"Te odio hasta el final"

Plena la luna contempla en respetuoso silencio
el escenario de viejas contiendas perdidas en el tiempo.
Tiempo que en nada enmienda un ardiente odio eterno
de cuyo origen nada queda, apartado de todo recuerdo.

Mismo claro de arboleda. Igual ausencia de viento.
Tan solo la plateada hierba que limita el cerco
recorta la estilizada silueta adornada con ojos fieros.
Acaba de llegar ella, ágil felina belleza, fiel a su encuentro.

Nadie.

-“Me habré adelantado sin haberme percatado. Ese estúpido siempre llega primero.”


Rasgada capa. Raída prenda que abriga un rencor inmenso.
Envainadas armas que esperan ser alzadas ante un contrincante adverso
que impaciente está en la espesura, a la guarda del ansiado comienzo
de un combate sin fin iniciado hace ya un insondable tiempo.

Mano al costado. Dolor intenso. Lejanía del lugar citado y falto de aliento.
El sudor del elfo oscuro se torna orgullo. El apretar de los dientes, esfuerzo
por seguir alternando pasos en pos de su rival. Todo ello en el intento
de no darle el placer de verla sonreír al acusarlo de rehuir el enfrentamiento.

Antes muerto.

-“Debe esperar hasta la salida del sol. Llegaré. El alba aun está lejos.”


Los verdes ojos analizan el contorno. Más humanos a veces. Felinos por momentos.
Desconfía. Tal vez la esté observando oculto a la espera de que el aburrimiento
la tome por sorpresa cuando se acerque al umbral tras el que gobierna el sueño.
La luna avanza. Ni rastro de palabras de hechizos, de sables plateados ni de su dueño.

Sentada quedó contra un árbol con las piernas encogidas abrazadas contra el pecho,
concentrada en los olores de la zona que la circundan. Fresca hierba y verde helecho.
Húmedo aroma le llega desde el apartado arroyo que recorre el paraje un buen trecho
antes de morir en el gran lago que baña el corazón del legendario reino.

Frustración. Desasosiego.

-“Desconozco lo que tramas. Mas acataré lo convenido y a la salida del sol espero.”


Las estrellas abandonaban la noche con la intención de descansar
tras el periplo nocturno en el que desde el cielo no cesaron de alumbrar
al solitario viajero, que con lento he indeciso caminar
se aproximaba a un destino empeñado a toda costa en alcanzar.

El alma abandonaba el cuerpo con la intención de descansar
tras el periplo nocturno en el que el destino quiso cruzar
al solitario viajero con espadas asaltantes dispuestas a sesgar
la vida del incauto desprevenido. Demasiados a derrotar.

Lo consiguió a duras penas.

Tuvo que detenerse antes de entrar en el claro. Se arrodilló encogido sobre sí mismo y vomitó sangre. El dolor era insufrible, mas se limpió los labios con el dorso de la mano mientras su mirada taladraba al frente la espesura que le separaba de ella.

El sol no había salido.

Aun tenía que estar allí.

Su empeñada mente tiró de él alzándolo de nuevo. El odio le hizo avanzar…


“Piruetas y cabriolas. Saltos y volteretas.
La felicidad inundaba su ser cuando el felino interior se apoderaba de ella, haciéndola fundirse con la naturaleza que le rodeaba.
Se aguzaba su instinto. Sus sentidos se disparaban en todas direcciones saltando de rama en rama.

Ahora colgaba de una de ellas. Bajo sus pies, el vacío. Lejos de su alcance, el borde del precipicio.

-“¡Necia imprudente!”

Arrastrada por el placer de la salvaje libertad no se percató del cortado hasta que fue demasiado tarde.

La pared era demasiado lisa. Imposible escalar o descender.

Las fuerzas menguaban de la misma forma que lo hacía el débil vegetal que la mantenía con vida.

Iba a caer.

-“¡Eh, tú! Vamos. ¡Alarga la mano!”

La luz que iluminó esperanzadoramente su rostro se esfumó al instante al cruzar la mirada con el dueño de la voz que desde más arriba le hablaba.

Un drow.

Maldita sea su suerte.

A juzgar por los pocos con los que se había cruzado, daba por descontado que casi sería mejor soltarse y caer. ¿Qué tramaba el aparecido? ¿Burlarse de su situación? ¿Retirar la mano cuando estuviera a punto de asirse a ella para reírse mientras la miraba caer al vacío? ¿O tal vez rebanarle el cuello cuando creyera sentirse a salvo una vez arriba dado el cansancio que tenía en ese momento?

Negó con la cabeza al oscuro ser.

Cuando vio al drow desaparecer de su campo de visión dedujo que había acertado. Su negativa había acabado con los planes de diversión de aquel.

Lo siguiente que vio fueron dos sables y una daga volar precipicio abajo. La mano del elfo oscuro volvió a tenderse hacia ella desde arriba.

-“No sé cómo diablos haré para bajar ahí a recuperar mis armas. Pero me desagradaría tener que limpiarlas de las salpicaduras de sangre que lanzarías en todas direcciones al chocar contra las rocas. ¡Dame la mano de una vez, mujer!”

Su mano se cerró en torno a la del drow justo cuando la rama se quebró…”



Una rama se quebró y, sobresaltada, de su sueño despertó.
De un salto se incorporó, poniendo todo su cuerpo en tensión.
Le faltaba el aire. Le palpitaba de ansiedad el corazón
mientras se recriminaba su exceso de confianza y relajación.

El alba pintaba de azul. A punto estaba de salir el sol
cuando frente a ella, al otro lado del claro, la arboleda se abrió
dando paso a la negra y encapuchada figura del drow.
Las manos fuertemente cerró. En un puño, odio. En el otro, rencor.

La bella mirada femenina dio paso a la felina aparcando en el olvido un sueño que jamás existió.

-“Llegas tarde. Demasiado. Vil y ruin cobarde. Toda la noche te he esperado.”

Su oponente nada comentó.
Lentamente un acero fue mostrado
ante ella, desnudo, desenvainado.
Impresionada ante el gestó, atacó.

-“¡Increíble!” – pensó – “¡Va a combatir! Toda la noche sin hacer acto de presencia y ahora, a punto de salir el sol, aparece sin más y desenvaina. ¡Pues no seré yo la que se retire! Aun estoy a tiempo de acabar contigo.”

Su alocada carrera de repente la mujer paró.


La mano tembló.
El sable cayó
y la tierra hendió
junto al cuerpo del caído
que en esfuerzo desmedido,
por orgullo propio movido
la empuñadura aferró
en el intento de levantarse
aun más muerto que vivo
y a su rival enfrentarse.

Fracasó.

-“¿Drow?”

Lo vio arrastrarse
y a su acero abrazarse.
Jadeando. Murmurando
ininteligibles palabras de rabia
mientras tras él dejaba
un oscuro surco de sangre.
Hacia ella se arrastraba
lentamente decidido.
Hasta el final, desafiante.

Suspiraron las fuerzas y se detuvo
con el rostro en el suelo hundido.


-“¡No es justo!”
-“Te… lo dije en su… momento, “Gata”. No… ganarás.”
-“¡Pero no de esta forma! ¡Así perdemos ambos!”

Los labios del elfo oscuro se torcieron en una irónica sonrisa rota al momento por un ataque de tos incontenible.

-“Es… el destino. Nada podemos hacer ante… él.”

Las rodillas postradas de la mujer se empapaban con la vida de su enemigo mientras la cabeza cayó hacia atrás, laxa, sobre los brazos que la sostenían.

En ese momento el primer rayo de sol deslumbró sobre el caído sable.

El combate había terminado.


El propio bosque debate.
La hierba con la sangre,
las piedras con el río,
las hojas con las aves,
la luna con el sol
y entre los propios árboles,
el resultado incierto
de tan eterno combate.
Mas nuevas trajo el viento
de las montañas circundantes.
De una profunda gruta.
De un nuevo embate.
De dos adversarios unidos
contra un enemigo implacable.

Ella lava la herida.
Él contra la Muerte se bate.
Dos manos unidas como antaño
sobre un precipicio insalvable.


Allí velan los ojos al herido.
Ojos humanos.
Ojos felinos
que acompañan al drow en su lucha.

-“No te irás de esta forma. Yo forjo mi propio destino.”



Masoj Hun'ett

[N.A.: Véase si se desea: https://camelotrol.forosactivos.net/t1056-te-odio ]

Épico...... ya era hora drow de que dieses señales de vida.

A ver si tengo la suerte de volver a leerte pronto