_Yin Versus Yang_ (Rol empezado, quien quiera unirse, adelante)

Trama
El mal se cierne sobre el gran reino occidental de Damalasca, al oeste de nuestro mundo Ivalicce. A millones de kilómetros bajo tierra se sitia el Infierno, lugar de descenso para los infieles y pecadores. Hay mucha movida allí, pues muchos de los Demonios de Clase Alta están creando y reuniendo sus enormes tropas demoníacas.....para destruir el mundo y así retenerlo para su propio beneficio.

La Materia del Ki.... Una extraña materia dejada por una civilización antiquísima de la que conocemos, a los combatientes del Mal anteriores a los actuales, los ancenstros de los llamados Elegidos o Cazadores de Demonios.

Se sabe que está repartido en 1000 pequeños trozos y al completarlo toma la forma de un diamante enmarcado por un octoedro dorado con incrustaciones en rubí y zafiro. No es fácil encontrar los 1000 trozos del Ki, pero se llegó a una conclusión: "Donde hay Materia Ki, hay sucesos extraños a su alrededor"...

Sin embargo, el reino de Damalasca, parece no enterarse de la situación actual. Todo parece tranquilo.


La Batalla entre el Yin y el Yang de nuestro mundo está por comenzar......

La época... medievo-fantástica y moderna.

Algunos casos extraños se han dado en la ciudad principal. Hay soldados custodiando la gran portezuela que da a la entrada a la cuidad, esperando a los Caza-Demonios, pues estos personajes eran los únicos que podían investigar los extraños sucesos: Han habido muertes, quizá bien planeadas, desde las mismas sombras, y delante de las mismas narices del Consejo de la ciudad.



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Escenario I. Murallas del reino de Damalasca,
**Se acercaba a las altas murallas que rodeaban el reino de Damalasca,, en silencio. Su larga capa beige ondeaba al compás del viento y sus pasos. Era una figura bastante alta y robusta.

El personaje tiene una larga melena azul añil, recogida en una coleta de caballo -que a menudo se suelta la coleta, muchas veces durante los combates, mostrando la larga melena que llega hasta la cintura, de un liso delicado-, ojos negros azabache, tez blanca y orejas puntiagudas como los de su especie, y una vista tan penetrante como los elfos; usa una gabardina negra con adornos en gris-plateado, con una cruz latina en plata con inscripciones en negro onice, en la pechera izquierda, unos pantalones negros, botas negras y ligeras de cuero y, sobre las ropas negras, usa una capa beige con capucha, para pasar desapercibido. El elfo se detuvo, apoyándose en el tronco de un árbol cercano. Bajo la larga capa se podía ver la empuñadura de una katana, cubierta por una tela celeste; en el cabezal de la misma se sitia un kanji en japonés, y en el otro extremo de la empuñadura, aparecía una forma estrellada dorada de cuatro puntas.

Observó serio, sereno y firme. Se cruzó de brazos, pensativo. Al parecer tenía una misión que hacer en aquel reino occidental. **

*Oboro llegó a las puertas de la ciudadela pues el mozo vino a avisarla que no había peligro. No es que lo temiera o debiera ser protegida, pero era una forma de complacer a su amado esposo y de proteger las mercancias del carruaje. Nishae era un muchacho que recogieron por el camino y aunque su esposo puso alguna traba a llevarlo pues estaba herido les había servido bien al sanar y ahora Oboro sabía que Yashamaru le había tomado cariño.

El muchacho tomó las riendas del carruaje hasta las puertas de Damalasca sin acelerar demasiado el paso tras la conformidad de Oboro. Al llegar a las puertas esta descendió del carro tomando los bajos del kimono blanco de estampado azul cielo haciendo aguas en el tejido. Siempre elegia un kimono acorde con su señor esposo, para no llamar demasiado la atención y por tradición más que por estetica. Caminó observando la muralla que ante ella se levantaba y llegó a donde Yasahamaru la esperaba. Lo miro en silencio y asintió con un gesto de la cabeza, ella no conocía al amigo de su marido pero si era importante para el y para el reino ella lo acompañaría a donde fuese, estaban preparados, adentraronse en la ciudadela.

*Yashamaru sonríe levemente haciendo una escueta reverencia con la cabeza a Nishae y luego posa su mirada sobre su esposa Oboro, tan bella y elegante como siempre, aguanta las ganas de abrazarla y darle un cálido beso, pero eso son cosas para la intimidad que no deben ser pregonadas, así que entrecierra los ojos y arruga levemente la nariz dando la vuelta sobre sus pies para caminar junto a ella entrando en Damalasca...

-Su nombre es Kouri... hacía mucho tiempo que no le veía... pero si aquí se me requiere, estaré.

*Apenas prestó atención a ese destello de la linde, estaba más interesado en la llegada de Oboro que otra cosa para tener nuevas de como fue el viaje. Una vez dentro ya serían encontrados por Nishae, el cual ahora llevaba todas sus cosas buscando algo donde pudieran alojarse.

*Oboro asintió a la afirmación de su esposo. Y caminó a su paso con parsimonia y solemnidad. Mirando curiosa cada comercio y a las gentes de la gran ciudad. Pocas veces había estado en una ciudad tan grande. Le gusta ver a las señoras acicaladas y maquilladas para acudir a sus quehaceres.

Le resultaba extraño que su amigo no los esperara en las puertas de la ciudadela pero, con lo grande que era no le extrañaba que no lo encontraran.

- ¿Has quedado en algún lugar con él? - preguntó con voz dulce a su compañero - Creo que será dificil trobarlo en un lugar tan concurrido. Esta ciudad parece muy tranquila y bien guardada tras esas murallas. No comprendo que hacemos aquí. Pero la voluntad de mi amado es la mía. - Le sonrió levemente y siguió admirando todo lo que encontraban a su paso.

*Yashamaru permanecía con una tibia sonrisa oyendo a su esposa, que pese a la fragilidad de su aspecto resultaba para él, ser la flor mas venenosa que nunca conoció. No tenía más que dos lines de un telegrama que le llegó y ahora se lo mostraba a ella en silencio. El texto rezaba:

"Damalasca amenazada. Se ruega ayuda de cazadores."

*Continuaba andando tranquilo, y pese a toda esa gente que les rodeaba, se podía percibir que no todos eran lo decían ser y otros aparentaban cosas diferentes de lo que realmente eran. Pero ninguno peligroso. Algún que otro chivato, ayudante, incluso informador neutral. No le preocupaba mucho que Kouri Yuu hubiera actuado como si no les hubiera visto, "Algo tendrá en mente", se decía, pese a eso estaba pendiente de su alrededor. Tenían una cita en un lugar llamado La rueca de Ginebra y era ese tablón el que buscaba ahora con sus ojos entrecerrados cuando otro azote de viento le removió el cabello haciendo que se acercara algo más a Oboro.

*Inspiró la fragancia de su amor en silencio movida por el viento. El de ella también azotado por el aire y le cubrió el rostro que despejó con la yema de sus dedos casi parsimoniosamente pero con dulzura. Amor que te parece si comemos algo en la posada... quizá llegué con algo de retraso. justo entonces algo llamó su atención una joven gritaba en una de las ventanas. De la puerta salian varias personas corriendo. Oboro miró a su esposo con ojos templados pero los labios apretados. No era miedo, era preocupación... ¿Qué estaría ocurriendo? un robo... alguien había fallecido... o solo algun altercado domestico. Oboro ya había aprendido que no todos los matrimonios eran como el suyo.