Comenzando la investigación

Nero contemplaba los jardines del castillo a través de la pequeña ventana de su despacho, hacia años que el protector del reino le había ofrecido unas habitaciones mas amplias, con mas luz y mejor situadas, pero Nero se había negado, su trabajo, permanecía oculto al resto del personal del castillo, solo el consejo y unos pocos guardias de alto rango sabían cuales eran sus funciones y el prefería el anonimato, cuanto menos expuesto mejor. También había otra razón, las vistas, desde su pequeña torre en lo mas alto del castillo, tenia unas vistas privilegiadas, tras una ventana pequeña pero podía ver sin ser visto.

Suspiró lanzando una mirada de reojo sobre el informe que acababa de recibir, era una preciosa mañana de primavera, los jardines rebosaban de color, las flores de los parterres relucían al sol lanzando destellos de vivos colores y los mas jóvenes del castillo jugaban allí abajo retozando entre el césped, casi daban ganas de unirse a ellos, pero Nero no podía, se sentó de nuevo en su vieja y dura silla de madera y comenzó a releer el informe que había recibido a primera hora de la mañana.

Uno de los guardias había aparecido muerto y terriblemente mutilado en un claro en el bosque real, había sido asesinado durante su ronda nocturna. A simple vista los soldados que lo encontraron había dicho que había sido atacado por los lobos, varias partidas de caza se habían organizado por parte del Capitán de la Guardia para dar con las bestias. Lo extraño del crimen hacia pensar que había algo mas que una manada de lobos atacando a un hombre. Así que uno de los mejores agentes de campo de Nero, un miembro de su guardia personal había sido enviado a investigar el lugar y a llevarse el cuerpo para examinarlo, todas sus partes. Eso no gustaría nada al Capitán, no es que eso le preocupara, el tenia potestad para obrar como considerara y solo debía rendir cuentas al Consejo, así que Nero esperaba paciente las dos visitas que debía recibir. El Capitán de la Guardia reclamando los restos de su soldado caído para ser enterrado y su hombre de confianza con el informe de campo y los restos del guardia asesinado.

Se paso una mano por su mata de pelo canoso, agarro de encima de la mesa un ajado libro de piel con letras doradas de un poeta griego y comenzó a leer.