Elenya- Los Cielos Oscuros

El consejo estaba incompleto el ilustre Isilrá Fëfalas estaba enfermo, al igual que otros tantos ancianos y sabios de las ciudades Elficas del continente de Elenya incluso de otras muchas aldeas de las que iban llegando noticias.

Hacia unas dos semanas que llegó el mensajero con la ordén y el Gran Fëfalas le pidió a su hijo que asistiera por el pues apenas tenía voz y estuvo dias y noches completas dando directrices a su hijo y a toda su casa. Círdan tenía la impresión que su padre creía que no sobreviviría a esto pero el estaba dispuesto a encontrar la solución se lo debía.

Al principio solo parecia una ola de niebla que azotaba los bosques. Pero aunque no era densa era insipable. Cuanto más tiempo permanecia en una zona iba arrasando la vegetación que en ella vivía. La presencia prolongada de ella petrificaba toda forma de vida. Los animales huian y las dos primeras expediciones que mandaron volvieron con informaciones muy poco alentadoras. No solo petrificaba el bosque sino que a ellos en las tierras muertas, como las llamaban se volvían apaticos y sentian su cuerpo pesado lento incluso algunos de los miembros de la segunda expedición habían tenido que ser sanados. Tanto corporal como espiritualmente pues habían perdido la noción del tiempo y en lapsus incluso la conciencia. La Alta Comunidad Elfica sabia que esa niebla atentaba contra la magia que sustentaba su reino. A los más ancianos eso les afectaba mucho mas que al resto no sentian dolor pero como muy bien expresño Isilrá: “ Siento que mi alma se cristaliza y hace piedra…”


El pueblo de las ciudades estaba asustado pues los rumores eran tan diversos como poco alentadores.