"Te odio"

Ojos rasgados en belleza felina fijados sobre su presa. La pupila es una mera abertura vertical adaptada a la noche que rompe, a modo de profunda grieta en la tierra, el reluciente verde de su iris. Músculos prestos a saltar en un estado latente de tensión dolorosa, en una postura de ataque incómoda para cualquier otra raza distinta a la suya pero que en ella refleja la agilidad llevada a la máxima perfección.
Los finos labios son apenas una línea visible sobre la pálida piel de su rostro, dándole el atractivo aspecto que ofrece la mezcla de fragilidad y ferocidad propia de los suyos.
No porta armas, pues jamás las blandió en combate alguno. Los cerrados puños son un mero reflejo de su faz, guardando en su interior la única arma que necesita.

- “Te odio” – fue, una vez más, su último pensamiento antes de saltar hacia delante en busca de él...


Ojos rojos de oscura maldad fijados sobre su presa. No parpadea, a sabiendas de que si lo hiciera por un solo instante, lo próximo que vería serían unas finas y cuidadas, pero duras y mortales, uñas cerca de su cuello.
La capucha caída hacia atrás deja caer sobre sus hombros una plateada melena, que junto a la negrura de su rostro le confieren bajo los rayos lunares un aspecto casi fantasmal.
Una negrura similar a la de la indumentaria que viste hace que cuando se mueve, sea una mera sombra en la noche.
Los sables, desenvainados y sostenidos bajos, a ambos lados del cuerpo, tiemblan levemente al ser asidos con demasiada fuerza por las enguantadas manos.
Su boca deja entrever una leve sonrisa, sacada al exterior por la mera emoción que sienten los elfos oscuros ante el combate.

- “Te odio” - fue, una vez más, su último pensamiento antes de saltar hacia delante en busca de ella...


Ambos se lanzaron sin piedad el uno contra el otro en la quietud de la noche como venía siendo habitual desde hacía muchos años, con la luna y el bosque como únicos testigos de aquel peligroso baile.
En el tiempo quedó olvidada la razón de tanto odio, hasta el punto de desconocer el verdadero motivo de su eterno enfrentar hasta que las luces del alba daban por finalizado un duelo que, salvo la extenuación de ambos contendientes, no vislumbraba vencedor alguno.

Eso solo acrecentaba más aun el odio existente entre ellos.

La distancia que los separaba se acortaba a una velocidad de vértigo.
Las afiladas uñas contra el acero.
La mirada verde contra la roja.
La felina contra el drow


Los pasos de la danza estaban más que aprendidos. Habían sido repetidos hasta la saciedad una y otra vez en cada enfrentamiento.
Mas algo no encajaba

-“Esa sonrisa…”

Ella siempre había sido un rostro pétreo en la lucha. Tenso. Esos ojos color esmeralda precedían unas garras que él se vería obligado a esquivar sin más, para luego arremeter con sus sables en estudiada contra. Pero jamás, tras esa mirada, había volado sonrisa alguna.

-“Esa sonrisa…”

Desapareció sin más en plena carrera o eso fue lo que creyó por un instante el sorprendido elfo oscuro, deteniendo su carrera de inmediato.

Esto no estaba planeado. El guión había cambiado por completo.

Se mantuvo en silencio, sables en guardia. Sus sentidos no le daban pista alguna sobre la situación de su rival. A excepción de la ligera brisa, todo era silencio en la plateada noche.

Una ligera brisa…

Era una noche sin viento alguno…

Tuvo el tiempo justo de rodearse de una bola de oscuridad y apartarse a un lado dentro de ella mientras notaba el agudo dolor de la carne al ser desgarrada a la altura del hombro, un espacio ocupado por su cuello instantes antes.

El hechizo de ocultación, propio de los elfos oscuros, jamás tuvo que usarlo. En esta ocasión le había permitido salir airoso del primer envite.

-“Herido… imposible…”

Salió del negro globo justo cuando ella tocaba tierra tras el salto, girándose nuevamente para un nuevo ataque.


Sangraba por el muslo.

Había repetido la técnica hasta agotarse. Consiguió correr zigzagueando a tal velocidad que su figura se difuminaba a ojos de su rival, para aparecer junto a él y asestar entonces un mortal golpe.

Creyó tener la victoria en la mano hasta el momento en el que se zambulló en la mágica negrura, instante en el que perdió al drow de vista. Abrió los brazos en un desesperado intento de sentir algo tangible, cosa que consiguió con la punta de sus dedos a cambio de un aguijonazo en la pierna.

-“Esquivada… ¿cómo?...”

La tierra apareció de improviso al salir del hechizo. Estabilizó la caída con una ágil cabriola y se giró hacia su rival.


Arrojó los sables a un lado, consciente de la inutilidad de estos. La había evitado, sí. No tendría tanta suerte en otro ataque similar. La única opción que barajó fue anular toda distancia entre ellos.

Decidido, se lanzó hacia ella sin arma alguna.


Se fundieron en un abrazo en el que las manos del uno intentaban ganar ventaja sobre las del otro.

Rodaron levantando húmedas hojas a su paso en un continuo forcejeo. Sus rostros nunca se habían encontrado tan cerca.

Sus miradas se encontraron.

Los rasgos se suavizaron en el silencio del bosque mientras se interrogaban mutuamente con los ojos.

-“¿Por qué esta disputa sin sentido?”
-“No lo sé”.
-"¿Por qué tanto odio entre nosotros?”
-“No lo sé”
-“Podemos poner fin a esto ahora mismo”.
-“No lo sé”.
-“¿Entonces?”
-“No lo sé. Te odio sin más”.

Los ojos volvieron a relampaguear llenos de furia. Se incorporaron separándose para volver a juntarse de nuevo, bailando un mano a mano que les llevaría toda la noche.


El primer rayo de sol los encontró jadeando en un intento de llevar aire a los castigados pulmones.

Se sostenían apoyados en sendos troncos, sudorosos, agotados, sin quitarse ojo de encima.

La orquesta había dejado de tocar. El baile había terminado. El resultado, el de siempre.

Nada se dirían, pues nada se dijeron nunca. Una vez recuperados, cada uno se limitó a irse por su lado sin más, a sabiendas de que no tardarían en encontrarse nuevamente en una noche sin viento.

Aquí, en el bosque.


Y el mismo bosque se pregunta qué pasaría, si por avatares del destino, uno de los dos no se presentase nunca más a la cita al encontrar la muerte en un recodo del camino.

Quizás, el que quedara, pusiera fin a su vida de forma imprevista.

Quizás fuera en busca de su eterno rival al otro lado de la terrenal existencia.

Quizás allí el verde y el rojo de sus ojos vuelvan a brillar, enfrentados en un nuevo baile cuya nota de apertura será siempre la misma:

- "Te odio"


Masoj Hun'ett

Me ha gustado mucho mucho intenso y visceral jejeje.

odiar por odiar... un bonito panorama drow XD pero me gusta, y con eso basta

*Apelando a antiguos recuerdos que creía enterrados, olvidados, encerrados bajo llave, cadena y tierra. Solo comenta lo que muchas veces dijo:

Leido.