoy teniendo.- Que claro, realmente el rubio no tenía paciencia, pero en ese momento estaba teniendo toda la del mundo intentando hacer de esa situación lo menos incómoda posible. Pero realmente poco puede hacer.- Entonces... ¿Átide? ¿Me dejas hablar con él yo, personalmente, con él para intentar llegar a un acuerdo? .- Espera que al menos tenga la decencia de confiar en él.

¿Para esto me quedo? ¿Para escuchar amenazas y tonterías de alguien que no sabe lo que puede perder? Porque, si a mi me diera la gana, podría ir a dónde trabaja y soltar que le gustan los hombres. ¿Es lo que quieres? Porque no dudaré en hacerlo.- A ella amenazas. Tské. Que no juegue con fuego porque puede acabar quemándose.- Y luego yo soy la que no quiere escuchar, ¿eh? Se nota que, como no tiene sexo, no sabe pensar con claridad.- Suelta un "Já" como burlándose de Esthia. Las pulladitas seguirían a la orden del día.- Haz lo que te salga de los cojones. Yo paso. Estaba dispuesta a dar mi brazo a torcer y hablar con él. Veo que no se puede sacar de dónde no hay.

¿Paciencia? ¿Se supone que tengo que aguantar que me diga que soy peor que Alecto y darle las gracias? - sus ojos se desviaron de Rhyan a Limnátide.- Adelante, ve y dilo. Ten agallas para cumplir lo que amenazas. Es inútil intentar hablar contigo.- chasqueó la lengua. ¿Y ella era la líder? Menuda líder. Iba a arrastrar a los suyos a la batalla cuando podía evitarse. Él al menos había querido seguir las enseñanzas de Viktor... pero dos no hablan si uno no quiere. Y ella no quería. Les dio la espalda y se dirigió hacia la salida. Si Rhyan quería hablar con él, que le buscase fuera. Ya había recibido bastantes malos modos. Desde luego... la próxima vez trataría con Clyven. Al menos él tenía los huevos en su sitio.
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