Erwan, Kegelapam y la Lágrima Roja.
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Erwan, Kegelapam y la Lágrima Roja.
Libro de la Hermandad. La Lágrima Roja
Cuando el dios del corazón de escorpión abandonó este mundo junto al resto de dioses de la antigüedad, la sangre derramada por el hombre que consiguió arrebatarle su corazón, Erwan, se solidificó formando un rubí al que se llamó la Lágrima Roja.
Erwan guardó la Lágrima Roja junto al Corazón Escorpión como le había prometido a su dueño y comenzó a reunir a los mejores guerreros de los alrededores para custodiar las reliquias y mantenerse alerta ante la sempiterna amenaza de un regreso. Formaron la Hermandad del Escorpión y buscaron el lugar más propicio para esconder aquellas reliquias con el fin de salvaguardar la paz del mundo de los hombres. Aun quedaban bestias oscuras en el mundo, creaciones de las guerras entre los dioses antiguos , y todas acechaban a los hombres y a lo que custodiaban, pues el Corazón Escorpión, podía hacerlos muy poderosos y dominarse unos a otros.
Los escorpión cavaron muy profundo, tanto como para crear la guarida de un escorpión gigante, pero mientras lo hacían, un lobo con tres cabezas atacó a los hombres en busca del poderoso elemento. Erwan, defendió las reliquias junto al resto de escorpiones, pero el tiempo había pasado y Erwan, que había tenido una vida muy larga desde aquel encuentro que salvó el mundo, no tenía la fuerza de antaño. Eso sí, aun tenía la astucia de entonces y como aquel gran día del pasado, pensó en cómo vencer al lobo de las tres cabezas, aquel que llamaban Kegelapam. No había otra solución, cogió una piedra y partió la Lágrima Roja en tres fragmentos para lanzarlo a cada cabeza de Kegelapam. Cogió su honda y lanzó los pedazos rojos que impactaron en las frentes del lobo, que cayó abatido entre grandes sufrimientos.
Erwan corrió hasta Kegelapam cuando vio que ya no se movía y alargó su mano para coger los fragmentos de nuevo y volverlos a unir, algo que pensaba hacer añadiendo algo más de su sangre. Cogió el primer fragmento de la primera cabeza y cuando fue a coger el segundo, el lobo le mordió la mano con una de las cabezas y se la tragó. Acto seguido se transformó en un halcón y salió volando con los otros dos pedazos aun incrustados, ahora sirviéndole de ojos.
Los escorpión dedicaron todos sus esfuerzos en encontrar a Kegelapam ahora en su nuevo estado y lo hicieron. Pero cuando dieron con el halcón, ya muerto en una montaña, los fragmentos de la Lágrima Roja, ya habían desaparecido, seguramente escondidos por el astuto ser a modo de venganza.
Desde entonces, un fragmento está en poder de los escorpión, pero los otros dos, aun no se encontraron. Los Escorpión nunca han cejado en el empeño de encontrar los dos pedazos y vengar la ofensa y en su empeño, se han convertido en una hermandad poderosa, donde el precio a pagar por conseguir los objetivos no es algo que les preocupe.
Erwan guardó la Lágrima Roja junto al Corazón Escorpión como le había prometido a su dueño y comenzó a reunir a los mejores guerreros de los alrededores para custodiar las reliquias y mantenerse alerta ante la sempiterna amenaza de un regreso. Formaron la Hermandad del Escorpión y buscaron el lugar más propicio para esconder aquellas reliquias con el fin de salvaguardar la paz del mundo de los hombres. Aun quedaban bestias oscuras en el mundo, creaciones de las guerras entre los dioses antiguos , y todas acechaban a los hombres y a lo que custodiaban, pues el Corazón Escorpión, podía hacerlos muy poderosos y dominarse unos a otros.
Los escorpión cavaron muy profundo, tanto como para crear la guarida de un escorpión gigante, pero mientras lo hacían, un lobo con tres cabezas atacó a los hombres en busca del poderoso elemento. Erwan, defendió las reliquias junto al resto de escorpiones, pero el tiempo había pasado y Erwan, que había tenido una vida muy larga desde aquel encuentro que salvó el mundo, no tenía la fuerza de antaño. Eso sí, aun tenía la astucia de entonces y como aquel gran día del pasado, pensó en cómo vencer al lobo de las tres cabezas, aquel que llamaban Kegelapam. No había otra solución, cogió una piedra y partió la Lágrima Roja en tres fragmentos para lanzarlo a cada cabeza de Kegelapam. Cogió su honda y lanzó los pedazos rojos que impactaron en las frentes del lobo, que cayó abatido entre grandes sufrimientos.
Erwan corrió hasta Kegelapam cuando vio que ya no se movía y alargó su mano para coger los fragmentos de nuevo y volverlos a unir, algo que pensaba hacer añadiendo algo más de su sangre. Cogió el primer fragmento de la primera cabeza y cuando fue a coger el segundo, el lobo le mordió la mano con una de las cabezas y se la tragó. Acto seguido se transformó en un halcón y salió volando con los otros dos pedazos aun incrustados, ahora sirviéndole de ojos.
Los escorpión dedicaron todos sus esfuerzos en encontrar a Kegelapam ahora en su nuevo estado y lo hicieron. Pero cuando dieron con el halcón, ya muerto en una montaña, los fragmentos de la Lágrima Roja, ya habían desaparecido, seguramente escondidos por el astuto ser a modo de venganza.
Desde entonces, un fragmento está en poder de los escorpión, pero los otros dos, aun no se encontraron. Los Escorpión nunca han cejado en el empeño de encontrar los dos pedazos y vengar la ofensa y en su empeño, se han convertido en una hermandad poderosa, donde el precio a pagar por conseguir los objetivos no es algo que les preocupe.
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