Bajos fondos de Camelot ( Rol Abierto )
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Bajos fondos de Camelot ( Rol Abierto )
Los gritos inundaban el almacén donde se llevaba a cabo el combate.
El alcohol corría por la sangre de los presentes , deteniéndose en sus lenguas ; mordían , ardían en deseos de ver lo que habían ido a buscar.
La sangre del primer luchador se mezclaba con la mugre del suelo que pisaba. La saliva del segundo saltaba de su boca al público cuando su contrincante hundió el puño izquierdo en su estómago.
Hacía rato que había pasado la medianoche. La lluvia limpiaba las calles del reino , arrastrando toda la suciedad de los barrios acaudalados hacia las zonas bajas. Allí donde la decencia y la moral se ahogaban en alcohol y la vida de un hombre no valía más que un par de monedas. Allí era donde toda la suciedad se mantenía estancada , entrando en fase de putrefacción e impregnándolo todo de un olor ácido. Sobre cada esquina la espalda de una prostituta absorbía dicho olor , sobre cada pedazo de suelo sus zapatos pisaban las heces de las "Ladys y Lores" que en esos momentos dormían plácidamente , ignorantes de todos los males que se cernían sobre la verdadera cara del reino de Camelot.
Jorgen abría el paso. Tras él dos esclavos armados imposibilitaban la escapatoria de la pequeña figura que caminaba entre ellos. No era la primera vez que visitaba ese lugar , pero esa noche sentía especial repulsión por mantener cualquier tipo de contacto con un hombre , aunque fuera en un combate. Ese mismo día había tenido relaciones sexuales con tres de ellos. El primero era un gordo y seboso traficante de esclavos que buscaba prostitutas para su propio goce. El segundo ; un guardia retirado que pasaba sus ratos libres golpeando a mujeres de dudosa reputación. Él era el culpable que en su ojo derecho se dibujara un oscuro moratón. El último cliente se trataba de un viejo impotente que dada su falta de virilidad pasaba el rato observándola , recordándole que era una sucia y fea prostituta. Ella odiaba mantener contacto físico con cualquier tipo de persona. Tan solo hacía falta deslizar un dedo sobre su espalda para hacerla estremecer. No obstante , si fuerte era su deseo de escapar mayor era el sentimiento de agradecimiento que guardaba a Jorgen. Él le había dado de comer , cobijo y protección. Él la había sacado de la calle y por ello se sentía tremendamente agradecida. Quizá en otros tiempos no le hubiera seguido con esa ceguera. Quizá si esa voz no se hubiera callado podría haber vivido su propia vida. Pero se marchó hacía mucho y Ella necesitaba un guía. Era como el perro abandonado que busca insaciable un dueño al que adorar. Como esa alma perdida que ansía encontrar un cuerpo donde habitar. Ella se sentía sola y tan solo cuando la primera patada le hundió el estómago su cerebro se activó. Desterró el sentimiento de autocompasión y aterrizó en la realidad. Esa realidad que tanto le costaba retener entre sus dedos.
-MUEVETE - gritó el imponente grandullón contra el que se enfrentaba. Ella estaba mareada. Cuando los delirios desaparecían el momento en el que volvía se hacía tremendamente doloroso. Una punzada atravesó su sistema nervioso. Primero le bombardeó el cerebro , luego se centró en su estómago golpeado. Un segundo golpe aterrizó contra su espalda , haciéndola caer al suelo…
El alcohol corría por la sangre de los presentes , deteniéndose en sus lenguas ; mordían , ardían en deseos de ver lo que habían ido a buscar.
La sangre del primer luchador se mezclaba con la mugre del suelo que pisaba. La saliva del segundo saltaba de su boca al público cuando su contrincante hundió el puño izquierdo en su estómago.
Hacía rato que había pasado la medianoche. La lluvia limpiaba las calles del reino , arrastrando toda la suciedad de los barrios acaudalados hacia las zonas bajas. Allí donde la decencia y la moral se ahogaban en alcohol y la vida de un hombre no valía más que un par de monedas. Allí era donde toda la suciedad se mantenía estancada , entrando en fase de putrefacción e impregnándolo todo de un olor ácido. Sobre cada esquina la espalda de una prostituta absorbía dicho olor , sobre cada pedazo de suelo sus zapatos pisaban las heces de las "Ladys y Lores" que en esos momentos dormían plácidamente , ignorantes de todos los males que se cernían sobre la verdadera cara del reino de Camelot.
Jorgen abría el paso. Tras él dos esclavos armados imposibilitaban la escapatoria de la pequeña figura que caminaba entre ellos. No era la primera vez que visitaba ese lugar , pero esa noche sentía especial repulsión por mantener cualquier tipo de contacto con un hombre , aunque fuera en un combate. Ese mismo día había tenido relaciones sexuales con tres de ellos. El primero era un gordo y seboso traficante de esclavos que buscaba prostitutas para su propio goce. El segundo ; un guardia retirado que pasaba sus ratos libres golpeando a mujeres de dudosa reputación. Él era el culpable que en su ojo derecho se dibujara un oscuro moratón. El último cliente se trataba de un viejo impotente que dada su falta de virilidad pasaba el rato observándola , recordándole que era una sucia y fea prostituta. Ella odiaba mantener contacto físico con cualquier tipo de persona. Tan solo hacía falta deslizar un dedo sobre su espalda para hacerla estremecer. No obstante , si fuerte era su deseo de escapar mayor era el sentimiento de agradecimiento que guardaba a Jorgen. Él le había dado de comer , cobijo y protección. Él la había sacado de la calle y por ello se sentía tremendamente agradecida. Quizá en otros tiempos no le hubiera seguido con esa ceguera. Quizá si esa voz no se hubiera callado podría haber vivido su propia vida. Pero se marchó hacía mucho y Ella necesitaba un guía. Era como el perro abandonado que busca insaciable un dueño al que adorar. Como esa alma perdida que ansía encontrar un cuerpo donde habitar. Ella se sentía sola y tan solo cuando la primera patada le hundió el estómago su cerebro se activó. Desterró el sentimiento de autocompasión y aterrizó en la realidad. Esa realidad que tanto le costaba retener entre sus dedos.
-MUEVETE - gritó el imponente grandullón contra el que se enfrentaba. Ella estaba mareada. Cuando los delirios desaparecían el momento en el que volvía se hacía tremendamente doloroso. Una punzada atravesó su sistema nervioso. Primero le bombardeó el cerebro , luego se centró en su estómago golpeado. Un segundo golpe aterrizó contra su espalda , haciéndola caer al suelo…
JaqueMate- Esclavo
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Re: Bajos fondos de Camelot ( Rol Abierto )
-Levántate .- La voz era tan dulce que la miel a su lado parecía amarga. Instinto apareció arrodillada frente a ella. Hacía años que no la visitaba. Sabia que era una de las pocas personas que podían verla. Fue por ese pequeño detalle por lo que su familia la tacharon de loca y decidieron alejarla del mundo. Sus palabras se adentraban en su interior , ese interior que conocía tan bien y que hubiera amado con toda su alma si Instinto hubiera tenido eso.- Puedes hacerlo… ¡Levántate! .- Ahora su voz era firme, directa como la flecha que silva hasta adentrarse en la diana. Como el aguijón del escorpión , la mordedura de la serpiente , el látigo del domador.
Instinto sentía la fuerza que se abría paso en el interior de su pequeña Callisto. Ahora solo ella recordaba su nombre. Sabía que Callisto la odiaba. La odiaba por haberla abandonado durante tantos años. Por dejarla sola. Pero lo que Callisto no sabía era que Instinto nunca abandonaba a nadie. Y ahora era ella la que se sentía traicionada al verla ahí tirada , atada con cuerdas invisibles a los pies de un cruel humano..- Mátalos a todos...
Happy_Halloween- Instinto primario
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Re: Bajos fondos de Camelot ( Rol Abierto )
"mátalos a todos" - Esas palabras desgarraron la cabeza de Callisto Defait , devolviéndola a su dura infancia , cuando sus padres la tenían encerrada en el sótano. Cuando su único trato con otro ser humano consistía en el sordomudo que le daba de comer. Cuando las voces en su cabeza hacían que se alejara de la realidad que tanto odiaba.
"mátalos a todos" Fueron las últimas palabras que Instinto , ahora arrodillada frente a ella , le había susurrado antes de abandonarla.
Pero si algo caracterizaba a Callisto era la fidelidad que guardaba hacia todo aquel que en algún momento la ayudaba. Y a pesar de todo gracias a Instinto , ella pudo escapar de la que había sido la peor de las cárceles. Fue entonces cuando meneó la cabeza ,, salpicando en la arena gotas de sangre que se escapaban de su ojo. El moratón que uno de sus clientes le había hecho ese mismo día presentaba un profundo corte .Sus pupilas se dilataron. Volvía a oir voces en su cabeza. Volvía a no sentirse sola.
El corazón le latía apresuradamente : BOUMB BOUMB BOUMB BOUMB - Las voces a su alrededor eran murmullos. Sus oídos estaban colapsados. Las imágenes que recibían sus ojos eran borrosas y difusas. Se inclinó y consiguió ponerse en pie. Giró sobre si misma y por primera vez prestó atención al grandullón con el que tenía que combatir.
BOUMB BOUMB BOUMB BOUMB - los latidos de su corazón dictaban el ritmo que debía seguir. Tomó aire.
Cuando el contrincante se lanzó sobre ella con el puño en alto el primer BOUMB indicó a Callisto lo que debía de hacer.
El cabezazo que propinó sobre su enorme nariz la hizo crujir. Las lágrimas inundaron los ojos de su contrincante , imposibilitándole la visión. Le había cogido por sorpresa , retrocedió unos pasos. Callisto avanzó con rapidez curvada sobre si misma , el estómago lo tenía hecho trizas. BOUMB. No le dio tiempo a recuperarse cuando aplastó ambos oídos con la palma de sus manos. Un pitido atravesó el cerebro del grandullón , estaba desorientado. BOUMB. Un golpe seco sobre los ganglios del cuello le cortó la respiración. BOUMB. Un rodillazo en el estómago sentenció su caída al suelo.
uno... dos... tres...
Cuando se había nombrado a Callisto Defait como vencedora Instinto se encontraba entre el gentío. Susurrándole a cada uno de ellos sus pasiones ocultas. Instando a algunos a apostar y a otros a retirarse...
"mátalos a todos" Fueron las últimas palabras que Instinto , ahora arrodillada frente a ella , le había susurrado antes de abandonarla.
Pero si algo caracterizaba a Callisto era la fidelidad que guardaba hacia todo aquel que en algún momento la ayudaba. Y a pesar de todo gracias a Instinto , ella pudo escapar de la que había sido la peor de las cárceles. Fue entonces cuando meneó la cabeza ,, salpicando en la arena gotas de sangre que se escapaban de su ojo. El moratón que uno de sus clientes le había hecho ese mismo día presentaba un profundo corte .Sus pupilas se dilataron. Volvía a oir voces en su cabeza. Volvía a no sentirse sola.
El corazón le latía apresuradamente : BOUMB BOUMB BOUMB BOUMB - Las voces a su alrededor eran murmullos. Sus oídos estaban colapsados. Las imágenes que recibían sus ojos eran borrosas y difusas. Se inclinó y consiguió ponerse en pie. Giró sobre si misma y por primera vez prestó atención al grandullón con el que tenía que combatir.
BOUMB BOUMB BOUMB BOUMB - los latidos de su corazón dictaban el ritmo que debía seguir. Tomó aire.
Cuando el contrincante se lanzó sobre ella con el puño en alto el primer BOUMB indicó a Callisto lo que debía de hacer.
El cabezazo que propinó sobre su enorme nariz la hizo crujir. Las lágrimas inundaron los ojos de su contrincante , imposibilitándole la visión. Le había cogido por sorpresa , retrocedió unos pasos. Callisto avanzó con rapidez curvada sobre si misma , el estómago lo tenía hecho trizas. BOUMB. No le dio tiempo a recuperarse cuando aplastó ambos oídos con la palma de sus manos. Un pitido atravesó el cerebro del grandullón , estaba desorientado. BOUMB. Un golpe seco sobre los ganglios del cuello le cortó la respiración. BOUMB. Un rodillazo en el estómago sentenció su caída al suelo.
uno... dos... tres...
Cuando se había nombrado a Callisto Defait como vencedora Instinto se encontraba entre el gentío. Susurrándole a cada uno de ellos sus pasiones ocultas. Instando a algunos a apostar y a otros a retirarse...
Happy_Halloween- Instinto primario
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Re: Bajos fondos de Camelot ( Rol Abierto )
Gianluca permanecía apalancado en una mesa en lo más profundo del local. El olor a sudor, podredumbre y alcohol dominaba el ambiente, y el ruido era ensordecedor. Ultimamente le gustaba refugiarse en plazas así, donde el descontrol imperante impedía que su mente se adormeciera y sus pensamientos se desviaran hacia caminos que no debían. Además, era un buen lugar donde mantener su copa llena.
Su mano alzó el recipiente hacia sus labios en un gesto mecánico, pero en esta ocasión el vino no fluyó hasta su boca. Suspirando, observó el fondo vacío, y alzó la vista buscando a la madura camarera que solía dispensarle vino cada noche, y en ocasiones algo más, en la intimidad de su alcoba. Su mirada examinó el lugar, deteniéndose por un instante en los dos seres que se disponían a pelear en una de las veladas de la noche. Un grandullón jaleaba a una maltrecha joven. ¿Quién habría programado un combate tan desigual?
Pobre muchacha – pensó para sus adentros, mientras su mirada encontraba por fin a la persona que buscaba. Alzó su copa y la agitó en el aire, en un claro gesto de demanda; gesto que no tardó en ser atendido.
Mientras esperaba que la mujer que portaba la jarra llegará hasta allí, jugueteó con su copa, realizando extraños dibujos sobre la superficie de la misma con el dedo índice. A su alrededor los presentes jaleaban y vitoreaban a los dos contendientes.
Cuando la camarera llegó a su altura, Gianluca le mostró su copa mientras trató de lanzarle una de esas sonrisas que tiempo atrás solían conquistar a las mujeres.
Su mente comenzó a desvariar por enésima vez, pero esta vez algo rompió el embrujo.
Una gran tormenta de vítores y gritos inundó el local como nunca antes había presenciado. Sus ojos se desviaron instintivamente hacia donde se desarrollaba el combate. La muchacha permanecía en pie, mientras su gigante contrincante yacía en el suelo, inmóvil.
De repente algo despertó en el interior de Gianluca, como un chispazo.
Hacía mucho tiempo que no sentía algo así, hacía mucho tiempo que su mente no se agitaba de esa manera. Curiosidad.
Con un rápido gesto tapó su copa, indicando a la camarera que ya no quería seguir bebiendo, clavando su mirada en la joven que acababa de ser declarada vencedora
La mujer se encogió de hombros y dio media vuelta, con la jarra aún rebosante.
Gianluca entrecerró los ojos mientras una tenue sonrisa parecía asomar a su rostro.
Su mano alzó el recipiente hacia sus labios en un gesto mecánico, pero en esta ocasión el vino no fluyó hasta su boca. Suspirando, observó el fondo vacío, y alzó la vista buscando a la madura camarera que solía dispensarle vino cada noche, y en ocasiones algo más, en la intimidad de su alcoba. Su mirada examinó el lugar, deteniéndose por un instante en los dos seres que se disponían a pelear en una de las veladas de la noche. Un grandullón jaleaba a una maltrecha joven. ¿Quién habría programado un combate tan desigual?
Pobre muchacha – pensó para sus adentros, mientras su mirada encontraba por fin a la persona que buscaba. Alzó su copa y la agitó en el aire, en un claro gesto de demanda; gesto que no tardó en ser atendido.
Mientras esperaba que la mujer que portaba la jarra llegará hasta allí, jugueteó con su copa, realizando extraños dibujos sobre la superficie de la misma con el dedo índice. A su alrededor los presentes jaleaban y vitoreaban a los dos contendientes.
Cuando la camarera llegó a su altura, Gianluca le mostró su copa mientras trató de lanzarle una de esas sonrisas que tiempo atrás solían conquistar a las mujeres.
Su mente comenzó a desvariar por enésima vez, pero esta vez algo rompió el embrujo.
Una gran tormenta de vítores y gritos inundó el local como nunca antes había presenciado. Sus ojos se desviaron instintivamente hacia donde se desarrollaba el combate. La muchacha permanecía en pie, mientras su gigante contrincante yacía en el suelo, inmóvil.
De repente algo despertó en el interior de Gianluca, como un chispazo.
Hacía mucho tiempo que no sentía algo así, hacía mucho tiempo que su mente no se agitaba de esa manera. Curiosidad.
Con un rápido gesto tapó su copa, indicando a la camarera que ya no quería seguir bebiendo, clavando su mirada en la joven que acababa de ser declarada vencedora
La mujer se encogió de hombros y dio media vuelta, con la jarra aún rebosante.
Gianluca entrecerró los ojos mientras una tenue sonrisa parecía asomar a su rostro.
Gianluca- Gárgola
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Re: Bajos fondos de Camelot ( Rol Abierto )
Callisto se encontraba inclinada sobre si misma , sosteniendose el estómago con uno de sus brazos. Respiraba agitadamente y ya sentía el óxido de la sangre en su boca cuando Jorgen saltó de su asiento y acudió a ayudarla. Le rodeó los hombros y la condujo hasta el que había sido su asiento. Allí la dejó con los dos grandullones con los que había acudido .En esta ocasión su misión no consistía en encarcelarla sino en lavarle las heridas y comprobar que se encontraba bien. Jorgen giró sobre sus talones y con una amplia sonrísa y un brillo en los ojos fue recogiendo cada una de las apuestas que habían apostado por el grandullón.- Una , dos , tres [...], treinta y dós[...] cuarenta y ocho...- Con cada bolsita de monedas el estómago del traficante se llenaba más de ansia y orgullo. Tan solo él mismo había apostado por la victoria de Callisto. ¿Quién en su sano juicio apostaría por ella? Cada vez que ella luchaba , Él se llenaba los bolsillos con las ganancias. Y además , luego estaba la timidez de la muchacha. Nunca se quejaba , nunca hablaba , nunca exigía. Era una mina de oro. Era SU mina de oro.
En ese momento Instinto apareció frente a Callisto. Siempre que la visitaba se dejaba ver con la forma de una mujer de unos treinta años. El cabello oscuro y ondulado le caía por los hombros como una cascada. Los ojos azules y brillantes eran cálidos como la sonrísa que dibujaban sus labios finos y delicados. Las pálidas mejillas y una sombra de ojeras daban a la figura de Instinto una imagen cansada, como lo estaba la propia Callisto. En ese momento la muchacha tenía los ojos entreabiertos y pudo descubrirla a través del agua que caía por su rapada cabeza hacia su barbilla. Uno de los esclavos le estaba echando un cubo de agua fría por encima para despertarla. Callisto no oía nada , aún tenía los tímpanos doloridos por la pelea , la visión era borrosa pero aún así pudo distinguirla a ella. Intentó dedicarle una sonrísa pero el agua congelada le tenía los músculos dormidos.Instinto se acercó y la abrazó como lo hacía antaño. Se sentó sobre ella , rodeando su cintura con ambas piernas y dejó caer sus desnudos pechos sobre los de la pequeña luchadora. Inclinó sus labios hacia el oído derecho de Callisto .- Hola mi pequeña... ¿Me has echado de menos? .- Cruzó sus labios antes de que ella pudiera contestar. Callisto no sentía el peso de Instinto , era como un fantasma , la sentía dentro de ella. La sentía como quien siente hambre o lujuria .- No debes pelear más por hoy. El siguiente contrincante es demasiado para ti , te matará y aún debes hacer muchas cosas , pequeña.- Instinto apartó sus labios y la miró a los ojos , adentrándose en su alma y respirando de sus pulmones. Y la sintió perdida y maltratada. Volvía a ser aquella niña destruida que años atrás habia conseguido salvar. Le sonrío.- No debes pelear más .- Se inclinó para besarla en los labios y después del beso desapareció , dejando tras ella el cuerpo desmayado de Callisto.
Uno de los esclavos zarandeó a Callisto , intentando despertarla .- Mierda , se ha desmayado. Avisa al jefe , corre o nos matará a los dos por hacerle perder un combate.- Su compañero asintió y con rapidez se dispuso a pasar entre el gentío , apartando a empujones a todo aquel que le impidiera el paso. Debía llegar hasta Jorgen. Cuando por fin lo tenía al alcance de la mano Jorgen se disponía a cobrarle a un hombre solitario que le llamó la atención por su copa vacia. Se acercó por detrás y le contó al oido lo del demayo de la chica. Jorgen carraspeó y maldijo en voz baja , controlándose.
En ese momento Instinto se encontraba sentada detrás de aquel hombre solitario.- Él es el dueño de la muchacha del combate. Esa que ha conseguido sacarte una sonrísa y que tu atención vuelva a este mundo.- Instinto se acercó por detrás y habló en susurros , como ella sabía que debía hablarle para que la escuchara .- Gianluca , podrias ganar mucho dinero...
En ese momento Instinto apareció frente a Callisto. Siempre que la visitaba se dejaba ver con la forma de una mujer de unos treinta años. El cabello oscuro y ondulado le caía por los hombros como una cascada. Los ojos azules y brillantes eran cálidos como la sonrísa que dibujaban sus labios finos y delicados. Las pálidas mejillas y una sombra de ojeras daban a la figura de Instinto una imagen cansada, como lo estaba la propia Callisto. En ese momento la muchacha tenía los ojos entreabiertos y pudo descubrirla a través del agua que caía por su rapada cabeza hacia su barbilla. Uno de los esclavos le estaba echando un cubo de agua fría por encima para despertarla. Callisto no oía nada , aún tenía los tímpanos doloridos por la pelea , la visión era borrosa pero aún así pudo distinguirla a ella. Intentó dedicarle una sonrísa pero el agua congelada le tenía los músculos dormidos.Instinto se acercó y la abrazó como lo hacía antaño. Se sentó sobre ella , rodeando su cintura con ambas piernas y dejó caer sus desnudos pechos sobre los de la pequeña luchadora. Inclinó sus labios hacia el oído derecho de Callisto .- Hola mi pequeña... ¿Me has echado de menos? .- Cruzó sus labios antes de que ella pudiera contestar. Callisto no sentía el peso de Instinto , era como un fantasma , la sentía dentro de ella. La sentía como quien siente hambre o lujuria .- No debes pelear más por hoy. El siguiente contrincante es demasiado para ti , te matará y aún debes hacer muchas cosas , pequeña.- Instinto apartó sus labios y la miró a los ojos , adentrándose en su alma y respirando de sus pulmones. Y la sintió perdida y maltratada. Volvía a ser aquella niña destruida que años atrás habia conseguido salvar. Le sonrío.- No debes pelear más .- Se inclinó para besarla en los labios y después del beso desapareció , dejando tras ella el cuerpo desmayado de Callisto.
Uno de los esclavos zarandeó a Callisto , intentando despertarla .- Mierda , se ha desmayado. Avisa al jefe , corre o nos matará a los dos por hacerle perder un combate.- Su compañero asintió y con rapidez se dispuso a pasar entre el gentío , apartando a empujones a todo aquel que le impidiera el paso. Debía llegar hasta Jorgen. Cuando por fin lo tenía al alcance de la mano Jorgen se disponía a cobrarle a un hombre solitario que le llamó la atención por su copa vacia. Se acercó por detrás y le contó al oido lo del demayo de la chica. Jorgen carraspeó y maldijo en voz baja , controlándose.
En ese momento Instinto se encontraba sentada detrás de aquel hombre solitario.- Él es el dueño de la muchacha del combate. Esa que ha conseguido sacarte una sonrísa y que tu atención vuelva a este mundo.- Instinto se acercó por detrás y habló en susurros , como ella sabía que debía hablarle para que la escuchara .- Gianluca , podrias ganar mucho dinero...
Happy_Halloween- Instinto primario
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Continuación de Rol: "[i]¿A dónde quieres que mire?[/i] [Historias de Camelot: Bosque]"
… así fue cómo Dayanna entró en los Bajos Fondos de Camelot…
Estaba cansada, había estado largo tiempo caminando hasta regresar a la ciudad. Aún así, el amanecer todavía no había llegado, pues aún era invierno en Camelot y el Sol retrasaba su asomar por el horizonte.
Los Bajos Fondos se encontraban a las afueras de la zona amurallada y resguardada de la ciudad. Eran un distrito aparte. Sí, se suponía que las leyes llegaban a sus calles… se suponía.
Dayanna nunca había caminado entre esas estrechas callejuelas, o eso creía ella. Le parecía extraño que durante la noche una calle pudiera estar tan transitada. Ciertamente los Bajos Fondos cobraban vida bajo el cielo nocturno.
Estaba tan cansada que anhelaba sentarse en cualquier rincón y recostarse, cerrar los ojos y reposar. No lo recordaba pero estaba convencida de que esa noche había tenido una horrible pesadilla. No había descansado bien, lo sabía, lo sentía. Generalmente sus sueños en el bosque eran profundos y relajadores; pero esa noche no, sólo había de mirarse el vestido lleno de barro para saber que había estado intranquila sin parar de moverse mientras dormía.
Sí, se hubiera sentado en algún peldaño a recostarse pero ese lugar no le inspiraba ningún tipo de confianza. Las miradas de sus transeúntes estaban perdidas o se posaban en ella con burla. Todos parecían esconder algo. Todo parecía corrupto.
Mirando a su alrededor Dayanna vio a cierta distancia caminando en dirección contraria y acercándose hacia ella a dos hombres miembros de la Guardia Real vestidos con el emblema de Camelot. Al ver la insignia ella sintió una fuerte punzada en el pecho de angustia e instintivamente giró a su derecha para colocarse escondida en la jamba de la primera puerta que encontró en su huida.
En el umbral de aquel acceso se quedó oculta, con la respiración agitada, hasta ver cómo los dos guardias pasaban de largo siguiendo su dirección. Reconocer el símbolo de Camelot la había puesto muy nerviosa. ¿Por qué?
Aquellos eran los guardias que iban a hacer el cambio de turno a Eric por la llegada del amanecer. Los turnos de guardia se solían hacer en grupos. No obstante, Eric, por su rango y experiencia, tenía el privilegio de poder tomar ciertas decisiones, como el llevar su turno de guardia en soledad. Algunas decisiones marcan un destino.
Ese amanecer los guardias no encontrarían a Eric a la hora y en el lugar habitual. Iban a tardar algunas horas más en encontrarle, tras una larga búsqueda. Tampoco le encontrarían “entero”.
¿De qué te escondes Dayanna?
Otra vez esa voz…
Estaba cansada, había estado largo tiempo caminando hasta regresar a la ciudad. Aún así, el amanecer todavía no había llegado, pues aún era invierno en Camelot y el Sol retrasaba su asomar por el horizonte.
Los Bajos Fondos se encontraban a las afueras de la zona amurallada y resguardada de la ciudad. Eran un distrito aparte. Sí, se suponía que las leyes llegaban a sus calles… se suponía.
Dayanna nunca había caminado entre esas estrechas callejuelas, o eso creía ella. Le parecía extraño que durante la noche una calle pudiera estar tan transitada. Ciertamente los Bajos Fondos cobraban vida bajo el cielo nocturno.
Estaba tan cansada que anhelaba sentarse en cualquier rincón y recostarse, cerrar los ojos y reposar. No lo recordaba pero estaba convencida de que esa noche había tenido una horrible pesadilla. No había descansado bien, lo sabía, lo sentía. Generalmente sus sueños en el bosque eran profundos y relajadores; pero esa noche no, sólo había de mirarse el vestido lleno de barro para saber que había estado intranquila sin parar de moverse mientras dormía.
Sí, se hubiera sentado en algún peldaño a recostarse pero ese lugar no le inspiraba ningún tipo de confianza. Las miradas de sus transeúntes estaban perdidas o se posaban en ella con burla. Todos parecían esconder algo. Todo parecía corrupto.
Mirando a su alrededor Dayanna vio a cierta distancia caminando en dirección contraria y acercándose hacia ella a dos hombres miembros de la Guardia Real vestidos con el emblema de Camelot. Al ver la insignia ella sintió una fuerte punzada en el pecho de angustia e instintivamente giró a su derecha para colocarse escondida en la jamba de la primera puerta que encontró en su huida.
En el umbral de aquel acceso se quedó oculta, con la respiración agitada, hasta ver cómo los dos guardias pasaban de largo siguiendo su dirección. Reconocer el símbolo de Camelot la había puesto muy nerviosa. ¿Por qué?
Aquellos eran los guardias que iban a hacer el cambio de turno a Eric por la llegada del amanecer. Los turnos de guardia se solían hacer en grupos. No obstante, Eric, por su rango y experiencia, tenía el privilegio de poder tomar ciertas decisiones, como el llevar su turno de guardia en soledad. Algunas decisiones marcan un destino.
Ese amanecer los guardias no encontrarían a Eric a la hora y en el lugar habitual. Iban a tardar algunas horas más en encontrarle, tras una larga búsqueda. Tampoco le encontrarían “entero”.
¿De qué te escondes Dayanna?
Otra vez esa voz…
Dayanna- Pink Vader
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Fecha de inscripción : 07/11/2010
Re: Bajos fondos de Camelot ( Rol Abierto )
Dayanna agitó la cabeza emergiendo de sus pensamientos subconscientes. Un gran bullicio provenía del interior al que aquella puerta daba acceso. Giró la cabeza en dirección a los centenares de voces que se entrelazaban sin sentido y vio ante sí una alborotada taberna llena de hombres ebrios y de pintas grotescas donde momentos antes Callisto había derrotado a su adversario. Una mueca de desagrado salió inevitablemente de su rostro ante el espectáculo y el olor.
Ya estaba girándose para marcharse cuando la vio a ella y se detuvo en seco. Allí sentada, con la cara hinchada y amoratada de los golpes recibidos, mientras dos hombres echaban agua por su rostro, caído hacia el suelo, perdido en la resignación. Todos los hombres de la taberna gritaban y vitoreaban y ella sentada perdía su mirada en el infinito en una derrota constante tras su victoria. Se había rendido. Con el pelo rapado guardaba silencio entre tantos gritos tras haber sido privada de su juventud y su belleza.
Dayanna sintió de nuevo una punzada en el pecho
-Son ESCORIA. Son todos ESCORIA.
Esas palabras ya habían retumbado en su mente en el Bosque.
La muchacha cerró los ojos sumiéndose en un desmayo. Dos hombres comenzaron a agitarla mientras Dayanna inició su caminar hacia ella lentamente. La florista esquivaba a los borrachos que la miraban como si fuera un fantasma, alguno intentando detenerla. No pasaban muchas mujeres como ella por esos sitios. Pero ahora su mente estaba fija en la chica sentada. Tan sola. Ella creía haberse sentido como Callisto alguna vez.
Poco le quedaba a Dayanna para llegar donde se encontraban cuando uno de los hombres se alejó dejando a Callisto con el otro, que no atendía a la muchacha siguiendo con su mirada al que se había marchado.
Dayanna sacó un pañuelo blanco con olor a lilas cuando llegó a la altura de la joven Defait, se puso de cuclillas y comenzó a limpiarle la sangre del rostro. Ese pañuelo en su día se lo había regalado una extraña jovencita llamada Ivorwen. A continuación posó el pañuelo junto con un iris blanco en la palma de la mano de Callisto, flor simbólica de la esperanza.
-Si aprendes a enfrentarte a tu destino... el mañana aprenderá a temerte – le susurró al oído a la muchacha desmayada poco antes de que el hombre que la custodiaba se diera cuenta de su presencia.
Él estaba tan preocupado por la reacción de Jorgen, mirando su cara a lo lejos en vista de cómo sería su gesto tras comunicarle las noticias del desfallecimiento de Defait, que no había visto a Dayanna. Enseguida la agarró del brazo mientras le soltaba un bufido que la ella no entendió demasiado bien.
Vodka. Su aliento olía a vodka. Tanto que casi parecía que el aire de alrededor iba a empezar a arder. Vodka, ginebra, ron, hidromiel… ciertamente esas tabernas estaban llenas de licores y alcoholes. Y ciertamente esos brebajes eran grandes aliados del fuego. Y, desde luego, había tres cosas que inspiraban profundamente a la florista: las fuertes tormentas de verano con truenos y relámpagos incesantes, el perpetuo viento del bosque cuyo silbido llevaba el lamento de las almas condenadas errantes y... el Fuego.
Ya estaba girándose para marcharse cuando la vio a ella y se detuvo en seco. Allí sentada, con la cara hinchada y amoratada de los golpes recibidos, mientras dos hombres echaban agua por su rostro, caído hacia el suelo, perdido en la resignación. Todos los hombres de la taberna gritaban y vitoreaban y ella sentada perdía su mirada en el infinito en una derrota constante tras su victoria. Se había rendido. Con el pelo rapado guardaba silencio entre tantos gritos tras haber sido privada de su juventud y su belleza.
Dayanna sintió de nuevo una punzada en el pecho
-Son ESCORIA. Son todos ESCORIA.
Esas palabras ya habían retumbado en su mente en el Bosque.
La muchacha cerró los ojos sumiéndose en un desmayo. Dos hombres comenzaron a agitarla mientras Dayanna inició su caminar hacia ella lentamente. La florista esquivaba a los borrachos que la miraban como si fuera un fantasma, alguno intentando detenerla. No pasaban muchas mujeres como ella por esos sitios. Pero ahora su mente estaba fija en la chica sentada. Tan sola. Ella creía haberse sentido como Callisto alguna vez.
Poco le quedaba a Dayanna para llegar donde se encontraban cuando uno de los hombres se alejó dejando a Callisto con el otro, que no atendía a la muchacha siguiendo con su mirada al que se había marchado.
Dayanna sacó un pañuelo blanco con olor a lilas cuando llegó a la altura de la joven Defait, se puso de cuclillas y comenzó a limpiarle la sangre del rostro. Ese pañuelo en su día se lo había regalado una extraña jovencita llamada Ivorwen. A continuación posó el pañuelo junto con un iris blanco en la palma de la mano de Callisto, flor simbólica de la esperanza.
-Si aprendes a enfrentarte a tu destino... el mañana aprenderá a temerte – le susurró al oído a la muchacha desmayada poco antes de que el hombre que la custodiaba se diera cuenta de su presencia.
Él estaba tan preocupado por la reacción de Jorgen, mirando su cara a lo lejos en vista de cómo sería su gesto tras comunicarle las noticias del desfallecimiento de Defait, que no había visto a Dayanna. Enseguida la agarró del brazo mientras le soltaba un bufido que la ella no entendió demasiado bien.
Vodka. Su aliento olía a vodka. Tanto que casi parecía que el aire de alrededor iba a empezar a arder. Vodka, ginebra, ron, hidromiel… ciertamente esas tabernas estaban llenas de licores y alcoholes. Y ciertamente esos brebajes eran grandes aliados del fuego. Y, desde luego, había tres cosas que inspiraban profundamente a la florista: las fuertes tormentas de verano con truenos y relámpagos incesantes, el perpetuo viento del bosque cuyo silbido llevaba el lamento de las almas condenadas errantes y... el Fuego.
Dayanna- Pink Vader
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