"De cómo Jareth conquistó Camelot"

Cuenta la Leyenda que mucho más allá de las fronteras occidentales de Camelot existía un Reino formado por un vasto Laberinto que era gobernado por un ejército de goblins dirigido por un poderoso Rey llamado Jareth.

Jareth vivía en un Castillo en mitad del Laberinto… y cuenta la Leyenda que Jareth solía observar a través de una bola de cristal a una muchacha llamada Sarah, de unas tierras que quedaban más allá del cielo de Camelot y el Laberinto… una muchacha que llamaba profundamente su atención.

Cuenta la leyenda que una noche Sarah le llamó… desde la tierra más allá de las estrellas llamó al Rey de los Goblins para que se llevara a su hermano menor, en un arrebato de cólera.

“DICE LA LEYENDA QUE SI LOGRAS PRONUNCIAR LAS PALABRAS ADECUADAS, EL REY DE LOS GOBLINS VENDRÁ Y CONCEDERÁ TODOS TUS DESEOS”
... ¡REY DE LOS GOBLINS! ¡REY DE LOS GOBLINS!
¡SI ESTÁS POR AQUÍ, LLÉVATE A ESTE NIÑO BIEN LEJOS DE MI!

(No es así, quién le ha enseñado esa idiotez?!
La frase no empieza por "rey de los goblins!")

...OJALÁ...OJALÁ...
OJALÁ VINIERAN LOS GOBLINS Y SE TE LLEVARAN. AHORA MISMO.

Jareth, no dudó en acudir a la llamada de la joven que amaba y raptó a su hermano para llevarlo a su Castillo.
Pero Sarah se arrepintió de sus palabras y pidió a Jareth que le devolviera al niño.

Pero el Rey de los Goblins no quería perderla, y se mostró ante ella diciéndole que para recuperar a su hermano habría de ir a buscarlo a su Reino. Así llevó a Sarah al laberinto.

Jareth le dio trece horas. Durante aquellas trece horas Sarah cruzó el Laberinto, resolvió acertijos, superó pruebas mentales, trampas y hechizos. Todo para que su hermano no se convirtiera en otro goblin. Conoció amigos y fantásticos lugares. Incluso bailó con el Rey en un hermoso encantamiento…

“POR INCREÍBLES PELIGROS E INNUMERABLES FATIGAS, ME HE ABIERTO PASO HASTA EL CASTILLO MÁS ALLÁ DE LA CIUDAD DE LOS GOBLINS…”

Pero la verdadera prueba llegó al final. Al llegar al Castillo, Sarah tuvo que decidir entre seguir soñando en un mundo de cuentos de hadas o aceptar la realidad y volver a su mundo para abandonar a Jareth.

PORQUE MI VOLUNTAD ES TAN FUERTE COMO LA TUYA. Y MI REINO IGUAL DE GRANDE

Sarah decidió marcharse

¡NO TIENES PODER SOBRE MÍ!

Jareth nunca entendió su marcha… y nunca entendió por qué decidió dejar de soñar. El tiempo pasaba en el Laberinto y Jareth se quedaba en el Castillo, mirando la bola de cristal.. intentando ver a Sarah desde ella. Pero ya no la veía. Había dejado de soñar.

Cuenta la Leyenda, que un día, llegó a los oídos de Jareth que existía un Reino llamado Camelot, un Reino apodado el Reino de los Sueños, más aún que su propio Laberinto. Un lugar en el que todo podía pasar.

El Rey de los Goblins, que nunca perdió la esperanza de recuperar a la muchacha ni de que ella volviese a soñar, pensó que quizá ese Reino sí era lo suficientemente mágico para hacer que Sarah se quedara si volvía. Así que decidió conquistarlo. Esperó… y esperó… esperó a que fuera el momento oportuno.

Cuenta la Leyenda que una Guerra Interna estalló en Camelot. Que el Reino se dividió en Hermandades.. y que aprovechando la escisión interna, Jareth penetró en las fronteras con su ejército de goblins ayudado por su poderosa magia para hacerse con el trono.

Un nuevo Laberinto, nuevos poderes, robó la magia del lugar para hacerla suya… comenzó a planear el nuevo rapto de un niño.. y todo con un objetivo: hacer que Sarah regresara.

Hacia horas que la noche había caído sobre Camelot. La madrugada se presentaba fresca, dando un respiro al calor sofocante de los días de verano. Una luna casi llena colgaba de la oscuridad haciendo que las tinieblas no fueran tal cosa a ras de suelo…o quizá haciendo que lo pareciesen más.

Camelot estaba en calma, pocos sonidos invadían la ciudad a esas horas a excepción hecha de los ronquidos de algún goblin que se había dormido haciendo su ronda. Fuera de las murallas, en el bosque, no se oían más que las alimañas nocturnas y alguna que otra chicharra o grillo frotando sus patas. Más allá, hacia unos meses no había nada, pero ahora solo se tenía que alzar la mirada y ver ese castillo, aparecido de a saber dónde, del cual no se veía su base, pues se perdía entre brumas en el centro de un inmenso laberinto.

Y en una ventana, en la torre más alta de ese castillo estaba el amo y señor de todo aquello; del laberinto y su castillo, de los goblins y de los pantanos, Jareth, el Rey de los Goblins. Miraba a los lejos, con esa mirada bicolor, sentado en el alfeizar de la ventana, su pierna derecha pendía en el vacio de la torre, mientras la izquierda la tenia doblada y su brazo izquierdo descansando sobre ella. En su mano derecha sostenía tres esferas de cristal y las hacía girar casi de forma distraída, sin temor a perderlas en una caída fortuita.


Pero si en ese momento cualquier persona o goblin le hubiese visto, no diría que era el mismo. El siempre superficial, caprichoso y egoista Jareth, cuando se sabía solo, cambiaba su semblante. Sus ojos adquirían una profundidad inusual y su expresión se tornaba seria y dura como el mármol. Y lo único que ocupaba su mente, en las madrugadas silenciosas, era una mujer. Sarah. La única con la que hubiese compartido su reino y su vida, la única por la cual hubiera sido él el siervo a sus órdenes. La única de la que se había enamorado…..y la única que le había rechazado.

De la tristeza y la nostalgia, sus ojos pasaron a reflejar odio y furia. Cómo había osado rechazarle?? Le hubiera dado el mundo si se lo hubiera pedido!! Y ahora estaba solo, por su culpa. Ahora se veía obligado a recordarla y a amarla en la distancia y eso le enfurecía y le dolía a partes iguales. No concebía el hecho de que ella hubiese preferido su mundo y su hermanito llorón y pesado, a una vida de mágia y fantasía junto a él…

Ay, Jareth, poco acostumbrado a que le llevasen la contraria. Se había prometido cada noche que la olvidaría y cada noche se descubría pensando en ella como el primer día. A su parecer, él había hecho todo lo que ella deseaba, llevarse al crio que la molestaba y darle una aventura propia, nada de libros e historias ajenas, sino suya, suya y de él. Pero no, a ella no le había bastado y se había marchado. Maldita fuese ella y su hermano y maldito su mundo de tecnología y poca imaginación!!...y a la vez, la echaba tanto de menos….

Un suspiro escapó de los labios de Jareth y cerró los ojos un instante para calmar su corazón y sus pensamientos, deteniendo su mano, deteniendo esas esferas. Y, como cada noche, también, el desánimo aparece. Por que seguir con lo que hacia? Por que conquistar un reino y hacerse con más niños? Por que engrosas sus ejércitos de goblins? Pero sabe que solo hay una respuesta para esas preguntas, esperanza. Pues todo lo hace para volver a verla, para, de algún modo, llamar su atención y que Sarah volviera a él. Esa era su manera de reclamarla… esa era su manera de amarla.

El libro verde de Camelot comenzó a escribir en sus blancas e impolutas hojas.

El Rey de los Goblins permanecía taciturno observando una cajita de música donde una bailarina de larga meleoscura y vestido azul danzaba en círculosa y otra vez, Jareth no apartaba sus dispares ojos, uno verde , el otro oscuro de la figurita que se movmovían cesar al son de la musmúsica. otro lado un reloj de arena vertía los últimos granos sobre el montoncito dorado de la parte inferior, el tiempo se había acabado y era la hora de actuar.


Se incorporo de golpe decidido y concentrado, asomándose por el alfeizar de la ventana observando el reino de Camelot, era una noche oscura, sin luna ni estrellas, todo estaba calma, no soplaba el viento, la ciudad estaba sumida en sombras, ya que el toque de queda obligaba a todo el mundo a estar en sus casas un par de horas antes, con suerte la mayoría estarían dormidos, ese era el motivo del toque de queda, impedir que nadie se diera cuenta de lo sucedido antes de tiempo.


Un gato revuelve en el puerto entre las redes en busca de algún pescado que devorar, cuando suelta un bufido y se eriza ante la presencia de unas sombras que corretean y se cuelan en una casa cercana, pronto las pequeñas criaturas reaparecen con un bulto y tan rápido como han aparecido se esfuman dejando al gato erizado y asustado con su pescado pasado.


En los barrios altos de la ciudad un matrimonio de adinerados comerciantes da una fiesta en su casa, el salón esta abarrotado de gente y la música y las risas resuenan por toda la planta principal, mas arriba una criada entrada en carnes dormita junto a una cuna. Una ventana se abre y un sonido amortiguado de pisadas recorre la estancia, antes de la que criada vuelva a roncar la cuna ya esta vaciá y las pisadas se alejan a toda velocidad.


Unas horas antes del amanecer una mujer joven despierta asustada, pesadillas de nuevo que tontería se dice para si, todo esta bien ,se gira hacia la ventana que esta abierta para que corra algo de aire en esas calurosas noches de verano, su marido ronca al lado ajeno a los desvelos de la joven, mira un momento la cunita que hay al fondo del cuarto , se levanta despacio para no despertar al hombre. Sonríe al ver el pequeño bulto que se hay envuelto en sabanas, alarga la mano para retirar la sabanque cubre el rostro de su hijo...


Un grito desgarrador llena las oscuras y solitarias calles del barrio oeste de Camelot, donde había un precioso bebe de rizos dorados ahora hay un melón pintarrajeado con una mueca que pretende ser una sonrisa.