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Leyendas, mitos, el origen

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Mensaje  Jareth Mar Jul 05, 2011 9:08 am

Leyenda de la hermandad del escorpión.

En el principio, los hombres se vieron abocados a la lucha por la supervivencia. Eran tiempos de oscuridad, donde fuerzas desconocidas, pugnaban por dominarse unas a otras y cuya lucha, tenía a los seres inferiores como marionetas de sus designios. Dioses antiguos, vengativos, poderosos que un día encontraron la oposición de aquellos que vivían bajo su yugo. Y así fue como entre todos los seres, un hombre, un desconocido, encontró la manera de librarse de ellos. El más poderoso entre los poderosos dioses, bajó a la tierra, y sentado en el borde del camino, llamó la atención de un viajero vestido con ropas sencillas. Quiso entonces divertirse mortificando al insignificante ser y le planteó un juego.
“ Si consigues averiguar por qué soy inmortal dejaré que sigas viviendo ”
El hombre, que reconoció al instante a la deidad, no salía de su asombro. Pero no tenía elección, si quería mantenerse con vida debía intentar al menos adivinar el juego, aunque evidentemente, aquel ser podría contradecirse y aun adivinando, matarlo de igual forma. Así fue que el hombre pensó cómo podría mantenerse con vida mientras averiguaba el secreto.
-Soy demasiado torpe, y seguro que tu diversión termina enseguida conmigo, ¿no podrías darme una pista al menos?
El poderoso ser, que le resultó divertida la situación accedió con la seguridad del que se sabe ganador se haga lo que se haga.
-“Está bien, te daré una pista, pero a cambio te cortaré una oreja”
El hombre, accedió sin remedio y el dios, le dijo:
“No hay nadie más fuerte que aquel que guarda su propia muerte”
No era de mucha ayuda, pero al menos se mantenía con vida. Se ató un jirón de la camisa a la cabeza para disimular la falta del apéndice que había perdido con la pista. Necesitaba más tiempo, así que volvió a decir:
-En vuestra infinita sabiduría, comprenderéis, que soy torpe, y que aunque vuestra ayuda ha sido grande, aun no sé cómo contestar a vuestra pregunta.
El dios, que vio la oportunidad de volver a procurarle dolor, accedió divertido y a cambio de la nariz, le brindó otra pista.
-“ No hay nadie más mortífero que el que guarda su arma detrás de su rastro”
El hombre, que estaba tapando de nuevo su nueva falta, cabeceó preocupado y con voz gangosa añadió.
-Bien sabéis que vuestra sabiduría es grande y que la mía es pequeña. Pero también que sabréis perdonar a este pobre hombre su ignorancia y que otra pista me daréis.
El dios se reía a carcajadas mientras le decía que a cambio debería darle la otra oreja. El hombre, resignado, accedió y perdió la oreja que le quedaba a cambio de la pista.
-“No hay mayor escudo que aquel que nos recubre”
Esta vez el hombre arrugó el entrecejo y negó con la cabeza.
-“¿NO?”
Preguntó el ser extrañado y riéndose. El hombre le hizo gestos de que no le oía sin orejas y el dios, le gritó la misma frase. El hombre seguía sin entenderle, y ahora, el grito del dios, hizo que las montañas retumbasen. El hombre, seguía negando con la cabeza e hizo un gesto de acercarse, con la mano sobre el hueco de la oreja para escucharlo mejor. Cuando el dios se disponía a gritarle al oído sin oreja, el hombre, con la fuerza del que se sabe en su última hora, golpeó el pecho del dios y le sacó un escorpión que le servía de corazón.
-Esto es lo que te hace inmortal.
El dios sorprendido por el valor y la inteligencia del hombre, renegó del trato, pero el hombre que había sido muy astuto le dijo.
-El escorpión guarda su propia muerte en la cola, su arma sigue su rastro y su caparazón le recubre a modo de escudo. Si hago que este escorpión se clave su aguijón, morirás aquí mismo.
“Devuélvemelo” Le gritó la deidad desesperado ante el hombre que tenía su vida en sus manos. Pero el hombre se retiró unos pasos y le dijo.
-Yo no mataré tu corazón, pero tú y los tuyos marcharéis lejos de aquí y nunca más os acordaréis de nosotros.
Preso de la ira y de la vergüenza, el dios desapareció y nunca más volvieron a verse. Desde aquel día, el destino del mundo quedó en las manos de sus habitantes.
Aquel hombre, guardó el escorpión en una caja de cristal y lo escondió, custodiando su vida hasta que la muerte le alcanzó mucho tiempo después. Tras su muerte, otros fueron elegidos para custodiar el escorpión y formaron una hermandad para que la seguridad de que los dioses no volvieran nunca más fuera una realidad.
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Mensaje  Happy_Halloween Miér Jul 13, 2011 11:26 pm

Joder , me ha encantado. ¿Esto te lo has inventado o es algún mito perdido por ahí?
Bueno , voy a seguir por la siguiente hermandad.

Un saludin Smile
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