Primer acto
Primer acto
[No apto para mentes sensibles, disculpen las molestias]
En la penumbra que le ofrece el rincón en el que se encuentra, Lord Helven acecha a su presa sin que esta se de cuenta.
Lleva un buen rato estudiando sus movimientos, aunque el bullicio de la taberna lo saca de quicio y hace que su concentración se desvanezca por momentos. El otro hombre, de una mediana edad, calvo completamente, está celebrando una pesca abundante con sus compañeros de faena completamente ebrio. Lenta pero torpemente comienza a desnudarse ante las miradas atónitas de los presentes que lo instan a detenerse entre carcajadas. La cerveza corre en abundancia, casi en exceso podría decirse y el hombre posa ahora sus ojos en la camarera que trae la siguiente ronda. Lord Helven pasa inadvertido y eso, lo hace sentirse algo superior, sonríe.
Parece que la fiesta continúa su curso, la camarera está ahora en apuros, su presa está flirteando con ella con la mezcla del descaro y la altanería de una buena borrachera. Ella, intenta hacer caso omiso del hombre, cosa que lo enfurece. Sus compañeros no hacen nada.
Pasa el tiempo y entre trago y trago Lord Helven puede ver cómo el hombre sigue buscando a la mujer con la mirada. Llegado un momento, decide presentarse ante ella con una jarra de cerveza en la mano. Comienzan a hablar naturalmente pero no puede oír nada debido al bullicio, el humo del tabaco de liar inunda el ambiente cuando de pronto se oye un golpe seco y todo es silencio.
El hombre -su presa- acaba de asestar a la camarera un tremendo golpe en la cabeza con la jarra de cerveza. La joven yace en el suelo inconsciente cuando la gente comienza a gritar, incluso hay gente a punto de lanzarse contra el hombre, que sabiamente decide reunirse con sus amigos y largarse de ese lugar.
Lord Helven se levanta presto entonces, se acerca al suelo, donde la camarera -ya rodeada de sus compañeros- se encuentra y apoya dos dedos enguantados en su cuello.
-Vivirá- Es todo lo que dice, la gente a su alrededor se queda perpleja, nadie había reparado en su presencia hasta ese momento, sin embargo sería dificil olvidar esos ojos una vez vistos, pues a cada parpadeo eran de un color diferente. Nadie sabe si el color original es verde, amarillo, rojo o azul, pero da igual. Todo el mundo se horroriza cuando súbitamente cae en la cuenta de que esos ojos no son normales. Tampoco es que le importe, hace tiempo que esas cosas tan mundanas como el temor, la avaricia, el odio o el amor dejaron de preocuparle.
Sin mediar palabra, sale de la taberna en pos de su presa, que va con sus compañeros de trabajo caminando muelle abajo. Se mete por un callejón y busca entre unas cajas de madera llenas de moho sus utensilios, que no son otra cosa que una daga de material cristalino y un recipiente de color verdusco.
Los sigue con calma, ni siquiera se molesta en ocultar su presencia, aunque no es que haya mucha gente en el muelle a esas horas de la noche.
En cuanto suben al barco, se planta sobre la cubierta como si fuera de su propiedad y se dirige a los camarotes. Alguien le ve, pero hace caso omiso y sigue su camino, no parecen intentar detenerle.
Baja a los camarotes, en el pasillo aun está su presa, charlando animadamente con sus amigos, pero se da cuenta de que algo va mal y mira en su dirección. Una mano se posa en el hombro de Lord Helven. Se gira y mira al incauto que ha osado tocarle a la cara, pero su rival intenta golpearle la cabeza con una porra, que esquiva con tranquilidad. Es su turno, le agarra el brazo y sin saber muy bien cómo, éste ya no está pegado al cuerpo de su dueño. Un chorro de sangre se esparce por la cubierta con el sonido de gritos de alarma y alaridos de dolor a su alrededor. Lord Helven no deja que eso lo confunda y no pierde el tiempo. Se abalanza contra su victima, que está en estado de shock y hace un corte incisivo con la daga a la altura del vientre. Todo a su alrededor es caótico, los compañeros de su presa están detrás y no pueden pasar debido al reducido espacio del pasillo, el hombre, con un corte profundo en el vientre intenta articular una pregunta mientras sus ojos comienzan a apagarse.
-¿Es por ella?- gime
-No-susurra él-es por esto...
Acto seguido su mano se introduce en el vientre del otro hombre y arranca algo de su interior. A continuación, su forma se vuelve borrosa y desaparece dejando el caos bajo la cubierta del barco.
En la penumbra que le ofrece el rincón en el que se encuentra, Lord Helven acecha a su presa sin que esta se de cuenta.
Lleva un buen rato estudiando sus movimientos, aunque el bullicio de la taberna lo saca de quicio y hace que su concentración se desvanezca por momentos. El otro hombre, de una mediana edad, calvo completamente, está celebrando una pesca abundante con sus compañeros de faena completamente ebrio. Lenta pero torpemente comienza a desnudarse ante las miradas atónitas de los presentes que lo instan a detenerse entre carcajadas. La cerveza corre en abundancia, casi en exceso podría decirse y el hombre posa ahora sus ojos en la camarera que trae la siguiente ronda. Lord Helven pasa inadvertido y eso, lo hace sentirse algo superior, sonríe.
Parece que la fiesta continúa su curso, la camarera está ahora en apuros, su presa está flirteando con ella con la mezcla del descaro y la altanería de una buena borrachera. Ella, intenta hacer caso omiso del hombre, cosa que lo enfurece. Sus compañeros no hacen nada.
Pasa el tiempo y entre trago y trago Lord Helven puede ver cómo el hombre sigue buscando a la mujer con la mirada. Llegado un momento, decide presentarse ante ella con una jarra de cerveza en la mano. Comienzan a hablar naturalmente pero no puede oír nada debido al bullicio, el humo del tabaco de liar inunda el ambiente cuando de pronto se oye un golpe seco y todo es silencio.
El hombre -su presa- acaba de asestar a la camarera un tremendo golpe en la cabeza con la jarra de cerveza. La joven yace en el suelo inconsciente cuando la gente comienza a gritar, incluso hay gente a punto de lanzarse contra el hombre, que sabiamente decide reunirse con sus amigos y largarse de ese lugar.
Lord Helven se levanta presto entonces, se acerca al suelo, donde la camarera -ya rodeada de sus compañeros- se encuentra y apoya dos dedos enguantados en su cuello.
-Vivirá- Es todo lo que dice, la gente a su alrededor se queda perpleja, nadie había reparado en su presencia hasta ese momento, sin embargo sería dificil olvidar esos ojos una vez vistos, pues a cada parpadeo eran de un color diferente. Nadie sabe si el color original es verde, amarillo, rojo o azul, pero da igual. Todo el mundo se horroriza cuando súbitamente cae en la cuenta de que esos ojos no son normales. Tampoco es que le importe, hace tiempo que esas cosas tan mundanas como el temor, la avaricia, el odio o el amor dejaron de preocuparle.
Sin mediar palabra, sale de la taberna en pos de su presa, que va con sus compañeros de trabajo caminando muelle abajo. Se mete por un callejón y busca entre unas cajas de madera llenas de moho sus utensilios, que no son otra cosa que una daga de material cristalino y un recipiente de color verdusco.
Los sigue con calma, ni siquiera se molesta en ocultar su presencia, aunque no es que haya mucha gente en el muelle a esas horas de la noche.
En cuanto suben al barco, se planta sobre la cubierta como si fuera de su propiedad y se dirige a los camarotes. Alguien le ve, pero hace caso omiso y sigue su camino, no parecen intentar detenerle.
Baja a los camarotes, en el pasillo aun está su presa, charlando animadamente con sus amigos, pero se da cuenta de que algo va mal y mira en su dirección. Una mano se posa en el hombro de Lord Helven. Se gira y mira al incauto que ha osado tocarle a la cara, pero su rival intenta golpearle la cabeza con una porra, que esquiva con tranquilidad. Es su turno, le agarra el brazo y sin saber muy bien cómo, éste ya no está pegado al cuerpo de su dueño. Un chorro de sangre se esparce por la cubierta con el sonido de gritos de alarma y alaridos de dolor a su alrededor. Lord Helven no deja que eso lo confunda y no pierde el tiempo. Se abalanza contra su victima, que está en estado de shock y hace un corte incisivo con la daga a la altura del vientre. Todo a su alrededor es caótico, los compañeros de su presa están detrás y no pueden pasar debido al reducido espacio del pasillo, el hombre, con un corte profundo en el vientre intenta articular una pregunta mientras sus ojos comienzan a apagarse.
-¿Es por ella?- gime
-No-susurra él-es por esto...
Acto seguido su mano se introduce en el vientre del otro hombre y arranca algo de su interior. A continuación, su forma se vuelve borrosa y desaparece dejando el caos bajo la cubierta del barco.
Lord_Helven- Esclavo
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