Un bonito día

*Iacobus llegó al bosque tras un largo, y cansado, viaje através del camino que llegaba desde la ciudadela. Al ver un claro en el bosque, algo apartado del camino principal que lo atravesaba, se dirigió hacia allí y buscó un sitio seco y a la sombra donde poder descansar de tanto trajín a lo largo de la semana. El trabajo de la corte era agotador, pero por lo visto el lugar que acababa de encontrar le podría servir para descansar, al menos de momento.
Tras un rato de calma Iacobus se quedó traspuesto y las horas pasaron sin prisa pero sin pausa. Mientras Iacobus dormía un despistado jabalí pasó por allí, un zorro al percatarse de la presencia de un ser humano desconfió y se alejó del lugar.
Un sueño comenzaba a formarse en la mente de Iacobus, se encontraba cerca de un lago, en su casa, acompañado de alguien que posteriormente no podría identificar, y mientras miraba el lago vió que algo se movía cerca de la orilla.
Casi podía oir el sonido de aquello que se estaba moviendo, era algo perturbador, como si alguna bestia pudiera quejarse del maltrato recibido por un cruel dueño.
Asi que se dirigió para ver que era aquello que se movía cerca del lago, al estar a los pocos metros del lugar volvió a escuchar el ruido, esta vez provenía de detrás suyo, muy, muy cerca de donde se encontraba, y al volverse vió que era lo que producía dicho sonido, una bestia parecida a una cabra, pero mucho más grande y con colmillos largos y peligrosos que rodeaban una boca oscura como una noche sin luna...Pocos segundos después Iacobus escuchó otro ruido un poco más cerca y se despertó.
La noche había llegado y la oscuridad lo tapaba todo, o casi todo, Iacobus se encontraba en medio del claro buscando la fuente del sonido que acababa de despertarle, pero no podía identificar lo que producía dicho ruido. Y entonces lo vió...

*Iacobus tras percatarse que el ruido era un jabalí que justo se le aparece en frente, poco antes de caer por la acción de una daga de origen misterioso, observa que hay alguien que se está acercando. Una figura emerge del follaje del bosque y se encamina hacia el animal caido cuando le pregunta que cómo está, acto seguido Iacobus contesta:
-No hay nada que disculparle al pobre desdichado, es más habría que agradecerle la existencia pues ahora será vuestro alimento, verdad? Por otro lado me encuentro bien, simplemente un poco desubicado por acabarme de despertar.
Iacobus se percata de que la extraña no tiene pinta de querer compañía pues se muestra inquieta y prevenida con lo cual decide no hacer movimientos bruscos y dejarla tomar confianza.

*Iacobus observa cómo la desconocida se tambalea segundos después de estar a punto de decir su nombre, con lo que decide acercarse para sostenerla y que no se dé un golpe al caer. Tiende un brazo hacia ella y justo cuando consige cogerla empieza a caerse, rápidamente la abraza y la tiender sobre el suelo.
Se aleja un segundo sin dejar de vigilarla, silva y su caballo aparece entre los árboles llevando consigo una vasija con agua, y un pequeño pañuelo que contiene unas cuantas hierbas medicinales, de entre las que saca una raíz y mezclándola con el agua obliga a la chica a beber un sorbo, se aparta un segundo y la deja respirar.
-¿Ya estaís mejor? -pregunta cuando la chica se incorpora y comienza a respirar sosegadamente- ¿Es frecuente en vos tener esos desmayos?
-No, no me contesteis todavía, descansad un poco y cuando vuestras palabras puedan surgir por si solas lo harán.
*Iacobus se sienta junto a ella esperando que la chica se recupere.