Una espada real (Libre, Skadi)

Aquellos muros de piedra gruesos y antiguos eran muy diferentes a lo que él estaba acostumbrado a ver en aldeas, pueblos y pequeñas ciudades distantes. Ildaron caminaba cauteloso por el castillo aunque sin perder la compostura, en ese momento caminaba por el pasillo que conducía a la biblioteca y no sabía por qué, al fin y al cabo no sabía leer ni escribir. Había decidido dejar de lado por un tiempo su vida errante de lugar en lugar, aceptando encargos del mejor postor y probar suerte a establecerse en la ciudad, en algún puesto fijo, quizá como guardia, soldado o incluso con el tiempo, quizá caballero del rey y como aspirante a soldado del reino debía alojarse en unas estancias en el ala sur del castillo, donde otros aspirantes también se alojaban.

Quizá sea el momento de comenzar una nueva vida, estoy cansado de amenazas, de viajes largos y de inseguridad, por el momento creo que me merezco algo de tranquilidad. Pasó de largo de la biblioteca y puso rumbo por la derecha, observando el tallado de la piedra de los pasillos, algo que le proporcionó una sensación de seguridad y finalmente desembocó en el vestíbulo del castillo de la ciudad, allí había bastante gente, tanto ricos como pobres, todos vigilados por los guardias apostados junto a columnas. A él no lo miraban, pues sobre el pecho llevaba bordado el escudo del reino, como muestra de aspirante a soldado real, de modo que se entretuvo entre la gente, esperando escuchar algún relato interesante.