Twelve Bangs Gang
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Camelot :: Fortaleza :: Mundos Paralelos
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Twelve Bangs Gang
Habilito este hilo para que el grupo de forajidos vaya colgando sus andanzas, sus golpes y sus movimientos por Twin Falls.
**Nota: Hay que tener en cuenta que algunas de las escenas no se rolearán en presencia del resto de usuarios. ¿Eso que significa? Que solo hay los testigos que en el rol se faciliten [Como cuando hubo un ataque a la granja de Pepito Grillo y solo estaba ahí el susodicho José.] Por lo tanto, los pequeños datos que pueden llevar al user averiguar qué personaje está involucrado en la banda no pueden ser usados como por ensalmo por su propio pj.
En las escenas que sí hay testigos oculares de personajes que están en la lista... ¡Aprovechad! Ellos son los testigos, ellos ofrecerán todos los datos que puedan de lo que hayan visto, así como su posible teoría de quiénes o quién creen que es seguro que forma la banda.
Y todo personaje acusado tiene derecho de presentar una coartada sólida. Si la tiene, uno se joroba. Si no convence... Ajá... ¡Para eso está el juego!
(Y no me seáis cochinos con el nombre del post, que os conozco xD)
**Nota: Hay que tener en cuenta que algunas de las escenas no se rolearán en presencia del resto de usuarios. ¿Eso que significa? Que solo hay los testigos que en el rol se faciliten [Como cuando hubo un ataque a la granja de Pepito Grillo y solo estaba ahí el susodicho José.] Por lo tanto, los pequeños datos que pueden llevar al user averiguar qué personaje está involucrado en la banda no pueden ser usados como por ensalmo por su propio pj.
En las escenas que sí hay testigos oculares de personajes que están en la lista... ¡Aprovechad! Ellos son los testigos, ellos ofrecerán todos los datos que puedan de lo que hayan visto, así como su posible teoría de quiénes o quién creen que es seguro que forma la banda.
Y todo personaje acusado tiene derecho de presentar una coartada sólida. Si la tiene, uno se joroba. Si no convence... Ajá... ¡Para eso está el juego!
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Absenta90- Caballero
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Localización : Islas Coco (Keelings)
Fecha de inscripción : 29/03/2010
Madrugada del 11 de agosto
Pese a que la media noche había caído ya hace un par de horas, el calor que envolvía la noche era demasiado elevado. Era una noche sin luna llena en la que las estrellas pululaban y centelleaban en el cielo. Un cielo completamente claro y sin ninguna nube en el que una figura corría a gran velocidad a lomos de un cabalo.
- Uoooo... Quieto... - Tras tirar de las crines del caballo detuvo al mismo y se bajó de su lomo antes de darle una leve palmadita en el cuello. Los ojos, acostumbrados a la oscuridad de la noche levantaron la mirada hacia arriba, hacia el cielo antes de que sus pies se acomodasen al tacto que mezclaba la tierra y el polvo. Se encontraba descalzo.
No había esperanza en su mirada, sino determinación. La determinación propia de una persona que tenía que llevar a cabo una misión costase lo que costase. Dió algunos pasos hasta toparse con el poste de telégrafos. Era fácilmente reconocible, pues no es que hubiesen demasiados "árboles" por esa zona. Tras rozar un poco la madera se empezó a encaramar al mismo poste subiendo hacia arriba.
El ascenso fué lento y complicado pues el poste rebalaba bastante, pero la figura, demostrando agilidad ascendió hasta la parte superior. Después, tras agarrarse del soporte que mantenía el tendido en su sitio sacó de su cinto un puñal, enfundado en una delicada vaina de cuero y empezó a cortar el tendido. Uno.. dos.. tres.. cuatro.. Los segundos fueron largos hasta que al final el tendido terminó por ceder y el cable cayó hacia un lado, o al menos la mitad hacia la que había cortado. Una vez que ese extremo cayó, el hombre sonrió con algo de suficiencia. Se deslizó hacia abajo terminando por posar sus pies sobre el suelo de nuevo.
Caminó algunos metros hasta que se agachó y tomó el cable. Emitió un suave silbido para llamar la atención del caballo que se había alejado un poco para buscar algo de comer. El mismo, al escuchar el silbido se acercó hacia su dueño y golpeó el suelo con la pata levantando un poco de polvo.
- Shhh todo está bien, no te preocupes. Solo un pequeño esfuerzo y regresamos a casa, ¿de acuerdo? - Palmeó de nuevo el lomo del animal y tiró algo del tendido que había cortado. Ató esa parte del mismo en el cuello del animal y se agarró de nuevo a sus crines para subirse al mismo. Tras hacerlo, tiró levemente de las crines y espoleó a su montura para indicarle que debía de moverse.
Y así lo hizo, el fuerte caballo se empezó a mover en la dirección en la que el jinete lo iba dirigiendo. ¿Su intención? Era bastante clara. Conforme se iba moviendo el tendido iba estirándose. Esos primeros pasos se convirtieron en un galope y empezó a correr siguiendo la línea de postes arrancando el cable entre uno y otro acción que siguió sucediendo durante poco más de medio kilómetro. Cuando esa distancia fué lo suficientemente grande, el jinete se detuvo y palmeó de nuevo el lomo del animal.
- Ohhh. Buen trabajo chico, buen trabajo. - Y descendió de nuevo del caballo con un ágil salto. Agarró el cableado y cortó el mismo por otro extremo antes de empezar a enrollar todo el que había estado arrastrando. Se tomó su tiempo para hacerlo, aunque lo hizo todo lo deprisa que pudo. Al cabo de largos minutos y tras enrollar el cable se lo echó al hombro y se volvió a subir al caballo ayudándose otra vez con las crines del animal. Tras golpearle, suavemente echó a correr, alejándose rumbo a las montañas dejando tras de sí las huellas de su caballo sin herrar.
Twelve Bangs Leader- Esclavo
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Localización : Twin Falls
Fecha de inscripción : 14/08/2013
Periódico de JEROME
¡Jerome ha sido atacada por los indios!
Después del desgarrador suceso que conmocionó a los vecinos de Twin Falls, todavía sin resolver por parte de las autoridades pertinentes, se suma a la desgracia un ataque perpetrado por los pieles rojas en la pacífica población de Jerome.
Los atacantes llegaron cuando la oscuridad les era propicia y reventaron algunos comercios produciendo tan solo pérdidas económicas, ya que, afortunadamente, solo contamos con un herido, un valiente conciudadano que se atrevió a salir de su hogar para enfrentarse a esos salvajes.
Fue reducido vilmente con una flecha en la clavícula, pero lo que no tienen en cuenta esos indios es que esa misma flecha resulta una pista clave para hacerse con ellos, igual que las huellas de sus caballos sin herrar, ¡inconfundibles!
Las autoridades de Jerome ya han tomado parte y se han propuesto resolver el incidente cueste lo que cueste, al contrario que la pobre actuación que se ve en Twin Falls. De hecho, este humilde periodista cree que sería acertado enviar al sheriff de Jerome a la población vecina para echarle una mano con las pesquisas, ya que tanto al capitán Daniel Fields como al nuevo sheriff Maxwell Rogers se les resisten los salvajes.
Los indios no se saldrán con la suya.
Barry Newers para Jerome Today.
Jueves, 15 de agosto de 1868
Twelve Bangs Leader- Esclavo
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Localización : Twin Falls
Fecha de inscripción : 14/08/2013
ASALTO A LA DILIGENCIA
Hacía un par de horas que el anochecer había caído sobre Twin Falls y las temperaturas decrecieron. Los últimos rayos que cubrieron el cielo de ese tono anaranjado llegaron incluso a empezar a retirarse como si de un cometa -que majestuoso cruza el cielo- se tratase. Solo la oscuridad pareció empezar a cubrirlo. Eran las 22 de la noche, poco más mientras que una figura, sentada a lomos de un caballo se encontraba esperando en las cercanías de un viejo árbol. No como si buscase la sombra que creaba, pero sí como si buscase la intimidad que ofrecía. Entre sus dedos parecía juguetear con un reloj de plata, como si estuviese contando para sí cada uno de los segundos que estaban pasando.
Uno... dos...tres...
La cuenta no parecía terminar, como tampoco lo hacía su mente. Hacía ya poco más de una hora que la diligencia, que llegaba con nuevos recursos: víveres, licor para el saloon, caras y nuevas telas para la sastrería, maderas nobles para el sepulturero y algún que otro encargo hecho por los habitantes de la ciudad. Su trayecto, fue desviado previamente -y a posta-. Un tronco grueso en el viejo camino, que hizo que tuviese que dar un rodeo, llevaría a la diligencia precisamente hacia donde esa figura se encontraba esperando. El tiempo... era solo algo que tenía que pasar... Porque llegaría en cuestión de instantes.
El truco del tronco era infalible. Podían pasar años, décadas, siglos y milenios que seguiría funcionando para cualquier medio de locomoción terrestre. Si una diligencia se topaba con un tronco caído, aún era posible creer en la ingenuidad del ser humano atribuyendo ese hecho a la casualidad. "Oh, un rayo ha tirado el árbol... No sospecharé nada, sino que cogeré otro camino y me meteré en la boca del lobo yo y todas mis provisiones". Así era como pensar el hombre que la manejaba porque había actuado de una forma estúpidamente predecible. Su mente podía ser tan fiable como un reloj de bolsillo. Haría eso, tomaría el otro camino y caería en la trampa que se le tenía aguardada. Si actuaba conforme le correspondía, podría salir con vida y explicarles a sus amigos conductores que no debían fiarse de los troncos que cortaran el paso. Los instantes se acortaban, menguaban y se estrechaban mientras los forajidos se preparaban.
El por qué no esperaron junto al tronco era una respuesta tan sencilla, como turbadora a su vez. Cuando el cochero se encontrase con el camino cortado, pensaría rápidamente en una emboscada, se prepararía, y se pondría en guardia. Pero al pasar el tiempo, vería que simplemente podría tratarse de algo accidental. El otro camino que podía tomar, estaba a su vez lleno de posibles desvíos y de senderos -por los cuales el carruaje no podía pasar- debido a su peso y a la configuración del terreno. Con una certeza tan clara como que en algunas horas saldría el sol, esos hombres permanecían ocultos entre las sombras, esperando algo que minuto a minuto se iba acercando. Era una diligencia pesada. Tirada por cuatro caballos de tiro, fuertes, aunque no demasiado rápidos. La diligencia llevaba protección. No habían sido tontos en ésta ocasión. Sentado en el asiento junto al cochero había un hombre que portaba un rifle, y cuya misión era proteger y defender el contenido de esa diligencia. A caballo, junto a ellos, otro de ellos corría queriendo adelantarse un poco. Sus intereses, eran los mismos. Contratados para proteger y custodiar la diligencia, no eran una garantía de que su contenido fuese especialmente caro, sino el dar la impresión de que contra viento y marea la compañía cumpliría con sus encargos.
Sabían que vendrían cuatro caballos con la diligencia, que, si bien no transportaba minerales preciosos, su desaparición podía hacer temblar la economía doméstica de quien la esperaba pacientemente para capear las siguientes semanas. No había en sus planes, sin embargo, el trote más ligero de un jinete que se adelantaba para abrir el camino. Los imprevistos ocurrían a todas horas, por lo que anteponerse a ellos y enfrentarlos reducía su magnitud a una simple anécdota. Que esa anécdota terminara bien o mal no dependía exclusivamente, aunque el caballo no tenía otra alternativa que ser sacrificado. Realmente los indios eran dignos de admiración con sus conocimientos primitivos, pero precisos de la naturaleza y su entorno. Un proyectil bañado en una de sus reverenciadas sustancias podía producir una paralización instantánea del sistema nervioso del animal, lo que impediría a su jinete llevar a término su misión de una manera un tanto brusca e inesperada para él. Cuatro lanzamientos tuvieron que ser necesarios para aplacar a la bestia, tres más de los esperados en un primer momento. Las patas del caballo se pusieron rígidas y no fue capaz de avanzar, por lo que provocó una aparatosa caída al que lo montaba. El animal se tumbó con un desgarrador relincho y su respiración permanecía agitada, nerviosa, mientras alguien desde la sombra lo celebraba. Un cañón apuntó al guardián de la diligencia antes de que pudiera reponerse de su propio imprevisto.
-Detén la diligencia. Nos vamos a divertir un ratito.
Le dijo en un tono que en cualquier otro contexto habría sonado amable; en éste, burlón. Lo empujó hacia delante. Había una curva y el conductor de la diligencia no podía anticiparse.
Todo empezó a formar una particular coreografía que se sucedió en cuestión de minutos. Las flechas, untadas en una especie de sustancia especial impactaron sobre el caballo. Ya de por si eso fue lo suficientemente doloroso como para que éste intentase ponerse sobre sus dos patas delanteras encabritándose un poco, pero cuando a la cuarta flecha, la sustancia pareció hacer su efecto, ese gesto cambió completamente y pareció que el mismo caía hacia adelante queriendo dar una voltereta derribando a su jinete y cayendo sobre él. El relincho fuerte del caballo. Iiiiiiiiiihhhhhh.... Que pareció ser tan desgarrador como quien araña sobre una pizarra hizo que el cochero y el guarda que estaba a su lado se pusiesen más aún en guardia.
-Algo ha pasado. No te pares, no detengas la diligencia pase lo que pase. ¿Entendido? Son órdenes expresas de la compañía.
Dijo mientras que acomodaba su fiel rifle en el hombro y empezaba a apuntar a su alrededor. Gesto demasiado tardío pues alguien se encontraba ya cerca. Tan cerca de ellos que ni siquiera lo habían podido notar debido a la estrepitosa caída del caballo. Intentó girarse para apuntar hacia esa voz, pero notó el olor del cañón. Esa peste asquerosa a pólvora quemada que se quedaba en cualquier arma aunque no hubiese sido disparada. Movió su mano derecha alejándola del gatillo para presentar que no era ninguna amenaza.
Al otro lado, el jinete no estaba teniendo mejor suerte que el cochero y el guardián. Alguien enmascarado lo retenía. El caballo herido estaba cerca con todos sus miembros agarrotados a causa de la sustancia. El efecto tardaría en pasarse y, mientras tanto, el animal sufriría la angustia de la confusión, de la parálisis, pero aquello era mejor que ver a alguien muerto. Cosa que sucedería de todos modos si a los hombres les entraba la estúpida necesidad de valorar más el cargamento de la diligencia que su vida. El guardián y el cochero habían captado las exigencias de los forajidos a través de una preocupante relación entre el arma, el relincho y la carga en sí, por lo que disminuyeron obedientemente la marcha anteponiéndose a una orden directa. El forajido con la cara bien cubierta esperaba sosteniendo delante de él al guardián, que hizo un ridículo intento por zafarse de él. Se ganó, como correspondía, un certero golpe en el lateral del cráneo con la culata. Una pequeña brecha se abrió dando paso a una leve corriente de sangre. Eso le serviría para recordar que no habría un segundo golpe. No estaba dispuesto a avisarle dos veces.
-Yo de ti no haría eso.
Uno de los forajidos habló, posando su pierna sobre la mano que estaba llevando ya a la empuñadura de su arma para intentar cogerla. Aunque es cierto que llevaba en su mano una pistola, no parecía haberla disparado. Miró de soslayo hacia la diligencia y se agachó para darle un golpe con la culata del arma en la cabeza, en la parte inferior de ésta, para que perdiese la consciencia y no fuese un problema. Uno de ellos estaba ya fuera de circulación, y su caballo se encontraba más preocupado por esa especie de droga que estaba recorriendo su cuerpo sumiéndolo en un particular sueño. Levantó entonces la pistola para apuntar hacia el cochero, pero no dijo nada más. Cerca de ellos se encontraba su compañero, quien había sido tan claro en su amenaza, que la distancia de frenado había sido tan corta, que los caballos habían estado a punto de perder sus herraduras. El guardia, que estaba junto al cochero, recibió un golpe parecido al que el otro compañero recibió. Solo que éste empezó a sangrar por la cabeza y seguramente tardaría en desmayarse algunos instantes.
-Va... vale... Está bien... está bien... ca... capto la idea... Levanta las manos…- Dijo al cochero mientras que levantaba las manos, pues ahora estaban siendo apuntados por otro forajido más.
-No os saldréis con la vuestra, asquerosos hijos de un chacal. -Argumentó el conductor de la diligencia mientras que levantaba las manos... -No llevamos nada valioso, solo comida y telas... ¿Por qué diablos nos robáis?- No tenía buena suerte con los asaltos. La semana pasada fueron los coyotes, la anterior fue una estampida de vacas, y la anterior los indios. ¿Qué pasará la siguiente?
Que si eran unos buenos chicos tendrían una anécdota suculenta para compartir en la próxima tasca que pisaran para agradecerle al Altísimo que seguían con vida. Uno de los forajidos tuvo la precaución de inmovilizar a los hombres que se entregaban libremente. Llevaba unas cuerdas ásperas para tal menester. No podía confiar en que supieran comportarse durante el asalto, pues el miedo, la rabia o la frustración podía hacerlos reaccionar de manera peligrosa para ellos mismos.
-Porque podemos, ¿te parece suficiente, gordinflón?-explicó en un claro desafío a la pasividad de las autoridades locales.
Le hizo un gesto al cochero para que descendiera del pescante y se dejara atar como el resto. Era una buena ocasión, además, para asegurarse de que no escondían armas con las que pudiera, quién sabe, lograr uno de esos ataques sorpresa que tanto se prodigaban en los relatos cutres donde los bandidos eran tontos del culo y los buenos siempre conseguían librarse para imponerse. Eso no pasaría en esta historia, al menos no esa vez.
-¿Porque podéis? ¿Esa es respuesta?-El cochero miraba hacia el que parecía llevar la voz cantante...
Seguía con las manos ahora levantadas esperando y dejando que terminase de atarlo. Las armas habían quedado lejos de sus manos, y simplemente podía defenderse utilizando su lengua, la cual... lejos de ser tan afilada como un cuchillo, revelaba que estaba hasta los mismísimos de su mala y pérfida suerte. El forajido, que había dejado inconsciente al primer de los guardias se acercó hacia la parte delantera de la diligencia sacando de su cinto un cuchillo. Cortó las riendas de los caballos dejando simplemente estos sujetos al soporte de madera y cuero que los mantenía en su posición. Con la cara cubierta, sus ojos eran simplemente lo único que se veía. Estaban cargados de un deje de odio, y de frialdad. Eran lo único que expresaban. Tras cortar esas cuerdas de cuero dejó libres a dos de los cuatro caballos, que salieron corriendo en distintas direcciones. Después hizo un gesto hacia su compañero.
-Cierra el pico si no quieres terminar con una bala en el estómago. No sería una muerte agradable.
Primero fue el cochero, lo agarró y tiró de el para subirlo encima de uno de esos caballos que quedaban, apoyando su vientre contra el lomo del animal como si fuese un mero fardo.
-¿Tienes bien entrenados a los caballos?- Un leve brillo en su mirada indicaba que tenía pensado algo.. Y que de hecho, iba a llevar a cabo. El conductor sobreviviría. Del guardia.. no lo tenía tan claro, ya que ese golpe, parecía pasarle factura. El otro estaba durmiendo como un bendito, y ya tendrían tiempo de ocuparse de él.
-Eh, eh, eh. ¿Qué crees que estás haciendo? No hemos venido aquí para divertirnos con ellos.- Espetó otro de los forajidos que se ocultaba detrás de una máscara que ocultaba la totalidad de su cabeza.-Oh, espera. ¿Es sábado? ¡Es el día de hacer lo que quieras con tus prisioneros! Joder...-Dio una patada rasa al suelo y algo de polvo se levantó. No tengo ninguno consciente para mí. ¿Tendré algún premio dentro de la diligencia? ¿Hay polizones en tu cargamento, gordinflón?-le preguntó al cochero montado forzosamente a caballo.
No podía ver la sonrisa que le provocaba aquella situación y su voz sonaba apagada por el efecto de la máscara. Mientras se ocupaban de los hombres, se acercó a la diligencia y acariciando sus bordes la rodeó para ir a la parte de atrás. Estaban solos. Los patéticos guardianes no habían hecho bien su trabajo y nadie los echaba de menos por ahora.
El forajido no respondió. Simplemente soltó después al caballo y lo espoleó para que se marchase por ahí, alejándose de donde estaban.
-Los caballos de diligencia suelen conocer el camino. Una vez que lo sacas de el, no saben donde ir. Estará dando vueltas hasta que se canse, y él haya soltado toda la comida que ha engullido en su vida.-
Con ojo critico miró al guardia, que sentado todavía sobre la calesa parecía estar perdiendo la consciencia y moviendo su cabeza hacia un lado. El golpe había sido demasiado fuerte. Se subio a una de las ruedas del carruaje y lo empujó para que quedase tumbado sobre el banco. No les molestaría en lo que quedaba ya. El caballo, que quedaba, sería suficiente para llevarse todas las cosas de la diligencia. Se subió sobre el banco, cuidandose de ese guardia y observó las maletas y equipo que estaba encima del carruaje. Cortó las sogas, tenían que coger las cosas con rapidez. Así que el proceso de selección empezó. Tiró algunas de esas cajas hacia abajo, las que no servian sobre todo, pero el premio gordo no pareció estar ahí. Frutas y verduras.. legumbres.. telas... Tenemos que cargar todo esto en los caballos. Tras saltar hacia abajo, se acomodó el sombrero y dio un silbido para atraer a los caballos, que reconocieron esa orden, empezando a acercarse prestos.
No lo decía en serio, solo le estaba tomando el pelo. No se le ocurría cuestionarle; si quería jugar con el cochero y hacerle pasar un rato desagradable porque había tenido la mala suerte de ocuparse de esa diligencia y no de otra, tenía absoluta libertad para actuar. Él también quería jugar un poco, pero no era una acción indispensable. Primero estaba el deber y después el ocio, así que diligentemente se ocupó de cargar la mercancía seleccionada en los caballos. Si pensaba algo del llamativo adiestramiento del que habían tomado parte, no lo comentó en voz alta. Durante aquel momento prefirió centrarse en las cosas que sustraían con asombrosa facilidad, casi se sentía mal por privar a los ciudadanos de Twin Falls de algunas de las cosas que viajaban allí. Sería una semana bastante dura.
Una idea traviesa cruzó por su cabeza y miró al resto del grupo para cerciorarse de que estaban ocupados. Y lo estaban. Los que habían participado se movían rápido de un lado a otro, así que él decidió sacar uno de los cuchillos que escondía en su bota y grabó un mensaje para el sheriff de Twin Falls. Le mandaba sus más cordiales saludos. No se vería a simple vista, pero confiaba en que se acercara a examinar el vehículo lo suficiente como para detectar el mensaje. Escasos minutos más tarde, el trabajo estaba hecho.
El guardia tal vez se recuperara, tal vez no. Pero habían terminado el golpe sin muertos. Aquello no era más que una advertencia.
Twelve Bangs Leader- Esclavo
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Localización : Twin Falls
Fecha de inscripción : 14/08/2013
Desacuerdos y tensiones
Forajido002> Hacía un par de horas desde que el anochecer había muerto y dejó tras de sí un manto de oscuridad y quietud. La luna, se mostraba llena en el cielo e iluminaba con sus rayos plateados la misma tierra, bañando con ellos Twin Falls. Un poco lejos de la aldea, se encontraba el viejo cementerio de Twin Falls. Situado en una pequeña colina, cementerio que quedó en deshuso al construirse la nueva iglesia y hacer otro junto a él por la comodidad -y protección- del descanso eterno de los inquilinos. Nadie solía ir por ahí. Los familiares, aquellos que enterraron a sus seres queridos ahí, ya habían muerto. Tan solo el enterrador, era el único que se pasaba para asegurarse de que todo estuviese bien, como un siniestro y tétrico guardían de los muertos. En el centro de ese viejo cementerio, había un viejo roble. Un roble que había conocido mejores épocas y que a duras penas seguía vivo. Sus raices, profundas, buscaban la poca agua que había en esa zona, algo que ayudaba a que sus hojas, siguiesen siendo verdes y bajo él, la sombra y la hierba pareciese crecer. Bajo él, una figura apoyada en su tronco observaba el viejo camino mientras que se liaba un cigarrillo. Sus ropajes, de colores oscuros, daban la impresión de ser completamente negros bajo la sombra que proporcionaba ese arbol, cubriendo su parte inferior de los rayos de la luna que iluminaban la tierra. Las cruces, maltrechas.. polvorientas.. y lápidas del cementerio, le creaban una particular compañía.
Forajido003> De negro, del mismo oscuro que tiñe el ala de un murcíelago, del mismo espesor que la noche, así vestía, todos estaban de acuerdo que aquel era un lujo para los que, al ampararo de un secreto, buscaban el anonimato. Conocía muy bien el camino, tal vez demasiado, cada esquina, cada recta, alerta ascendió hasta el lugar acordado y él deslizó la mirada entorno sí, en busca de aquel hombre, la mano retrocedió lentamente y se ajustó sobre el revolver, el pulgar retiró el seguro, dejando en el aire el chasqueo del metal, le reconfortó. Seis balas, se dijo y el ceño se frunció. - Tan sólo necesito una - se fue acercando a la figura que, entre las sombras, aún no era reconocible.
Forajido002> Ese punto en el que se encontraba era el perfecto para evitar emboscadas y visitas no deseadas. La luz misma que plateada enviaba la luna sobre la superficie de la tierra hacía que se pudiese ver -quizás no tan lejos, pero cierto es que entregaba una cómoda visión a la que unos ojos acostumbrados a la oscuridad podrían adaptarse-. Tras liarse el cigarrillo, cerró el saquito de tabaco con un leve tirón de sus dientes, guardándolo en el bolsillo de su chaleco de color oscuro. Cubierto con el ala del sombrero ocultaba sus facciones. Su postura relajada y calmada. Sus movimientos nulos. Hacían parecer que no había nadie allí. Tras llevarse el cigarrillo a los labios y dejarlo entre ellos, metió la mano en el bolsillo derecho del chaleco sacando un reloj. Con un leve gesto abrió la tapa y miró la hora. La hora de las brujas. Bastante propicio en gente que era tan religiosa, como eran los habitantes de Twin Falls. Tras cerrar el reloj, escuchando unos instantes esos relajantes "tics.. tacs.." lo volvió a guardar en el bolsillo apoyando su mano diestra sobre la culata de su arma. Se quedó así, esperando. Movía de vez en cuando el cigarrillo entre sus labios, notando el sabor del tabaco y del papel.
Forajido003> El punto carmesí que se encendía con cada calada, era el único delator de su posición, cuando se acercó prefirió que le sonido la precediera a fin de no encontrarse deteniendo una bala con el pecho. - Buenas noches. - al cubrirse bajo las ramas de aquel árbol se detuvo, separó las piernas, meciendo la tierra con las botas, las manos sobre las caderas. Elevó el rostro y sintió el aire de la meseta, seco y esencial, tocando una vez tras otra, con sus dedos sutiles de hipnotizador, las pobres fibras de sus nervios se iban poniendo tensas, tirantes, vibrantes como cuerdas de arpa, como trenzas de ballesta, como jarcias de nave atormentada. Cualquier cosa, la más leve, le hacía retembrar de los pies a la cabeza. Así quedaba de esa suerte , convertida en un aparato peligroso, para ella, vivir era dispararse. - Hemos demorado mucha este encuentro. - tras el precario saludo, viró el rostro enfrentándolo a aquel aire enervante. - Quiero mi parte. - sentenció.
Forajido002> Es necesario para proteger nuestra identidad. -Replicó antes de darle una calada al cigarro exhalando lentamente el humo, humo que salía por una rendija que dejaba entre sus labios. Cerró un instante los ojos. Se percató de ese gesto, de esa postura firme e intranquila de su compañero. Por su parte estaba todo lo tranquilo que una situación así podría ofrecerle. Calma... y sosiego. -Y yo la mía. Pero sabes que hasta que no estemos todos no se hará el reparto. Reparto a partes iguales. Será en ese momento en el que nos despidamos. -Añadio antes de mover un poco el cigarrillo entre sus labios, posando su mirada ahora sobre su compañera. -Hay otras cosas que son algo más apremiantes. Podríamos dar un golpe El último. Y hacer que nos recordasen un poco los buenos habitantes de la ciudad. - Sonrió ligeramente, por primera vez antes de mover otra vez el cigarrillo en los labios para que la ceniza se desprendiese de éste. -El ejército piensa cargar contra los indios. El capitán no se atiende a razones y directamente quieren matarse los unos a los otros. Quizás, estaría bien, hacerle la zancadilla a los soldaditos para que no corran tanto y se paren a mirar lo que tienen a su alrededor. - Entrecerró levemente los ojos antes de darle una calada al cigarrillo de nuevo.
Forajido003> La cuerda del arpa, la trenza de la ballesta y la jarcia atormentada, todas y al mismo tiempo, se estremecieron. Meció los hombros, echándolos hacia atrás, apretó los labios y el ceño se frunció al ritmo de la métrica de sus palabras . Por fin, tras un largo espacio de silencio se giró hacia él. - Es posible que no me explicara bien. No era una sugerencia, no era una pregunta. No ... quiero de "peros" al final de la frase, simplemente quiero mi parte, quiero lo que me corresponde. - Cruzó los brazos sobre el pecho, elevó la bota por la pendiente, a un par de palmos de la otra y apoyó el peso sobre esta, enfatizando cierto gesto de molestia que iba, poco a poco, tornándose enfado. - No quiero enfrentarme al ejército, supongo que tengo mucho más que arriesgar que tú, por eso... puedo entender tu modo de ver las cosas. - descruzó los brazos y la mano cayó sobre la pistola. - Me da lo mismo que estés tú o todos, quiero mi parte.
Forajido002> Quieres tu parte como yo quiero la mía. Eso está claro. Pero no podemos hacer el reparto sin estar todos. No contamos el botín. Y en ese momento no estaba pensando precisamente en contar el mismo, así que, para evitar problemas es mejor hacer el reparto estando todos. O al menos, el jefe. A quien por cierto, creo que va siendo hora de conocer ya. Nos ponemos todos en peligro con éste juego, para que él no tenga nada que arriesgar. - Entrecerró levemente sus ojos y le dió una calada de nuevo al cigarrillo antes de exhalar lentamente el humo creando una particular nube que ascendió hacia el cielo. Tras esa calada posó la mirada otra vez sobre su compañera. - Estamos en la recta final. Estamos llegando a nuestro destino. La prisa no es buena consejera. ¿Quieres tu parte? Cógela. - Movió el cigarrillo entre sus labios antes de separarse del tronco. Tras separarse, camino algunos pasos bajo la sombra que proyectaba ese árbol y se detuvo para girarse y volver a mirarla. -Entiendo perfectamente lo que arriesgas, porque yo hago lo mismo. Y no solo mi nombre. De momento, tú eres quien mejor está. Y eso, más que nadie, debería de permitirte estar más tranquila. - Entrecerró levemente los ojos, analizándola con la mirada.
Forajido003> Giró el rostro hacia él, siguiéndole, sin entregarle un ápice de movilidad sin preveer o atisbar, con el rostro enfrentado al de él, su cuello se tensaba, resaltando aquella vena que , caudalosa y palpitante, naufragaba aplacando su enfado. La trenza de la ballesta acabó por lanzar el birote y en un movimiento rápido desenfundo, ladeó su cuerpo, dejando que la boca metálica de la pistola señalara el pecho del bandido. El pulgar amartilló el arma con un chasquido metálico. Sopesó la dirección de la bala, esta emergería del cañón, en movimiento de giro y traslación, podría impactar en una rodilla, le inmovilizaría, en el vientre, en una muerte lenta, en el corazón, pero en la cabeza, allí , en un punto indeterminado entre las cejas, un disparo allí evitaría dejar un rostro reconocible. El cañón se elevó para corregir la trayectoria. - He dicho mi parte.
Forajido002> Había hablado claro, como siempre solía hacer. Observó como ella desenfundaba y le encañonaba con el arma. Alzó una de sus cejas, aunque pronto esa ceja se bajó cuando frunció el ceño. ¿Le estaba encañonando? Sí, lo estaba haciendo. Su cuerpo, que hasta ahora había estado relajado parecío ponerse un poco en tensión. - Sabes, al igual que yo, donde está el dinero. Si lo que quieres es tu maldita parte, cógela y y desaparece. Si vas a disparar dispara, y por tu Dios, te aconsejo que no falles, porque como me dejes vivo haré que te arrepientas mil y una veces. - Atrás iban a quedar promesas, lealtades y sobre todo recuerdos. Cruzaba una línea que no debería de cruzar. Odiaba a las mujeres ¿Lo había dicho alguna vez? Eran tercas, cambiantes y sobre todo más imprevisibles de lo que uno podría esperar. Su cuerpo se seguía manteniendo en tensión, preparado para saltar hacia un lado por si fuese necesario. Ella seguramente disparase. Él intentaría zafarse o al menos evitar que le diese en algún sitio donde la herida fuese mortal.
Forajido003> La pistola encañonaba el ceño del forajido, en ese mismo momento, el aire pesado de la meseta, seco como un cuerpo lacerado bajo el sol, se introdicía por la nariz, se arrastraba por la garganta, dejando el sabor de aquella tierra áspera y ruda, y por fin se hacía con el control del pecho, saturando su respiración, por mucha bocanada de aire que tomaba, esta, poco saciaba. El sonido rítmico del lartir le colapsó los oidos, visualizó la escena, el arma se dispararía, el percusor habría cumplido su papel, calor, sonido y olor, la pólvora empujaría el metal en su explosión, el cañón humeante y la bala buscaría morder su carne, no tendría reparos, ni argumentos que debatir, concisa, sumisa , traspasaría la ropa, la piel, los músculos y el hueso, a esa distancia podría romperle los huesos. Sangre y consecuencias. Consecuencias.- Flexionó el brazo, el arma apuntó al cielo oscuro de aquella noche cálida y el pulgar devolvió el seguro a su posición de descanso. El aire, pesado y laxo, escapó en un suspiro. - No voy a quedarme mucho más tiempo, mientras que buscais fama, quiero el dinero, quiero que lo trasmitas. Hay que terminar con todo esto de una vez. - no enfundó, pero el arma descansó contra su muslo. - o... lo terminaré yo . - dió un paso hacia atras.
Forajido002> No relajó su semblante ni sus músculos cuando el gatillo volvió a su posición de reposo, incluso cuando el arma quedaba contra el muslo femenino permaneció así. Conocía su puntería y también su velocidad, algo con lo que no podría competir. Seguía con el ceño fruncido. - Le transmitiré a los demás tus palabras. Sabes donde está el dinero, por si quieres coger tu parte. - Dió un paso hacia atrás queriendo mantener con ella una cierta y segura distancia que le permitiese tener algo más de libertad de movimiento. Llegar a ese punto de amenazas no era bueno, ni para él, ni para nadie, pero dejaba claro que los nervios estaban bastante a flor de piel, no solo en la ciudad, sino también con los bandidos. Pareció sonreir de manera un poco irónica. - Gracias por sorprenderme. No me esperaba ésto de tí. Ahora sé que el tiempo ha mostrado lo resentida que eres en realidad. - Dijo de manera amenazante. Se mantenía en tensión por si ella hacía un gesto amenazante con el arma. Desenfundaría, y no lo dudaría. La promesa había quedado rota ya. Y los muertos no mantienen promesas. O eso se dice. -Si no quieres dar el último golpe. Coge tu parte, y esfúmate. Lo haré yo, aunque lo tenga que hacer solo.
Forajido003> " Con una bala en la rodilla, en el muslo, en el codo, se hacen pocas cosas" pensaba mientras le escuchaba y aquel semblante tenso y enfurecido no encontró, en tales pensamientos aliados con que apaciguarse, cerró los ojos lentamente , consciente que su oido revelaría cualquier movimiento, por pequeño que fuera, pero aquello no dejaba de ser peligroso, enfrentarse abiertamente no le entregaría mas ventaja que la del disparo, que la de un solo disparo. Y eso, matemáticamente, era una probabilidad discreta. - Haz lo qué quieras ... pero no toques mi parte, hazlo, sin dejar en evidencia mi mascarada y ... - alzó la mano y el dedo, el índice, apuntó hacia el cielo - No te puedes imaginar lo mucho que puedo sorprenderte, no ... me invites a hacerlo. - otro paso hacia atrás, y otro, al cuarto se giró de talones, la conversación, por su parte se daba por zanjada, mas en lugar de descender directamente por la ladera, abierta bajo la noche, decidió tomar el camino más angosto, entre los chopos que, de algún modo, bordeaban parte de la orilla de un esquélito riachuelo.
Forajido002> Tu mascarada... - Pareció farfullar mientras que la miraba dejando que ella se girase. Dejando que ella pareciese aumentar más la distancia. -Escúchame bien. Has demostrado que eres una vívora que lo único que sabe es enseñar los dientes y que no tiene más lealtad que la que profiesa por sí misma. Haz lo que quieras hacer. Juega a las casitas si es lo que te gusta. Pero tarde o temprano volverá a salir esa naturaleza tuya, y no pienso privarme de verte terminar en la horca. Recuérdalo.- Sonrió de forma algo siniestra antes de moverse, tomando cobertura con el arbol para alejarse, utilizando esa misma cobertura para evitar sus acciones. 2Aunque para ello, tenga que dar algunos empujoncitos en ese camino. Felicidades. Has caído lo más bajo que puedes caer. - Terminó por sentenciar antes de alejarse aunque se sujetaba el arma. ¿El cigarrillo? Hacía rato que se consumió entre sus labios dejando simplemente el resto apagado y marchito. Se alejó algunos pasos más mirando hacia atrás no queriendo encontrarse con una bala perdida, después aprovechó la pentiente para descender y tomar un viejo sendero, que conduciría hasta donde estaba atado su caballo.
[¿Continuará?]
Forajido003> De negro, del mismo oscuro que tiñe el ala de un murcíelago, del mismo espesor que la noche, así vestía, todos estaban de acuerdo que aquel era un lujo para los que, al ampararo de un secreto, buscaban el anonimato. Conocía muy bien el camino, tal vez demasiado, cada esquina, cada recta, alerta ascendió hasta el lugar acordado y él deslizó la mirada entorno sí, en busca de aquel hombre, la mano retrocedió lentamente y se ajustó sobre el revolver, el pulgar retiró el seguro, dejando en el aire el chasqueo del metal, le reconfortó. Seis balas, se dijo y el ceño se frunció. - Tan sólo necesito una - se fue acercando a la figura que, entre las sombras, aún no era reconocible.
Forajido002> Ese punto en el que se encontraba era el perfecto para evitar emboscadas y visitas no deseadas. La luz misma que plateada enviaba la luna sobre la superficie de la tierra hacía que se pudiese ver -quizás no tan lejos, pero cierto es que entregaba una cómoda visión a la que unos ojos acostumbrados a la oscuridad podrían adaptarse-. Tras liarse el cigarrillo, cerró el saquito de tabaco con un leve tirón de sus dientes, guardándolo en el bolsillo de su chaleco de color oscuro. Cubierto con el ala del sombrero ocultaba sus facciones. Su postura relajada y calmada. Sus movimientos nulos. Hacían parecer que no había nadie allí. Tras llevarse el cigarrillo a los labios y dejarlo entre ellos, metió la mano en el bolsillo derecho del chaleco sacando un reloj. Con un leve gesto abrió la tapa y miró la hora. La hora de las brujas. Bastante propicio en gente que era tan religiosa, como eran los habitantes de Twin Falls. Tras cerrar el reloj, escuchando unos instantes esos relajantes "tics.. tacs.." lo volvió a guardar en el bolsillo apoyando su mano diestra sobre la culata de su arma. Se quedó así, esperando. Movía de vez en cuando el cigarrillo entre sus labios, notando el sabor del tabaco y del papel.
Forajido003> El punto carmesí que se encendía con cada calada, era el único delator de su posición, cuando se acercó prefirió que le sonido la precediera a fin de no encontrarse deteniendo una bala con el pecho. - Buenas noches. - al cubrirse bajo las ramas de aquel árbol se detuvo, separó las piernas, meciendo la tierra con las botas, las manos sobre las caderas. Elevó el rostro y sintió el aire de la meseta, seco y esencial, tocando una vez tras otra, con sus dedos sutiles de hipnotizador, las pobres fibras de sus nervios se iban poniendo tensas, tirantes, vibrantes como cuerdas de arpa, como trenzas de ballesta, como jarcias de nave atormentada. Cualquier cosa, la más leve, le hacía retembrar de los pies a la cabeza. Así quedaba de esa suerte , convertida en un aparato peligroso, para ella, vivir era dispararse. - Hemos demorado mucha este encuentro. - tras el precario saludo, viró el rostro enfrentándolo a aquel aire enervante. - Quiero mi parte. - sentenció.
Forajido002> Es necesario para proteger nuestra identidad. -Replicó antes de darle una calada al cigarro exhalando lentamente el humo, humo que salía por una rendija que dejaba entre sus labios. Cerró un instante los ojos. Se percató de ese gesto, de esa postura firme e intranquila de su compañero. Por su parte estaba todo lo tranquilo que una situación así podría ofrecerle. Calma... y sosiego. -Y yo la mía. Pero sabes que hasta que no estemos todos no se hará el reparto. Reparto a partes iguales. Será en ese momento en el que nos despidamos. -Añadio antes de mover un poco el cigarrillo entre sus labios, posando su mirada ahora sobre su compañera. -Hay otras cosas que son algo más apremiantes. Podríamos dar un golpe El último. Y hacer que nos recordasen un poco los buenos habitantes de la ciudad. - Sonrió ligeramente, por primera vez antes de mover otra vez el cigarrillo en los labios para que la ceniza se desprendiese de éste. -El ejército piensa cargar contra los indios. El capitán no se atiende a razones y directamente quieren matarse los unos a los otros. Quizás, estaría bien, hacerle la zancadilla a los soldaditos para que no corran tanto y se paren a mirar lo que tienen a su alrededor. - Entrecerró levemente los ojos antes de darle una calada al cigarrillo de nuevo.
Forajido003> La cuerda del arpa, la trenza de la ballesta y la jarcia atormentada, todas y al mismo tiempo, se estremecieron. Meció los hombros, echándolos hacia atrás, apretó los labios y el ceño se frunció al ritmo de la métrica de sus palabras . Por fin, tras un largo espacio de silencio se giró hacia él. - Es posible que no me explicara bien. No era una sugerencia, no era una pregunta. No ... quiero de "peros" al final de la frase, simplemente quiero mi parte, quiero lo que me corresponde. - Cruzó los brazos sobre el pecho, elevó la bota por la pendiente, a un par de palmos de la otra y apoyó el peso sobre esta, enfatizando cierto gesto de molestia que iba, poco a poco, tornándose enfado. - No quiero enfrentarme al ejército, supongo que tengo mucho más que arriesgar que tú, por eso... puedo entender tu modo de ver las cosas. - descruzó los brazos y la mano cayó sobre la pistola. - Me da lo mismo que estés tú o todos, quiero mi parte.
Forajido002> Quieres tu parte como yo quiero la mía. Eso está claro. Pero no podemos hacer el reparto sin estar todos. No contamos el botín. Y en ese momento no estaba pensando precisamente en contar el mismo, así que, para evitar problemas es mejor hacer el reparto estando todos. O al menos, el jefe. A quien por cierto, creo que va siendo hora de conocer ya. Nos ponemos todos en peligro con éste juego, para que él no tenga nada que arriesgar. - Entrecerró levemente sus ojos y le dió una calada de nuevo al cigarrillo antes de exhalar lentamente el humo creando una particular nube que ascendió hacia el cielo. Tras esa calada posó la mirada otra vez sobre su compañera. - Estamos en la recta final. Estamos llegando a nuestro destino. La prisa no es buena consejera. ¿Quieres tu parte? Cógela. - Movió el cigarrillo entre sus labios antes de separarse del tronco. Tras separarse, camino algunos pasos bajo la sombra que proyectaba ese árbol y se detuvo para girarse y volver a mirarla. -Entiendo perfectamente lo que arriesgas, porque yo hago lo mismo. Y no solo mi nombre. De momento, tú eres quien mejor está. Y eso, más que nadie, debería de permitirte estar más tranquila. - Entrecerró levemente los ojos, analizándola con la mirada.
Forajido003> Giró el rostro hacia él, siguiéndole, sin entregarle un ápice de movilidad sin preveer o atisbar, con el rostro enfrentado al de él, su cuello se tensaba, resaltando aquella vena que , caudalosa y palpitante, naufragaba aplacando su enfado. La trenza de la ballesta acabó por lanzar el birote y en un movimiento rápido desenfundo, ladeó su cuerpo, dejando que la boca metálica de la pistola señalara el pecho del bandido. El pulgar amartilló el arma con un chasquido metálico. Sopesó la dirección de la bala, esta emergería del cañón, en movimiento de giro y traslación, podría impactar en una rodilla, le inmovilizaría, en el vientre, en una muerte lenta, en el corazón, pero en la cabeza, allí , en un punto indeterminado entre las cejas, un disparo allí evitaría dejar un rostro reconocible. El cañón se elevó para corregir la trayectoria. - He dicho mi parte.
Forajido002> Había hablado claro, como siempre solía hacer. Observó como ella desenfundaba y le encañonaba con el arma. Alzó una de sus cejas, aunque pronto esa ceja se bajó cuando frunció el ceño. ¿Le estaba encañonando? Sí, lo estaba haciendo. Su cuerpo, que hasta ahora había estado relajado parecío ponerse un poco en tensión. - Sabes, al igual que yo, donde está el dinero. Si lo que quieres es tu maldita parte, cógela y y desaparece. Si vas a disparar dispara, y por tu Dios, te aconsejo que no falles, porque como me dejes vivo haré que te arrepientas mil y una veces. - Atrás iban a quedar promesas, lealtades y sobre todo recuerdos. Cruzaba una línea que no debería de cruzar. Odiaba a las mujeres ¿Lo había dicho alguna vez? Eran tercas, cambiantes y sobre todo más imprevisibles de lo que uno podría esperar. Su cuerpo se seguía manteniendo en tensión, preparado para saltar hacia un lado por si fuese necesario. Ella seguramente disparase. Él intentaría zafarse o al menos evitar que le diese en algún sitio donde la herida fuese mortal.
Forajido003> La pistola encañonaba el ceño del forajido, en ese mismo momento, el aire pesado de la meseta, seco como un cuerpo lacerado bajo el sol, se introdicía por la nariz, se arrastraba por la garganta, dejando el sabor de aquella tierra áspera y ruda, y por fin se hacía con el control del pecho, saturando su respiración, por mucha bocanada de aire que tomaba, esta, poco saciaba. El sonido rítmico del lartir le colapsó los oidos, visualizó la escena, el arma se dispararía, el percusor habría cumplido su papel, calor, sonido y olor, la pólvora empujaría el metal en su explosión, el cañón humeante y la bala buscaría morder su carne, no tendría reparos, ni argumentos que debatir, concisa, sumisa , traspasaría la ropa, la piel, los músculos y el hueso, a esa distancia podría romperle los huesos. Sangre y consecuencias. Consecuencias.- Flexionó el brazo, el arma apuntó al cielo oscuro de aquella noche cálida y el pulgar devolvió el seguro a su posición de descanso. El aire, pesado y laxo, escapó en un suspiro. - No voy a quedarme mucho más tiempo, mientras que buscais fama, quiero el dinero, quiero que lo trasmitas. Hay que terminar con todo esto de una vez. - no enfundó, pero el arma descansó contra su muslo. - o... lo terminaré yo . - dió un paso hacia atras.
Forajido002> No relajó su semblante ni sus músculos cuando el gatillo volvió a su posición de reposo, incluso cuando el arma quedaba contra el muslo femenino permaneció así. Conocía su puntería y también su velocidad, algo con lo que no podría competir. Seguía con el ceño fruncido. - Le transmitiré a los demás tus palabras. Sabes donde está el dinero, por si quieres coger tu parte. - Dió un paso hacia atrás queriendo mantener con ella una cierta y segura distancia que le permitiese tener algo más de libertad de movimiento. Llegar a ese punto de amenazas no era bueno, ni para él, ni para nadie, pero dejaba claro que los nervios estaban bastante a flor de piel, no solo en la ciudad, sino también con los bandidos. Pareció sonreir de manera un poco irónica. - Gracias por sorprenderme. No me esperaba ésto de tí. Ahora sé que el tiempo ha mostrado lo resentida que eres en realidad. - Dijo de manera amenazante. Se mantenía en tensión por si ella hacía un gesto amenazante con el arma. Desenfundaría, y no lo dudaría. La promesa había quedado rota ya. Y los muertos no mantienen promesas. O eso se dice. -Si no quieres dar el último golpe. Coge tu parte, y esfúmate. Lo haré yo, aunque lo tenga que hacer solo.
Forajido003> " Con una bala en la rodilla, en el muslo, en el codo, se hacen pocas cosas" pensaba mientras le escuchaba y aquel semblante tenso y enfurecido no encontró, en tales pensamientos aliados con que apaciguarse, cerró los ojos lentamente , consciente que su oido revelaría cualquier movimiento, por pequeño que fuera, pero aquello no dejaba de ser peligroso, enfrentarse abiertamente no le entregaría mas ventaja que la del disparo, que la de un solo disparo. Y eso, matemáticamente, era una probabilidad discreta. - Haz lo qué quieras ... pero no toques mi parte, hazlo, sin dejar en evidencia mi mascarada y ... - alzó la mano y el dedo, el índice, apuntó hacia el cielo - No te puedes imaginar lo mucho que puedo sorprenderte, no ... me invites a hacerlo. - otro paso hacia atrás, y otro, al cuarto se giró de talones, la conversación, por su parte se daba por zanjada, mas en lugar de descender directamente por la ladera, abierta bajo la noche, decidió tomar el camino más angosto, entre los chopos que, de algún modo, bordeaban parte de la orilla de un esquélito riachuelo.
Forajido002> Tu mascarada... - Pareció farfullar mientras que la miraba dejando que ella se girase. Dejando que ella pareciese aumentar más la distancia. -Escúchame bien. Has demostrado que eres una vívora que lo único que sabe es enseñar los dientes y que no tiene más lealtad que la que profiesa por sí misma. Haz lo que quieras hacer. Juega a las casitas si es lo que te gusta. Pero tarde o temprano volverá a salir esa naturaleza tuya, y no pienso privarme de verte terminar en la horca. Recuérdalo.- Sonrió de forma algo siniestra antes de moverse, tomando cobertura con el arbol para alejarse, utilizando esa misma cobertura para evitar sus acciones. 2Aunque para ello, tenga que dar algunos empujoncitos en ese camino. Felicidades. Has caído lo más bajo que puedes caer. - Terminó por sentenciar antes de alejarse aunque se sujetaba el arma. ¿El cigarrillo? Hacía rato que se consumió entre sus labios dejando simplemente el resto apagado y marchito. Se alejó algunos pasos más mirando hacia atrás no queriendo encontrarse con una bala perdida, después aprovechó la pentiente para descender y tomar un viejo sendero, que conduciría hasta donde estaba atado su caballo.
[¿Continuará?]
Twelve Bangs Leader- Esclavo
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Localización : Twin Falls
Fecha de inscripción : 14/08/2013
Re: Twelve Bangs Gang
Forajido001:> El pacto que mantenía unida a la banda había finalizado junto al último día de agosto. Ése era, en principio, el trato que todos los forajidos habían contraído, a pesar de que durante el mes concerniente había habido algún que otro intento de sabotaje. Ya no tenía derecho a pedirles nada ni tampoco estaba el botín para chantajearles con él, sin embargo, a dos de ellos les pidió que se reunieran al otro lado del río, cerca de un reducido lago que les otorgaría cierta intimidad. No recalcó la necesidad de la discreción; si hasta ahora habían podido burlar a las autoridades locales e incluso la del deficiente capitán Fields, no tenía por qué insultarlos. Él aguardaba bajo la sombra de una arboleda, fresca y apacible, casi perfecta para un picnic. El tiempo se estaba suavizando y el calor se había ido junto a la presión, aunque no tardarían en venir los meses malos. Su rostro permanecía cubierto, pero aunque no fuera así sería difícil discernir su identidad porque su cabeza está inclinada, casi oculta entre las rodillas. Cualquiera que pasara por allí podría pensar que la tranquilidad extrema lo ha llevado al sueño. Pero no es así.
Forajido002:> El momento de la acción había terminado, aunque todavía sus actos estaban en el corazón de las buenas gentes de Twin Falls. El miedo, el temor a una guerra siempre estaba latente, como una serpiente de cascabel, apunto de saltar hacia su presa. Un acto en el que ellos, tuvieron una gran parte. Cuando se acercó la hora de la cita, cuando ésta estaba próxima descendió de donde se encontraba. Ya llevaba algo de tiempo en la zona. Escondido para asegurar la seguridad de la reunion. O quizás fuese la propia seguridad. Desde su posición controlaba el lugar de la cita. Oculto en la parte superior de uno de los árboles. Pues allá donde hay agua, siempre suele haber vida. Conocía a sus compañeros, a excepción de una persona. Pero el ansia, y también las ganas de buscar estabilidad hacen que siempre las moralidades pareciesen cambiar. Al igual que las mismas lealtades. Observo una figura que se encontraba esperando ya en el lugar indicado, y miró a su alrededor utilizando un particular catalejo para ver si llegaban el resto de sus compañeros. La foresta y las copas de los árboles le concedían una buena cobertura a la par que una incómoda y nula visibilidad en según qué momentos. Descendió del árbol cuando vió a otra figura acercarse. Había buscado los caminos, salidas, por donde pudiesen llegar soldados, o incluso por donde pudiesen emboscarles. Sabía donde debería ponerse por si tenía que desaparecer o esperar una puñalada trapera de sus compañeros. La hora de las lealtades llegaba a su fin. Descendió del arbol, en el silencio que la distancia le entregó y caminó por esa zona levemente arbolada. Había dejado escondido su caballo, su montura, pero no es que eso le supusiese un gran problema. Se acercó despacio dejando que el sonido de sus botas terminase por anunciar su presencia. Llevaba su sombrero y vestía de manera completamente oscura, algo que facilitó el que se pudiese esconder. La diestra estaba puesta sobre la culata de su revólver mientras que en la zurda parecia juguetear con un cigarrillo, moviéndolo de lado a lado.
Forajido003:> A caballo, su trayecto había sido recorrido sobre una yegua parda de buen caracter que había amenizado el viaje con su tranquilidad, al acercarse al lugar del encuentro elevó el ala del sombrero sobre sus ojos y la sombra sobre ellos se estrechó, con un otear estratégico sopesó los peligros, pero el peso de la curiosidad era sumamente generoso. Este le infundió ánimos y con ellos espoleó a la mantura, entregándole un par de ligeros toques con los talones. Ni ella ni la yegua mostraron demasiada prisa. Se fue acercando y en el camino tranquilo, deslizó la mano, sacó la pistola y la amartilló, dejando claramente cada uno de aquellos movimientos, relajada detuvo la montura y apoyó sobre la silla, entre los muslos el arma. Inclinó la cabeza y la mano libre acarició el ala del sombrero. - A la hora acordada. - Una sonrisa trató de ocultar cierto desánimo, que trataba de enmascarar un nerviosismo lacerante e inquieto. Poco recomendable. - caballeros ... - se acomodó en su montura, pues de esta no descendió, teniendo a bien una cómoda y ventajosa prespectiva.
Forajido001:> (Eran puntuales, al menos debía concederles eso. Los había convocado a ellos porque eran los que más peso habían soportado sobre sus hombros, y aunque nunca llegaron a estar en el punto de la sospecha, sabía o, más bien intuía, que la tensión los había agitado. Solo con ellos se sentía en deuda, sentía que les debía algo: su identidad. No era un líder verdadero, no más que aquél o aquélla y si se había erigido como tal simplemente fue porque era una función adscrita a ser el fundador de Twelve Bangs. Separó las manos del cuerpo despacio para demostrarles que no intentaba ningún truco; tan solo quería ponerse en pie.) Habéis venido a pesar de que el juego se ha acabado. ¿No pensasteis ni por un momento que podía tenderos una trampa, una encerrona... que esto podría ser un señuelo? Supongo que sí lo habéis considerado, pero la curiosidad era más grande, ¿verdad?
Forajido002:> Una vez que se acercó observó a los dos. Se habían reunido menos de los que pensaba, aunque supuso que los demás no estaban tan vinculados a la causa como estaban ellos. Levantó la mirada hacia la mujer y después desvió la mirada hacia el líder cuando éste habló. -Das muchas cosas por sentado. -Como siempre solía suceder en esos juegos. Una de ellas el que no había o habían comprobado la zona. Se llevó el cigarrillo a los labios tras quitarse ese incómdo pañuelo bajándoselo a su cuello y sacó después el encendedor alejando la mano del arma para empezar a chasquearlo hasta que consiguio hacer una pequeña llama. Llama que iluminó algo sus facciones antes de que lo acercase al cigarrillo para darle una leve calada, haciendo que prendiese ese oloroso tabaco que siempre solía fumar. Tras darle una calada guardó el encendedor y exhaló lentamente el tabaco que salió de sus pulmones. Estaba cerca de ellos pero no tan cerca como para que fuese incómodamente peligroso. -Si nos hemos reunido aquí, hoy y ahora, no es precisamente para fastidiarlo al final. ¿No creeis? Sino para otro motivo. -Añadio antes de bajar su mano para posarla en su cadera quedándose cómodamente acomodado así. Quizás la postura no fuese demasiado masculina, pero le permitiría rápidos movimientos en el caso de que fuese necesario. Se mantenía alerta. Los conocía, pero también sabía quién era una serpiente y como tal, siempre podía sorprender. -Es el fin de nuestra organización. Ha pasado el tiempo pactado y ahora debemos seguir con nuestro camino. Pero falta algo, para dar la asociación por terminada. -Dijo mientras que miraba a ambos un instante. - Y es, conocer tu identidad. Todos nos hemos puesto en un gran peligro. Pero tú, has permanecido siempre en las sombras. Es hora que las dejes.
Forajido001:> (Sonreía debajo del pañuelo. Su posición, su amenaza velada, lo que callaba... Nada de eso le asustaba. Otro día tal vez sí, pero no hoy.) Tienes razón, siempre la tienes. Eres el más sensato de todo y a veces envidio eso. (La mujer sobre el caballo parecía preferir un rol más bien pasivo, seguro que estaba meditando algo, pero no podía culparla.) No os he traído con mala fe ni con un propósito cuestionable; quería dejarnos a los tres en igualdad de condiciones, independientemente de la opinión que tenga de vosotros como vecinos, considero que como compañeros es lo que os debo. (Alzó un brazo, pero no para quitarse el pañuelo, sino para hacer una advertencia con el dedo.) No obstante, al igual que vosotros, he tomado mis precauciones. Hay alguien que me espera, que sabe quiénes sois y que tiene una orden muy simple de cumplir si no regresara.
Forajido002:>El forajido emitio entonces una risa, algo fuerte que salió de sus labios sin que pudiese ser controlada. Negó ligeramente y pareció mover entonces el cigarrillo en sus labios para clavar su mirada sobre él líder. - ¿Crees de verdad, que después de todo lo que hemos pasado y de la diversión que hemos corrido íbamos a arruinarlo al final del viaje? No se tú, pero también me esperan, y odiaría dejar una promesa a medias. -Dijo antes de sonreir de manera un tanto maliciosa levantando la mirada de soslayo hacia la forajida. - A todos, nos estan esperando. Esas palabras están de más en este momento. Avisos.. amenazas.. Hemos llegado al final del camino, y si ellos no han sido capaz de atraparnos, no pienso permitir que seamos nosotros mismos quienes le demos ese gustazo. -Dijo para después mover la mano zurda como dándole pie a que pudiese proseguir. -Como bien has dicho, soy sensato. Y no es que entre precisamente en mis planes un bonito duelo al anochecer a dos pistolas y tres bandas. ¿Os pasa lo mismo? -Obsevó a los dos y terminó por darle otra calada. - Prefiero disfrutar de mis monedas bien ganadas con whisky, una mujer sobre mi miembro y comida hasta que pierda el sentido por completo. Y la tengo esperándome. -Dijo de nuevo mientras que al hablar exhalaba lentamente el humo, humo que salía de sus labios.
Forajido001:> (Las amenazas no sobraban, no con ella delante. Realmente no consideraba la posibilidad de que el otro hombre fuera el que abriera fuego contra él, aunque todo podía ser. Sin embargo, era la impulsividad de la mujer a quien temía, pero no quería que sonara como una amenaza exclusiva para ella, sino más bien como algo en general a tener en cuenta.) Vuelves a tener razón. Si los otros no han podido con nosotros, nosotros no deberíamos hacer su trabajo. (Sin embargo, existían los rencores, los celos, la rabia, la desconfianza y demás sentimientos que carcomen cualquier atisbo de sensatez. Observó largamente el cigarro en su boca y pensó en el comentario. No podía evitar pensar en lo de la mujer sobre su miembro. De alguna manera sentía que ése siempre sería su lastre y que cualquier mención era un insulto oculto. Al menos podía reconocer cuándo se estaba poniendo paranoico. Se enderezó y les dio a sus dos compañeros aquello que querían, aquello que les pertenecía: su identidad. Cuando retiró el pañuelo, unos rasgos extraordinariamente corrientes los recibió. No había detrás de él a un imponente rebelado contra la patria, no había unas mejillas hirsutas que intimidaran ni unas cicatrices de guerra que pudieran hablar de su fiereza. Solo la cara lampiña del que había sido y era uno de los vecinos más gentiles de Twin Falls.)
Forajido002:> Miró de soslayo a la forajida, pues sabía que el mismo líder lo decía por ella. No era tan despistado como había pensado y obviamente vió que clase de serpiente era. Siempre era positivo. Desvió la mirada hacia el mismo e inclinó levemente la cabeza para asentir mientras que seguía fumando. -Sí, es cierto. Además, me gusta la idea de saber al sheriff frustrado por no haber podido encontrar nada, y al capitán Daniels más entretenido bajo las faldas de una india. -Sonrio de nuevo con algo de malicia para alzar una de sus cejas. Ese momento había llegado y el líder se estaba quitando su máscara. Esa máscara y velo que llevaba desde el primer momento. Cuando le vió pareció palidecer un poco e hizo el silencio. Uno.. dos.. tres segundos duró ese silencio hasta que el se empezó a reir de nuevo de manera animada. - Jajajajajaja. Vaya, vaya, pero mira a quien tenemos aqui. -Observó al hombre que era su líder y pareció negar ligeramente. -De todos, eras el que menos me esperaba, fíjate. -Habia sido sincero con eso. ¿Quién habria podido pensar que era el.... EL?... Pues nadie. El inofensivo y tranquilón hombrecillo que era en realidad, no era sino una máscara. Sonrió levemente y negó después.
Forajido003:> Callada había permanecido durante todo el tiempo, sentada ... también, con la pistola entre los dedos, con el sol en contra y la mirada que andaba de uno a otro, siguiendo el hilo de la conversación. No decia demasiado porque al respecto poco tenía que decir, supo cuando los comentarios se referian a ella y como resultado a estos mecia los hombros, como si descargara el peso de estos de sobre sí misma. Las palabras se deslizaban por su espalda, le besaban el culo y por fin caian por los costados del caballo. La pistola estaba cargada, seis balas, le gustaba recordarlo . Aquellos ojos miraron a hombre con el cigarro, luego se giró, con toda su curiosidad a flor de piel, y entonces el aire quedó colapsado en su interior, tan sólo al notar que se ahogaba asumió que no estaba respirando, se mordió el labio y el dolor la tornó a la realidad, una risa escapó generosa y perminiciosa por sus labios, tanto que no pudo contener alguna que otra lágrima, pero todo aquello carecía de felicidad o de aquel sentimiento que acompaña, de forma normal, a aquella risa. El arma, al otro extremo de su hombro le encañonó, el pulgar se posicionó sobre el seguro y ella , sin prisa acucó un ojo. - Dame una razón por la no te pegue un tiro, a ti y a ese que sabe de mi... ten en cuenta que no me importa el orden... que te esté apuntando es debido a la simple predisposición en la que te encuentras.
Forajido001:> (Escuchar aquella carcajada le suponía más alivio del que había recibido con la mezcla de ajenjo y romero que, supueramente, debía templar sus nervios. Le hizo sonreír y hasta se le contagió animosamente algo de la risa.) Lo t-t-t-tomaré c-como un hal-lago. (Dijo interpretándose a sí mismo e incluyendo una atrevida reverencia como hacía la gente del teatro al acabar su función; por lo menos tenía claro que con aquel tipo podría seguir compartiendo comidas, conversaciones y anécdotas interesantes. O no. Porque cuando se cuadró de nuevo vio el cañón de esa obstinada y malévola mujer que le destinaba un odio que, dicho sea de paso, no se merecía. Su buen humor se quebró y en su expresión había algo diferente, algo muy diferente a lo que el amable telegrafista acostumbraba a mostrar a sus vecinos.) ¿Una razón? Tengo diez distintas y todas ellas muy bien fundamentadas, créeme. Dime tú solo una por la que debas... (Hizo un gesto desganado con la muñeca.)...proceder.
Forajido002:>Él estaba cansado del desafío y del constante celo que era tratar con una persona que directamente era incorregible. Inestable mentalmente y más aún potenciada por las hormonas de vete tú a saber qué luna y su influjo. Apenas encañonó al líder alzó una de sus cejas y desenfundó el arma para dispararle a ella. Claro.. conciso.. directo. No se iba a entretener en florituras ni tampoco en gestos amables. Disparó hacia el arma que sostenía para hacer que la soltase. O al menos esa era su intención. Solo hizo un disparo, ya fuese como advertencia o como muda palabra. Después elevo el cañon y apunto hacia ella. ¿Cabeza? No ¿Torso? No ¿Muslo? No ¿Vientre? Afirmativo. Sabía y conocía donde un disparo no podía ser mortal pero dar el mayor de los dolores. Dos dias viviria asi, con una bala en el estomago, y sin nadie con la suficiente mano como para saber sacársela y cerrar la herida. - No. Me estoy cansando ya de tu actitud. Como la de un coyote o un perro rabioso que ataca a cualquiera. Guarda esa maldita arma y tus maneras. Estamos aqui para hablar. Y si no quieres hacerlo coge tu caballo y lárgate. -Entrecerró sus ojos de manera amenazante. Estaba cansado, y arto, de que la mujer fuese con pretensiones cuando era más inestable que un bote de nitroglicerina en un carruaje. No, ya bastaba. - Y ahora. Si has terminado de medirtela para ver si la tienes más larga que nosotros. ¿Vas a querer hablar?
Forajido003:> Arqueó una ceja y miró al fumador, al hombre que estaba a su lado y no enfrentando el cañón de su pistola, como si con la mirada pudiera intercambiar una coversación cargada de significado, mudo significado.El disparo se entregó rotundo, perverso y rozó el arma, pero no la apartó de su mano, la siniestra tomó una segunda arma y encañonó al fumador. - Unas disculpas serian, ahora mismo, lo más apropiado. Tienes tres segundos y .. yo no he de medirme con nadie, mucho menos con vosotros dos. Me pedisteis paciencia y la tuve, siendo yo , de los dos, quien más tiene que perder... me mantuve serena, y cumplí con mi parte en todo este asunto. Las sorpresas, lo reconozco. No me gustan. - No le temblaria la mano para disparar, pero la montura se movió molesta por el disparo del hombre, y parecia estar inquietándose.
Forajido001:> ¡No! (Soltó un grito agitado, furioso, que lo sacó de su quietud.) ¿Queréis liaros ahora tiros, queréis llamar la atención? (No había nadie cerca como para notarlo, pero no se podía descartar que hubiera algún merodeador, alguien paseando o cualquier otra contingencia con la que incluso en esas situaciones había que contar.) Ya es suficiente. (Los contempló a los dos, al doctor, pese a haber disparado, con más transigencia que a esa abominable mujer.) Sí, tenías mucho que perder y aún lo tienes si no vigilas lo que haces. No me gusta tener que andar con amenzas a estas alturas, pero parece que contigo solo se puede funcionar así. Baja el arma y recapacita... No estarías todavía aquí si fueras tan estúpida como intentas hacerme creer. (Resopló y echó el aire a un lado. La miró con desgana.) Vamos a dejar nuestros asuntos personales a un lado y vamos a jugar a que somos razonables, al menos un ratito. ¿Puedes hacer eso?
Forajido003:> Puedo. - el pulgar aseguró ambas pistolas y discretamente, sin prisa y con cuidado, las enfundó. Había meditado, la sonoridad de los disparon, en aquella posición, se harian de escuchar a varias millas a la redonda, lo que alertaria la posible incomodidad de posibles invitados. Suspiró pesadamente y por fin alzó las palmas de las manos, lujosamente enguantadas por un cuero de calidad. Tras su demostración de tregua, se propuso descender de la montura, y miró a ambos hombres, esperando de cierto caballero apoyo, ya que ella solía ascender y descender con la ayuda de un cajón con escalones, paciencia , ayuda y siempre y cuando no contara con el factor "faldones" - ¿He de quedarme esperando por mucho tiempo?
Forajido002:>Esperó hasta que la forajida hubo enfundado sus armas para acercarse a ella. Llevó su pistola hacia el cinto y la enfundó de nuevo al ver que parecía haber recuperado la cordura. Y menos mal. Porque no le apetecía para nada tener que abrirle un agujero en el estómago que después el mismo tuviese que remendar. Era sábado, seamos sinceros, todo el mundo merece algo de descanso. Se acercó a ella y llevó sus manos a su cintura para agarrarla y elevarla un poco ayudándola a bajar del caballo para posarla en el suelo. Para nada con ganas, seamos sinceros, pero su vena inglesa tendía a tirar algunas veces. Cuando lo hizo se separó de ella dejándole de nuevo espacio, alejándose de sus manos, y de sus armas. Desvió la mirada hacia el líder y pareció negar un poco. Prefería no hacer ningún comentario sobre eso. -Bien. Entonces sigamos conversando. ¿Qué es lo que vais a hacer vosotros? ¿Os vais a marchar de Twin Falls? -Dijo mientras que miraba a ambos por un instante. Se quito el cigarrillo de los labios y lo dejó caer al suelo para después pisarlo. Lo del disparo, no es que haya sido una buena o mala idea. Sabía que estaban solos, y esa arboleda les daba la perfecta cobertura. Quizás alguien estaba cazando, pues siempre había pequeñas alimañas. De nuevo una buena cobertura para sus actos. Miró de soslayo a ambos, poniendo cierta distancia de nuevo. Una cómoda y agradable para él.
Forajido003:>Quedó con los pies en el suelo, deslizó las palmas de las manos sobre el vientre, el cual era cubierto por un chaleco oscuro y un cinturon de cuero que asía bien a su cintura unos cómodos pantalones. Se estimó la compostura de un modo delator y cuando alzó la cabeza acomodó el sombrero, su recogido quedó cubierto por el ala del sombrero. - Gracias ... muy ... - estiró los extremos del chaqueco - amable. - concluyó con el aseo con una sonrisa. - Pensé que era lo mejor marchar, pero no he recibido respuesta de aquel telegrama, espero ... que no mintiera también en eso y que este llegara a su destino. - inculpó al forajido directamente. Con sinceridad... no confiaba en él. Su engaño habia sido demasiado bueno, demasiado discreto y preocupante. - Si nos es seguro, si, supongo que buscaré la comodidad, aunque por ahora, estoy a espensas de que todo se calme.
Forajido001:> (Chasqueó la lengua y negó con la cabeza. La inquina de ese despreciable ser no conocía límite. Por un momento pensó simplemente en ignorarla, pero le molestaba que dudara de su profesionalidad. Ella no sabía separar lo personal de todo lo demás, creía que, por alguna razón, iba todo unido. Tal vez porque ella misma era de esa manera; no había más que verla. Recordó vagamente su procedencia europea, cerca de lo que se había unificado como Italia, aunque no era exactamente de allí. Si a eso se le sumaba el carácter que de por sí desarrollaban la mayoría de mujeres viudas e insatisfechas, tenía una justificación bastante acertada para su actitud.) Lo mandé, igual que mandé la petición del sheriff Rogers e igual que habría mandado el telegrama del Capitán si los... indios no nos hubieran cortado la línea. (Se cruzó de brazos y contempló a su compañero. Ahora que se había descubierto no notaba el empujón que le daba el anonimato para envalentonarse.) Yo también pensaba marcharme. Estoy cansado de Twin Falls, cansado de Idaho y cansado de... (Se calló. Aquello no era el círculo de las lamentaciones ni el colmado donde cotilleaba su hermana con todas las personas que iban a comprar.) Pero no sé cuándo podré hacerlo. (No quería dejar tirada su oficina, a la que profesaba un gran amor. Después de su casa, era el lugar donde más cómodo se sentía.) De todas formas, me parece preocupante que hayamos podido hacer tantas cosas sin que nos detuvieran. Los impuestos solo pagan comilonas y desmadres, no dan ningún tipo de seguridad.
Forajido002:> ¿Te extraña eso de verdad? -El forajido observó al líder por un instante mientras que alzaba una de sus cejas. -El sheriff.. era el único que tenía cabeza. El alcalde se preocupa de llenarse los bolsillos. El capitán Daniels está más ocupado en su cruzada personal con los indios, y el nuevo sheriff se ha encontrado con una ciudad que no sabía exactamente lo que había pasado. -Añadio con calma mientras que miraba a ambos antes de sonreir ligeramente. -Buenos movimientos, simplemente. Ahora la seguridad de la ciudad no es cosa nuestra. El cableado estará reparado en algunos días. Y el telegrama del capitán llegará a su destino. Si es que se va a enviar. La ciudad será protegida por el ejército y será el gobierno federal el que se encargue de su protección, también sustento, y por supuesto ayuda. Se convertirá en un polvorín. -Analizaba mientras que metia la mano en el bolsillo para sacar una pitilera en la que tenia algunos cigarirllos preparados. Saco uno y se lo llevó a los labios para dejarlo ahí posado, sin llegar a encendérselo. -Momento en el que tenemos que aprovechar para desaparecer. Una buena cohartada. Y por supuesto, una buena oportunidad. Las cosas son así. -Añadio de nuevo mientras que miraba al líder. - Lo siento por tu trabajo, seguramente consigas otro mejor, si es que decides seguir trabajando. -Después desvió la mirada hacia la forajida. - Se que los recuerdos te persiguen, te hará bien abandonar esto y empezar una nueva vida. Ahora hay simplemente que esperar ese momento. Todos.
Forajido003:> Extendió el brazo y estimó el estado de sus uñas, flexionó los dedos y estudió el estado de sus dedos, se necesitaban para disparar y era una costumbre que habia adoptado por los consejos de su esposo. Dudaba de sus palabras, pero de igual modo no lo demostró, más cuando escuchó al respecto de la linea, siguió la mirada del lider hacia el compañero , intuia que los indios no habian realizado aquel trabajo, pero tampoco lo delató, simplemente se dedicó a sospechar. Escuchó a su compañero, incluso cuando el cigarro pendía de sus labios y se mecia de un lado a otro, en precario estado. - El sheriff ha tocado con sus preguntas hilos muy cercanos a nosotros, no podemos subestimarle. Ahora ... yo tendria en cuenta otro factor importante, Vinicio Montanari... no parece un hombre dispuesto a quedarse al margen, impasible ante todo esto, la gente que le rodea, y bajo sus órdenes, me parecen peligrosas, tendriamos a bien... estar alerta, o bien realizar algun movimiento de ...- tornó la mirada hacia el lider y negó con la cabeza, aún le costaba asumir su identidad, cerró los ojos y buscó el hilo de su propia perorata - Por otro lado, si fuisteis atacados por un hombre en el lago... ¿Quién es ese hombre? ¿Por qué está aquí? Espero que no sea por nosotros, parece que es capaz de intimidar al jefe.
Forajido001:> (El hombre tenía razón: la seguridad del pueblo no era algo que le concernía y era cuestión de tiempo que Fort Douglas mandara a más hombres para respaldar al capitán. El dinero del banco seguía en paradero desconocido y eso sí que les haría mover el trasero, aunque no estaba muy convencido de que fueran a cambiar las cosas. La pasividad de los agentes seguiría siendo un problema si alguien quisiera hacer daño de verdad a los vecinos de Twin Falls. El trabajo no le preocupaba, pero no quería dejar colgado al ayuntamiento de golpe y aún necesitaba una paga más. No podía simplemente desaparecer, aunque sus planes no variarían: quería marcharse y en pocos días tendría la oportunidad.) El sheriff ha metido las narices en todo, pero no tiene nada. (Atajó a la mujer, encarándose hacia ella. La mención del lago casi le hace reír.) Es un mercenario y no nos sigue la pista, menos que dé con Montanari y éste le pida ayuda para capturar a los ladrones del dinero de la reserva, entonces... sí. Habría que tener cuidado. No me intimidan los hombres como él. De hecho, fui yo quien le propuso que interrumpiera nuestro encuentro... Quería estudiar qué reacción provocaría en el pueblo, qué piezas movería el sheriff y demás. (Se encogió de hombros dando a entender que a nadie le importó demasiado y que se quedó más bien en un cotilleo jugoso.) Entonces los tres estamos de acuerdo en que queremos zanjar aquí el "legado" de Twelve Bangs, ¿no es así?
Forajido002:> Doy fe de que el sheriff no tiene nada. Nada en absoluto. -Dijo el forajido con conocimiento de causa mientras que miraba a ambos. -Por lo que no tenemos que preocuparnos. Al menos por él. Está dando palos de ciego y no hay ninguna prueba que nos vincule ni nos enlace de ninguna manera con lo sucedido. -Habló mientras que movia de nuevo levemente el cigarrillo en sus labios. -Con respecto al banquero, tampoco tenemos por qué preocuparnos. A perdido el dinero a fin de cuentas. Un asalto en un banco es suficiente golpe como para que su reputacón caiga por su mismo peso, y con ella, el resto de las fichas que seguirán a la primera. -Añadio antes de meterse la mano en el bolsillo para sacar el encendedor y darle algunos leves golpecitos para prenderlo y podérselo acercar al cigarrillo encendiéndoselo de esa manera. - Tenemos que ser muy cautos y movernos ahora lo menos posible. Actuar con tranquilidad, calma.. Y no gastar nada de lo que podamos tener. Serán un par de semanas malas lo que nos espere. El resto... Una vida laaarga con unas buenas sacas de dólares a nuestras espaldas y en nuestros bolsillos. -Le dio una calada al cigarrillo y después cerro los ojos para exhalar lentamente el humo antes de abrirlos y mirar a los demás. - Personalmente. Diría que aún podemos hacer cosas. Estar en contacto por lo menos por si ocurriese algo. Al menos hasta que nos marchemos definitivamente. Todos tenemos vínculos aquí, pero vamos a tener que romperlos por nuestra seguridad.
Forajido003:> Romperlos ... - Ruby pasó por la cabeza de la mujer, cerró los ojos y suspiró, lamentaría tener que abandonarla allí, aunque siempre podria invitarla a venir con ella, los cuatro. Sus hombros mostraron el gesto de desasosiego y se desplomaron. Por otro lado perderia de vista al médico, sus heridas y sus palabras hirientes, eso, no era tan malo. Abrió los ojos. - Te equivocas ... el banquero es un hombre de fuerte caracter, si su honra está en juego se mostrará peligroso, sin duda tiene sus medios. y eso me inquieta. - Negó con la cabeza, depositando las manos sobre los huesos de las caderas, los dedos tamborilearon sobre estos y apoyó el peso de su cuerpo sobre una pierna más que en la otra , pensativa. - estoy conforme en lo referente a no levantar sospechas, ahora bien... -su mirada fue directa hacia el jefe - ¿Quien más sabe sobre nosotros que es te es apoyo? tu seguridad... me inquieta tanto como la del banquero. - llevó la mirada al suelo. - y no estaria mal compensar lo sucedido entre nuestros vecinos, de un modo ... indirecto... llevo pensando en ello, sin saber el modo adecuado, pero lo encuentro - alzó la vista del suelo y sonrió cansada - adecuado y justo.
Forajido001:> Estar en contacto no me parece ningún problema ahora que, al menos nosotros, sabemos quiénes somos. (Y lo decía de verdad, pues quería seguir compartiendo alguna que otra cena en el saloon con su compañero sin ninguna clase de rencores, presiones o desconfianzas. Su trabajo había despertado una gran admiración al igual que su sensatez. En cambio, con ella, si seguían dándose los buenos días sin miradas cargadas de veneno sería todo un milagro.) Mi seguridad no debería inquietarte mientras se mantenga como tal. Te basta con saber con quién no tienes que meterte, eso será suficiente. Respecto a nuestros vecinos, ¿que hay que compensar? Si sus predicciones son acertadas, (señaló con la barbilla al otro hombre) Twin Falls será un lugar bastante seguro y próspero. Es un buen regalo.
Forajido002:> Y no me suelo equivocar en ellas. -Siempre hablaba con conocimiento de causa. O al menos se jactaba de ello. Es lo que tenía poder hablar con unos.. con otros.. saber los movimientos de unos y de otros desde una posición que le daba la confianza y la tranquilidad de un buen saber hacer. Miraba de soslayo a la mujer, odiosa como era, hablar... Y prodigar acerca de la seguridad del banquero así como de la del líder. Palabras que para una mente no acostumbrada a oirlas eran demasiado sutiles, pero para alguien acostumbrado decían mucho más: no respeto, sino un interés oculto acreciante. Le dió una calada de nuevo al cigarrillo antes de exhalar lentamente el humo. -Bien. Nos veremos entonces, en otro momento, no es bueno prolongar demasiado ésta reunión. -Tenia algo que hacer, y ya era hora de dar por finalizada esa reunión tras aclararse los términos. -La gente de Twin Falls encontrará la tranquilidad. Sobre todo porque el piel-roja no estará más en estas tierras. -Dijo antes de separarse de ellos un poco más. No dándoles la espalda pero regresando hacia los árboles. Entrecerró levemente los ojos y curvó los labios en una especie de sonrisa. -Nos vemos en otra ocasión. No os portéis demasiado mal. -Dijo mientras que se seguia alejando para tomar la prudencial cobertura de los arboles y entonces girarse para caminar por entre ellos. A fin de cuentas, ellos sabrían donde encontrarle, como él a ellos.
Forajido003:> Una sensación incómoda se deslizó por su espalda, se regodeó en su vientre y quedó lacerando sus sentidos por el resto del día, era como un sentido que la alertaba de algo, que algo no iba bien , mas no dijo nada, encontraria el momento de saciar aquella sensación. - Espero que esta reunión se haga en otro lugar mucho más cómodo, ahora que ... bueno, nos hemos presentado. - inclinó la cabeza, en un saludo elegante y protocolario de esos ademanes que escapan cuando no son pensados y si ejecutados por la costumbre, sus mejillas se abrumaron y apretó los dientes de camino a su montura. - Si hay alguna novedad sabeis donde encontrarme . - y se donde encontraros, dejó implicito. - Buenas noches.
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