Mi Flor Parlante
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Danna_
Najwa
glaurung
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Mi Flor Parlante
Vincent se situo frente al puesto de flores de Dayanna, estaba cerrado, las cestas vacias, las ventanas cerradas, ni rastro de la muchacha, hacia dias que no la veia, se habia marchado.
Deposito un ramo de lirios blancos en la ventana y una nota para ella:
Antes de conocerte solo era un timador, un buscavidas, un egoista al cual solo le interesaba su beneficio sin metas ni ambiciones que no fueran una bolsa de monedas. Ahora que he descubierto la magia, la bondad y la belleza en las cosas que aparentemente no valen nada, ahora que se lo que significa querer mas a otro que a uno mismo, te vas y me dejas solo. Nunca te olvidare mi flor parlante.
Se levanto volviendo a colocarse la capucha de su capa, iria todas las semanas a dejarle Lirios en la ventana por si algun dia regresara.
Deposito un ramo de lirios blancos en la ventana y una nota para ella:
Antes de conocerte solo era un timador, un buscavidas, un egoista al cual solo le interesaba su beneficio sin metas ni ambiciones que no fueran una bolsa de monedas. Ahora que he descubierto la magia, la bondad y la belleza en las cosas que aparentemente no valen nada, ahora que se lo que significa querer mas a otro que a uno mismo, te vas y me dejas solo. Nunca te olvidare mi flor parlante.
Se levanto volviendo a colocarse la capucha de su capa, iria todas las semanas a dejarle Lirios en la ventana por si algun dia regresara.
glaurung- Gran Gusano
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Re: Mi Flor Parlante
*Urgy, como otras muchas veces, decide salir de su foso. Lleva muchos días algo despistada... Tuvo vacaciones por derecho y reuniones con otros guardianes de otros lugares lejanos...Inlcuido su primo! el de el País del Nunca Jamás.
Había descubierto cosas espectaculares, las cuales ya sabría, pero no se acordaba.... Que cabeza la suya! no se lo había contad a su compañera... Sabe quién es ese Cameleón! Y tiene muchas sorpresas.... Además, tiene que comprar alguna flor para su amor español. A ver si espabila.
Mira el puestecillo de flores... dónde está? Se le hace raro que no esté... acaso se ha ido sin ella de aventuras? No...no puede ser. Mira a Vincent de lejos, con ese semblante apagado... No quiere acercarse. Mira a los lados*
Grrrrrrrrr!!! GRRRRRRRRUARRRRRRRRG!!!! "Dayannaaaaaaa!!!!!!!!! Dayannitaaaaaa!!!!"
*Nada... No lo entiende, se le hace extraño...Ah! quizá estñe buscando flores nuevas en el bosque! Se tumba al Sol a esperarla, tiene muchasganas de ocntarle las novedades! y llevarla a un sitio especial...MUY MUY ESPECIAL!*
Había descubierto cosas espectaculares, las cuales ya sabría, pero no se acordaba.... Que cabeza la suya! no se lo había contad a su compañera... Sabe quién es ese Cameleón! Y tiene muchas sorpresas.... Además, tiene que comprar alguna flor para su amor español. A ver si espabila.
Mira el puestecillo de flores... dónde está? Se le hace raro que no esté... acaso se ha ido sin ella de aventuras? No...no puede ser. Mira a Vincent de lejos, con ese semblante apagado... No quiere acercarse. Mira a los lados*
Grrrrrrrrr!!! GRRRRRRRRUARRRRRRRRG!!!! "Dayannaaaaaaa!!!!!!!!! Dayannitaaaaaa!!!!"
*Nada... No lo entiende, se le hace extraño...Ah! quizá estñe buscando flores nuevas en el bosque! Se tumba al Sol a esperarla, tiene muchasganas de ocntarle las novedades! y llevarla a un sitio especial...MUY MUY ESPECIAL!*
Najwa- The wind moves my essence
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Una estrella
Katheen caminó por la ciudad como cada mañana, como cada tarde, como cada noche.. el olor era espeso, no habia ese aroma que tanto le agradaba cuando sabia que el puesto de flores de Dayanna estaba cercano. la inocencia de la joven, su "torpeza! que siempre la hacia reir.. Le parecia escuchar ese "jolinchines". y ver sus pololos sucios mostrados a todo el mundo copn esa frescura de la inocencia. Dónde estaba ese olor a flores?. porque hace dias que todo huele a rancio. Vió a Vincent dejar un liro en el alfeizar.. temiendose lo peor.. caminó un poco más.. un sonido gutural y el reptar sobre las piedras, la detuvo, Urgy..
Se quedo quieta de nuevo. miró y sonrió al escuchar en ese gruñir el nombre de la Florista. Porque estaba cerrado?. no podia saberlo aunque lo intuía, al ver como Urgy desaparecia, se acercó mas.. tocó la puerta.. - Toc.toc...- Nada ni un sonido, ni un gorgoteo del agua, que regaba las flores. Quiza estaba en el Jardin, quizá habia decidido ir al mismo a sentir como las flores, le contaban esas mil historias y queria escucharlas todas ansiosa de su saber.
La envidiaba en parte, si porque no decirlo, sentia que esa joven habia logrado lo que muchos desde hace años, habian buscado sin conseguirlo, traer de nuevo la Magia a Camelot, una magia de la cual se alimentan los sueños, una magia sin la cual estariamos muertos todos, somas sin alma, sin ilusiones. Entes sin ambiciones, sin pretensión de nada mas que del egoismo diario de aprovecharse de todo sin valorarlo.. Ela habia sido la unica que con su tenacidad, habia logrado saber encontrar el camino hacia ese bosque. Le tenia envidia si, pero una envidia la cual hacia que se tornase en admiracion a la Florista. una muchacha torpe, desaliñada, sucia, sin grandes fastuos. sin nada que era ahora la Dueña del Jardín de las flores parlantes, de su magia y de sus secretos...
Se acercó y dejo al lado del lirio blanco una estrella, una de esas que le habia dicho mil veces, servia para escribir cartas en el cielo. Una estrella que en su interior ponia...
Dayyana.. necesitamos seguir soñando, Sin sueños estamos muertos. No se puede vivir de sueños, pero sin ellos, no somos nada.
Se giró y se perdió de nuevo entre las calles, como cada mañana, como cada tarde, como cada noche. sin mas.. paseando.
Se quedo quieta de nuevo. miró y sonrió al escuchar en ese gruñir el nombre de la Florista. Porque estaba cerrado?. no podia saberlo aunque lo intuía, al ver como Urgy desaparecia, se acercó mas.. tocó la puerta.. - Toc.toc...- Nada ni un sonido, ni un gorgoteo del agua, que regaba las flores. Quiza estaba en el Jardin, quizá habia decidido ir al mismo a sentir como las flores, le contaban esas mil historias y queria escucharlas todas ansiosa de su saber.
La envidiaba en parte, si porque no decirlo, sentia que esa joven habia logrado lo que muchos desde hace años, habian buscado sin conseguirlo, traer de nuevo la Magia a Camelot, una magia de la cual se alimentan los sueños, una magia sin la cual estariamos muertos todos, somas sin alma, sin ilusiones. Entes sin ambiciones, sin pretensión de nada mas que del egoismo diario de aprovecharse de todo sin valorarlo.. Ela habia sido la unica que con su tenacidad, habia logrado saber encontrar el camino hacia ese bosque. Le tenia envidia si, pero una envidia la cual hacia que se tornase en admiracion a la Florista. una muchacha torpe, desaliñada, sucia, sin grandes fastuos. sin nada que era ahora la Dueña del Jardín de las flores parlantes, de su magia y de sus secretos...
Se acercó y dejo al lado del lirio blanco una estrella, una de esas que le habia dicho mil veces, servia para escribir cartas en el cielo. Una estrella que en su interior ponia...
Dayyana.. necesitamos seguir soñando, Sin sueños estamos muertos. No se puede vivir de sueños, pero sin ellos, no somos nada.
Se giró y se perdió de nuevo entre las calles, como cada mañana, como cada tarde, como cada noche. sin mas.. paseando.
Danna_- zarvajeh
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Danna_- zarvajeh
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Re: Mi Flor Parlante
Limnátide, en una de sus caminatas diurnas, llega al puesto de Dayanna viéndolo cerrado. Alza una ceja, extraña. ¿Dónde narices está esa mujer? Si, normalmente, siempre está ahí. Aquí ha pasado algo. Se acaricia la barriga abultada (que hay que recordar que está en estado) sin entender porque la joven florista ha dejado de venir. Puede que la loba sea tan borde pero es considerada - cuando quiere -. El rastro había desaparecido hacia días. Claro, ella no está siempre. Solo viene muy eventualmente. ¿Y esos lirios? Los observa. Seguramente sea de más gente. Ella no ha traído ninguno pues creía que estaría siempre aquella joven tan alegra, risueña y muy inocente. Niega. Alza los ojos al cielo .- ¿Y ahora con quien me voy a meter yo? Vuelve o te busco. Y si te encuentro te patearé el trasero hasta llegar a la villa .- Una oración muy típica de la lupina. Después, sin más, se marcha. Espera que, muy en el fondo, ese mensaje le llegue de alguna forma.
Limnatide- Loba Tocanarices
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Localización : ¿A ti que cojones te importa?
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Invitado- Invitado
Re: Mi Flor Parlante
- No, no la he visto. Hará un par de días. - El joven soldado meneó la cabeza, aunque al momento cambió su gesto a una sugerente media sonrisa, dirigida al hombre que tenía al lado, ambos apoyados en la piedra de la muralla, en una de las almenas, donde el que hablaba hacía guardia. - ¿A qué viene tanto interés, pillín? - indagó, para molestar a Clyven, mientras le daba con el codo en el costado, suavemente.
- No me toques los huevos, Esthia.
- Joder, qué humos gastas últimamente, ¿eh?
- Los de siempre.
- También es verdad. Pero no conmigo. ¿Qué pasa? ¿Estás preocupado por Dayanna?
El mayor de los licántropos arqueó una ceja, en un gesto displicente. No iba a reconocer que le resultaba extraño no ver a la florista en la plaza cuando pasaba por allí al ir y venir del trabajo. Había hecho la pregunta como algo casual, pero, como era de esperar, Esthia se había dado cuenta. Aquella tímida muchacha con la que apenas hablaba, pero que tenía una sonrisa de esas que iluminaban a su alrededor. Le caía bien, por eso era amable con ella y se preocupaba de su bienestar.
- Habrá ido a buscar más flores parlantes.
- ¿Sola? Lo dudo.
- ¿Por? No es tan cándida como parece.
- Ni tú tan trucho, ¿verdad? - interrumpió, mezclándose sus palabras con las del otro.
- Además tiene muchos amigos, seguro que más de uno está dispuesto a...
El soldado se echó a reír por la interrupción. Vale, lo era. ¿Y qué? Nadie lo sabía, más allá de los más allegados. No había problema, su cuello estaba a salvo.
- En serio, Clyv, te preocupas demasiado. Ya verás como dentro de un par de días, la tienes de nuevo poniéndose como un tomate cada vez que la miras.
- ¿Que se pone qué?
- No me digas que no te habías dado cuenta de que la intimidas.
- ¿Y por qué iba a intimidarla? Ella me cae bien.
- Lo sé, lo sé, amigo mío. Pero las mujeres son así. Deberías saberlo, con tantas en casa.
El ceño fruncido del mercenario hizo reír al soldado de nuevo. Eran tan distintos. Uno tan serio y hosco, otro siempre sonriendo, dicharachero. Pero tenían cosas en común. Y en ese momento, les unía además un pensamiento hacia la florista. Esperaban verla en unos días.
O seguramente un par de ojos azules acabarían siguiendo su rastro para traerla a rastras de los pololos. Aquella tierra que les había acogido a ambos, no sería la misma sin la voz de Dayanna taladrándoles los tímpanos.
[O vas a desear que sea Clyven quien te encuentre.]
- No me toques los huevos, Esthia.
- Joder, qué humos gastas últimamente, ¿eh?
- Los de siempre.
- También es verdad. Pero no conmigo. ¿Qué pasa? ¿Estás preocupado por Dayanna?
El mayor de los licántropos arqueó una ceja, en un gesto displicente. No iba a reconocer que le resultaba extraño no ver a la florista en la plaza cuando pasaba por allí al ir y venir del trabajo. Había hecho la pregunta como algo casual, pero, como era de esperar, Esthia se había dado cuenta. Aquella tímida muchacha con la que apenas hablaba, pero que tenía una sonrisa de esas que iluminaban a su alrededor. Le caía bien, por eso era amable con ella y se preocupaba de su bienestar.
- Habrá ido a buscar más flores parlantes.
- ¿Sola? Lo dudo.
- ¿Por? No es tan cándida como parece.
- Ni tú tan trucho, ¿verdad? - interrumpió, mezclándose sus palabras con las del otro.
- Además tiene muchos amigos, seguro que más de uno está dispuesto a...
El soldado se echó a reír por la interrupción. Vale, lo era. ¿Y qué? Nadie lo sabía, más allá de los más allegados. No había problema, su cuello estaba a salvo.
- En serio, Clyv, te preocupas demasiado. Ya verás como dentro de un par de días, la tienes de nuevo poniéndose como un tomate cada vez que la miras.
- ¿Que se pone qué?
- No me digas que no te habías dado cuenta de que la intimidas.
- ¿Y por qué iba a intimidarla? Ella me cae bien.
- Lo sé, lo sé, amigo mío. Pero las mujeres son así. Deberías saberlo, con tantas en casa.
El ceño fruncido del mercenario hizo reír al soldado de nuevo. Eran tan distintos. Uno tan serio y hosco, otro siempre sonriendo, dicharachero. Pero tenían cosas en común. Y en ese momento, les unía además un pensamiento hacia la florista. Esperaban verla en unos días.
O seguramente un par de ojos azules acabarían siguiendo su rastro para traerla a rastras de los pololos. Aquella tierra que les había acogido a ambos, no sería la misma sin la voz de Dayanna taladrándoles los tímpanos.
[O vas a desear que sea Clyven quien te encuentre.]
Pallas_Atenea- Homo-repartidora de nubes rosas
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Re: Mi Flor Parlante
*La cocodrila ve pasar a todo el mundo por el puesto... Todos necesitan a Dayanna, todos la buscan.... Por qué no viene! Urgy suspira... algo en su interior se apaga, empieza a olvidar cosas...El recuerdo del día que irrumpieron en el foso y así les conoció...la bola de cristal que le dieron para que se la diese a ella...todo es ya difuso...
Ella esperará, de allí no se moverá... porque esos recuerdos que por mucho que intenta retener, se esfuman... y no está dispuesta a ello. Necesita la ilusión y la mágia, necesita que las personas...sobre todo su compañera de misión, crean....
Ese es el punto de Urgy y del jardín, de las flores... El creer.... en imaginar.... el emocionarse por lo pasado y el ilusionarse por lo que vendrá! Construir y formar un mundo no igual si no mejor que el anterior gracias a todo en conjunto! Ella, la cocodrila, lo hace pero... qué pasará si todo se apaga...si todo se pierde por la ausencia de alguien que revivió todo esto?...
Urgy cierra los ojos... suspirando... Allí todo lo larga y gordinflona que es, vigilando el puesto... *
Ella esperará, de allí no se moverá... porque esos recuerdos que por mucho que intenta retener, se esfuman... y no está dispuesta a ello. Necesita la ilusión y la mágia, necesita que las personas...sobre todo su compañera de misión, crean....
Ese es el punto de Urgy y del jardín, de las flores... El creer.... en imaginar.... el emocionarse por lo pasado y el ilusionarse por lo que vendrá! Construir y formar un mundo no igual si no mejor que el anterior gracias a todo en conjunto! Ella, la cocodrila, lo hace pero... qué pasará si todo se apaga...si todo se pierde por la ausencia de alguien que revivió todo esto?...
Urgy cierra los ojos... suspirando... Allí todo lo larga y gordinflona que es, vigilando el puesto... *
Najwa- The wind moves my essence
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Miles de Monos Para Dayanna
La malvada bruja del oeste hacía días que no veía a la joven florista... Echaba de menos sus conversaciones y el que la tratara como una revolucionaria de Oz y no como una bruja loca... Dónde estará esta chica?.
Muy hacendosa se propuso hacer como regalo de bienvenida a Dayanna una legión de monos voladores con la curiosa habilidad de sembrar, cuidar, podar plantas... incluso uno de ellos tocaba el violín para que las flores crecieran aún más bellas...
Después de lo laborioso que resultó tal trabajo, se acercó a buscar a la florista a su puesto de flores... No está.... Quizás con los monos no sea suficiente... jum... La bruja escribió una nota en la que rezaba: "Dayanna, este es un vale canjeable por cualquier animalejo que se te ocurra... Siempre y cuando vuelvas...además de unos 20 monos adiestrados que te aguardan en tu jardín, están regando las macetas en tu ausencia, pero no te empiques... Te espero!! tu amiga, La bruja malvada del Oeste (Elphaba pa los amigos)".
La Bruja verde, muy orgullosa de su nota, barre de paso la entrada a la floristería... que todo esté igual que cuando Dayanna se fue...
(Dayanna, eres lo más divertido y revoltoso que crece por aquí...)
Muy hacendosa se propuso hacer como regalo de bienvenida a Dayanna una legión de monos voladores con la curiosa habilidad de sembrar, cuidar, podar plantas... incluso uno de ellos tocaba el violín para que las flores crecieran aún más bellas...
Después de lo laborioso que resultó tal trabajo, se acercó a buscar a la florista a su puesto de flores... No está.... Quizás con los monos no sea suficiente... jum... La bruja escribió una nota en la que rezaba: "Dayanna, este es un vale canjeable por cualquier animalejo que se te ocurra... Siempre y cuando vuelvas...además de unos 20 monos adiestrados que te aguardan en tu jardín, están regando las macetas en tu ausencia, pero no te empiques... Te espero!! tu amiga, La bruja malvada del Oeste (Elphaba pa los amigos)".
La Bruja verde, muy orgullosa de su nota, barre de paso la entrada a la floristería... que todo esté igual que cuando Dayanna se fue...
(Dayanna, eres lo más divertido y revoltoso que crece por aquí...)
Elphaba- Esclavo
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Fecha de inscripción : 24/06/2011
Re: Mi Flor Parlante
Dayanna no se había ido. Bueno, cierto era que no estaba en su puestecillo de flores. Pero no se había ido, jolinchines.
Nadie se iba de Camelot, aunque lo dijera o aunque alguna vez hubiese intentado dejar sus fronteras atrás. Nadie. Camelot llegaba a todos los lugares donde existía la magia, la pasión y la ilusión… y como todo aquel que llegaba al Reino, que era un Reino escondido, había llegado a través de la magia, luego ya no podía escapar de ella.
Alguien había dejado ese día en su puesto de flores un libro, de tapas verdes y ribetes dorados. Era el Libro Verde de Camelot. El Libro Verde de Camelot no era un libro cualquiera. Era un libro extraordinario, que aunque por fuera aparentaba ser un libro corriente de tapas antiguas y ornamentadas; por dentro, sus hojas eran infinitas y se iban escribiendo cada día.
En el libro verde de Camelot se escribían muchas poesías e historias. Incontables poemas casi todos de amor y odio, como las eternas historias de amor y odio en tierra de nadie.
En las primeras hojas se denotaba la antigüedad en el papiro y la tinta desgastada. Hacía tiempo que no se habían leído esas páginas. Tenía innumerables historias preciosas.
Unas cuantas páginas más adelante se llegaba hasta otras historias, con otros héroes, que se redactaban incesablemente. Así sería mientras existiera el Libro.
En las historias de las últimas páginas había una peculiar familia, formada por un mercenario que había tomado de esposa a una bruja. En la familia también había una lúpida cuyo carácter hacía retumbar los cimientos del mismísimo Castillo. Pero tras su semblante tan frío y falto de emoción, estaba enamorada de un soldado miembro de la Guardia Real, que escondía un profundo secreto. Era una historia de amor imposible, pero por suerte para ella y para que conociera lo que era un amor de verdad, y no platónico, con el tiempo apareció un Rubio entre las narraciones de sus leyendas. Jamás dejaban de escribirse párrafos en las páginas del Libro contando las historias que acontecían en aquella gran familia.
También había dragones. Había uno en particular, el Dragón por excelencia de Camelot. Nadie sabía muy bien si era un dragón bueno, o malo; pero sin duda alguna se hacía de querer. Era tan querido que cada día se asomaba por la ventana de la taberna y se le daba el desayuno gratis, los desayunos del Dragón eran los más vastos del Reino. Se decía que un gran tesoro había guardado en su cueva, bajo su custodia, el tesoro más codiciado del Reino. ¿Pero quién se iba a atrever a usurpar su cueva?
Pues los piratas, porque también había piratas. Había una que llevaba arañas en el pelo y les ponía nombre. No era una pirata cualquiera, tenía el don de hablar con todas las flores del Reino, aunque no fueran parlantes.
Había elfos, de toda clase. De hecho había una guerra peculiar cuyos frentes se habían abierto hace años. Era la guerra entre Noldor y Teleri. Muchos Noldo formaban el frente de los hijos de Finwe, pero había un Teleri testarudo que era capaz de desquiciarles a todos.
También había elfos drow. Había en peculiar una, de la cual muchas historias se escribían en las páginas del Libro. Era valiente y luchadora, había dejado atrás su pasado y llegado a Camelot con un escudo que poco a poco se fue deshaciendo al descubrir la magia del lugar, y el cariño de sus habitantes. Especialmente de uno, con quien una gran historia de amor y odio en Tierra de Nadie se rellenaron varias páginas en el Libro.
Había espadachines, suizos y españoles, cuya apariencia podía ser desde lo más cómica hasta lo más letal. Eran tan diestros con sus armas en duelo como con la “singüeso” en desquiciar y crear revuelo en la corte. Ojo, no era bueno jugar con ellos, pues más de uno había muerto bajo su acero en un callejón cualquiera junto al Flor de Lis en los Bajos Fondos. El español adoraba a una cocodrila, una que durante mucho tiempo estuvo durmiendo en un foso y un día decidió despertar para que se volviera a hablar de ella en el Libro Verde. Fue guía de muchas aventuras y desventuras, y custodió para siempre ya los lugares mágicos.. no se sabía todavía si iba a recordar que hacía ya páginas que se había convertido en sirena. Eso todavía estaba por escribir; al igual que cuántos más espectáculos iba a protagonizar la famosa cantaora española, cuyo show estaba adquiriendo gran fama en el Reino.
Había un bardo que narraba historias fantásticas, tan fantásticas que se convertía en el protagonista de algunas, llegando a ser italiano. A veces le suponía algún disgusto, como la muerte, pero no pasaba nada, a la página siguiente ya había párrafos de nuevo escritos sobre él.
Había una famosa Duquesa, que aparentaba a menudo frialdad y rigurosidad. Tenía voluntad de hierro y amor férreo por el protocolo, las virtudes y defendía con firmeza y fiereza los valores en los que ella creía. Era una luchadora. Quien la miraba a los ojos fijamente, sabía lo entusiasta que era, como una niña, más allá de la apariencia y el protocolo.
Había una bruja que decía venir de un sitio llamado Oz. Era un poco rara, pues su piel era verde, volaba en una escoba, y tenía monos voladores como mascotas. Siempre hablaba de un tal Mago de Oz y una tal Dorothy, maldiciendo. En realidad era una malvada brujilla encantadora.
Había una escritora en las estrellas que antaño había sido sirena. En los últimos párrafos del libro se podía leer cómo enseñaba a escribir en el cielo nocturno a todo aquel que creyera en las cartas mágicas.
Había un alquimista, que aunque una vez creyó que todo eran trucos y timos, siempre fue mago y conocedor de la magia, y fue poderoso cuando aprendió a usarla. Sabía cómo lidiar con el Gran Dragón y con las flores parlantes a la vez; era el hombre de los trucos y sueños y conseguía estar en muchísimos de los párrafos del Libro Verde, pues no había lugar a donde no fuera capaz de llegar.
Había extraordinarios y astutos juegos de corte, en los que las palabras tenían la fuerza de una espada y también creaban páginas en el Libro, pues la corte y el castillo era un enigmático lugar de historias. Había muchas historias más
En realidad, hay muchos libros verdes en Camelot, tantos como habitantes del Castillo, cada uno escribe allí todos sus sueños. Pero en ese siempre quedaron y quedarán todos los sueños entrelazados sin que sus páginas acaben nunca.
El Libro Verde no tenía final, puesto que jamás acabarían las historias. Tenía un principio, no más hermoso pero sí más antiguo. No más hermoso no, a veces añorado. Era diferente, pero la ilusión y el trasfondo era el mismo en las historias de antaño y las nuevas, de hecho, cada página tenía incluso más ilusión y entusiasmo que la anterior.
Nadie se iba de Camelot, aunque lo dijera o aunque alguna vez hubiese intentado dejar sus fronteras atrás. Nadie. Camelot llegaba a todos los lugares donde existía la magia, la pasión y la ilusión… y como todo aquel que llegaba al Reino, que era un Reino escondido, había llegado a través de la magia, luego ya no podía escapar de ella.
Alguien había dejado ese día en su puesto de flores un libro, de tapas verdes y ribetes dorados. Era el Libro Verde de Camelot. El Libro Verde de Camelot no era un libro cualquiera. Era un libro extraordinario, que aunque por fuera aparentaba ser un libro corriente de tapas antiguas y ornamentadas; por dentro, sus hojas eran infinitas y se iban escribiendo cada día.
En el libro verde de Camelot se escribían muchas poesías e historias. Incontables poemas casi todos de amor y odio, como las eternas historias de amor y odio en tierra de nadie.
En las primeras hojas se denotaba la antigüedad en el papiro y la tinta desgastada. Hacía tiempo que no se habían leído esas páginas. Tenía innumerables historias preciosas.
Unas cuantas páginas más adelante se llegaba hasta otras historias, con otros héroes, que se redactaban incesablemente. Así sería mientras existiera el Libro.
En las historias de las últimas páginas había una peculiar familia, formada por un mercenario que había tomado de esposa a una bruja. En la familia también había una lúpida cuyo carácter hacía retumbar los cimientos del mismísimo Castillo. Pero tras su semblante tan frío y falto de emoción, estaba enamorada de un soldado miembro de la Guardia Real, que escondía un profundo secreto. Era una historia de amor imposible, pero por suerte para ella y para que conociera lo que era un amor de verdad, y no platónico, con el tiempo apareció un Rubio entre las narraciones de sus leyendas. Jamás dejaban de escribirse párrafos en las páginas del Libro contando las historias que acontecían en aquella gran familia.
También había dragones. Había uno en particular, el Dragón por excelencia de Camelot. Nadie sabía muy bien si era un dragón bueno, o malo; pero sin duda alguna se hacía de querer. Era tan querido que cada día se asomaba por la ventana de la taberna y se le daba el desayuno gratis, los desayunos del Dragón eran los más vastos del Reino. Se decía que un gran tesoro había guardado en su cueva, bajo su custodia, el tesoro más codiciado del Reino. ¿Pero quién se iba a atrever a usurpar su cueva?
Pues los piratas, porque también había piratas. Había una que llevaba arañas en el pelo y les ponía nombre. No era una pirata cualquiera, tenía el don de hablar con todas las flores del Reino, aunque no fueran parlantes.
Había elfos, de toda clase. De hecho había una guerra peculiar cuyos frentes se habían abierto hace años. Era la guerra entre Noldor y Teleri. Muchos Noldo formaban el frente de los hijos de Finwe, pero había un Teleri testarudo que era capaz de desquiciarles a todos.
También había elfos drow. Había en peculiar una, de la cual muchas historias se escribían en las páginas del Libro. Era valiente y luchadora, había dejado atrás su pasado y llegado a Camelot con un escudo que poco a poco se fue deshaciendo al descubrir la magia del lugar, y el cariño de sus habitantes. Especialmente de uno, con quien una gran historia de amor y odio en Tierra de Nadie se rellenaron varias páginas en el Libro.
Había espadachines, suizos y españoles, cuya apariencia podía ser desde lo más cómica hasta lo más letal. Eran tan diestros con sus armas en duelo como con la “singüeso” en desquiciar y crear revuelo en la corte. Ojo, no era bueno jugar con ellos, pues más de uno había muerto bajo su acero en un callejón cualquiera junto al Flor de Lis en los Bajos Fondos. El español adoraba a una cocodrila, una que durante mucho tiempo estuvo durmiendo en un foso y un día decidió despertar para que se volviera a hablar de ella en el Libro Verde. Fue guía de muchas aventuras y desventuras, y custodió para siempre ya los lugares mágicos.. no se sabía todavía si iba a recordar que hacía ya páginas que se había convertido en sirena. Eso todavía estaba por escribir; al igual que cuántos más espectáculos iba a protagonizar la famosa cantaora española, cuyo show estaba adquiriendo gran fama en el Reino.
Había un bardo que narraba historias fantásticas, tan fantásticas que se convertía en el protagonista de algunas, llegando a ser italiano. A veces le suponía algún disgusto, como la muerte, pero no pasaba nada, a la página siguiente ya había párrafos de nuevo escritos sobre él.
Había una famosa Duquesa, que aparentaba a menudo frialdad y rigurosidad. Tenía voluntad de hierro y amor férreo por el protocolo, las virtudes y defendía con firmeza y fiereza los valores en los que ella creía. Era una luchadora. Quien la miraba a los ojos fijamente, sabía lo entusiasta que era, como una niña, más allá de la apariencia y el protocolo.
Había una bruja que decía venir de un sitio llamado Oz. Era un poco rara, pues su piel era verde, volaba en una escoba, y tenía monos voladores como mascotas. Siempre hablaba de un tal Mago de Oz y una tal Dorothy, maldiciendo. En realidad era una malvada brujilla encantadora.
Había una escritora en las estrellas que antaño había sido sirena. En los últimos párrafos del libro se podía leer cómo enseñaba a escribir en el cielo nocturno a todo aquel que creyera en las cartas mágicas.
Había un alquimista, que aunque una vez creyó que todo eran trucos y timos, siempre fue mago y conocedor de la magia, y fue poderoso cuando aprendió a usarla. Sabía cómo lidiar con el Gran Dragón y con las flores parlantes a la vez; era el hombre de los trucos y sueños y conseguía estar en muchísimos de los párrafos del Libro Verde, pues no había lugar a donde no fuera capaz de llegar.
Había extraordinarios y astutos juegos de corte, en los que las palabras tenían la fuerza de una espada y también creaban páginas en el Libro, pues la corte y el castillo era un enigmático lugar de historias. Había muchas historias más
En realidad, hay muchos libros verdes en Camelot, tantos como habitantes del Castillo, cada uno escribe allí todos sus sueños. Pero en ese siempre quedaron y quedarán todos los sueños entrelazados sin que sus páginas acaben nunca.
El Libro Verde no tenía final, puesto que jamás acabarían las historias. Tenía un principio, no más hermoso pero sí más antiguo. No más hermoso no, a veces añorado. Era diferente, pero la ilusión y el trasfondo era el mismo en las historias de antaño y las nuevas, de hecho, cada página tenía incluso más ilusión y entusiasmo que la anterior.
Dayanna- Pink Vader
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Re: Mi Flor Parlante
Paseaba por la playa mirando como las olas rompían en forma de espuma y acariciaban la hermosa y fina arena desplegando un rumor de dulce y relajante música. La playa era enorme y no se veía el final. Había muy poca gente, algunos tomando perezosamente el sol, otros en pequeños grupos sentados más o menos en círculos, pero algo llamó mi atención a lo lejos: una figura le hablaba a la arena mientras construía en ella algo que me pareció un castillo.
Me acerqué allí y encontré a un largirucho caballero que, ayudado de una pala, construía enormes paredes almenadas.
- Hola, yo soy Albanel y vos, ¿Cuál es vuestro nombre?.
- Me llamo Arturo – dijo aquella enjuta figura-.
Su voz era suave y melodiosa, sus palabras mágicas, sus manos ágiles y su sonrisa peremne.
- Puedo ayudaros –dije-.
- Claro, empezad por donde queráis, hummm, ¿y si me ayudais a construir el foso?
- Eso está hecho.
Con mis propias manos iba construyendo nuevas formas y aquel castillo iba creciendo y creciendo, Arturo y yo ya cabíamos dentro y desde allí le dábamos forma al enorme salón.
Estábamos entretenidos diseñando una ventana cuando oímos una voz que desde fuera nos decía:
- Que tenga una sola ventana, una sola pero enorme, lo más grande que podáis hacer.
Salimos del castillo por el puente levadizo y allí estaba Sonja, bueno no sabíamos que se llamaba Sonja hasta que ella nos lo dijo. Era una alegre damisela llena de vida, ingeniosa, deliciosamente agresiva y… preciosa. Arturo se quedó prendado de su hermosura nada más verla.
Por supuesto construimos aquella ventana que nos había pedido. Ocupaba casi toda la pared y, evidentemente, daba al foso que ya empezaba a tener un montón de agua.
Poco a poco el sol se iba poniendo en el horizonte.
- Os dais cuenta, supongo, –dijo ella- que cuando suba la marea destruirá el castillo.
Arturo y yo nos miramos y miramos aquel precioso castillo que había nacido de un sueño común. Tenía sesenta y cinco almenas y la más alta y hermosa era la almena noroeste en la que yo había invertido un enorme esfuerzo.
Ya con la noche a cuestas Arturo y Sonja se perdieron en la oscuridad, cogidos de la mano y contándose mil historias de amor y odio. Yo me quedé allí viendo como la marea iba poco a poco destruyendo las paredes del castillo hasta que con los ojos medianamente llorosos vi como caía la almena noroeste y la gran ventana del salón era sólo un recuerdo en la oscura arena.
Me fui, andando con la cabeza baja y con la mente entristecida.
- Esto no puede acabar así, -me dije-.
Me levanté temprano al día siguiente y me fui corriendo a la playa cuando los primeros rayos de sol se asomaban detrás de una montaña. Puse todo mi empeño y reconstruí el castillo, me acordaba de todos los detalles y quedó tal y como estaba antes que la marea lo destruyera. Me metí dentro y me senté en el gran salón frente a la enorme ventana. Al cabo de un rato llegaron Sonja y Arturo con una mueca de asombro reflejada en sus enamorados rostros.
- ¿Todavía sigue en pié? – dijo Arturo.
- El mar lo ha respetado – dijo Sonja.
- Así es. – dije yo.
Pasamos otro agradable día dentro y fuera del castillo hasta que la marea, de nuevo la marea que se había adelantado unos minutos respecto al día anterior, empezó a corroer y derribar las paredes exteriores.
Otra vez se marcharon perdidos en el anochecer y cogidos de la mano. Habían visto como el castillo se destruía del todo por el mar. Yo me quedé un ratito más pero enseguida me fui hacia mis aposentos para descansar porque de nuevo pensaba levantarme a reconstruir el castillo y así lo hice día tras día.
Arturo y Sonja cada vez se sorprendían menos al ver de nuevo el castillo en pié cuando llegaban por la mañana. Pero estaban intrigados. Un día se escondieron detrás de una enorme duna, pasaron allí la noche y vieron como el caballero Albanel reconstruía el castillo. No dijeron nada y se acercaron a la hora de siempre como si no supieran nada. Me miraron a los ojos.
- ¿Que significa Albanel? Preguntó Arturo.
- Pues… -respondí tímidamente- Albanel significa Albañil en mi idioma del nororeste.
- Sois un constructor de sueños –dijo Sonja.
Este es el verdadero nacimiento de Camelot, en una desierta playa en el año 1996, empezando el invierno, un hermoso y soleado invierno.
En aquellos tiempos el IRC hispano era muy distinto: no había bots y todos los días había que volver a crear el canal, el dueño del canal era el que lo creaba que pasaba a ser el administrador hasta que el canal desaparecía cuando e cerraba, cuando salía el último.
He estado escribiendo esta historia ahora mismo, buceando en mis recuerdos. Arturo fue el primero que tuvo la idea, yo entré a continuación y despues Sonja, poco a poco el castillo se fue llenando pero la mayoría de las veces era yo quien lo abría por las mañanas pues era el primero en conectarme al IRC. Buffff, allí pasamos muchísimas horas.
Arturo vivía en Cadiz, Sonja en Madrid, Yo en Galicia. Coincidimos en persona siete meses después y ¿sabeis? parecía que nos conociésemos de toda la vida.
Mucha gente que se fue incorporando era muchísimo más ingeniosa que nosotros, Abulafia por ejemplo, al que me une una duradera amistad. El creo una inmensidad de mundos paralelos a Camelot, realmente él dio vida a la leyenda.
Pero Camelot nació de un sueño, de la búsqueda de un lugar en el que compartir ilusiones, risas, alegrías y emociones.
Nació en aquella playa y de aquella forma que os explico. Ese es el origen de todo.
Me acerqué allí y encontré a un largirucho caballero que, ayudado de una pala, construía enormes paredes almenadas.
- Hola, yo soy Albanel y vos, ¿Cuál es vuestro nombre?.
- Me llamo Arturo – dijo aquella enjuta figura-.
Su voz era suave y melodiosa, sus palabras mágicas, sus manos ágiles y su sonrisa peremne.
- Puedo ayudaros –dije-.
- Claro, empezad por donde queráis, hummm, ¿y si me ayudais a construir el foso?
- Eso está hecho.
Con mis propias manos iba construyendo nuevas formas y aquel castillo iba creciendo y creciendo, Arturo y yo ya cabíamos dentro y desde allí le dábamos forma al enorme salón.
Estábamos entretenidos diseñando una ventana cuando oímos una voz que desde fuera nos decía:
- Que tenga una sola ventana, una sola pero enorme, lo más grande que podáis hacer.
Salimos del castillo por el puente levadizo y allí estaba Sonja, bueno no sabíamos que se llamaba Sonja hasta que ella nos lo dijo. Era una alegre damisela llena de vida, ingeniosa, deliciosamente agresiva y… preciosa. Arturo se quedó prendado de su hermosura nada más verla.
Por supuesto construimos aquella ventana que nos había pedido. Ocupaba casi toda la pared y, evidentemente, daba al foso que ya empezaba a tener un montón de agua.
Poco a poco el sol se iba poniendo en el horizonte.
- Os dais cuenta, supongo, –dijo ella- que cuando suba la marea destruirá el castillo.
Arturo y yo nos miramos y miramos aquel precioso castillo que había nacido de un sueño común. Tenía sesenta y cinco almenas y la más alta y hermosa era la almena noroeste en la que yo había invertido un enorme esfuerzo.
Ya con la noche a cuestas Arturo y Sonja se perdieron en la oscuridad, cogidos de la mano y contándose mil historias de amor y odio. Yo me quedé allí viendo como la marea iba poco a poco destruyendo las paredes del castillo hasta que con los ojos medianamente llorosos vi como caía la almena noroeste y la gran ventana del salón era sólo un recuerdo en la oscura arena.
Me fui, andando con la cabeza baja y con la mente entristecida.
- Esto no puede acabar así, -me dije-.
Me levanté temprano al día siguiente y me fui corriendo a la playa cuando los primeros rayos de sol se asomaban detrás de una montaña. Puse todo mi empeño y reconstruí el castillo, me acordaba de todos los detalles y quedó tal y como estaba antes que la marea lo destruyera. Me metí dentro y me senté en el gran salón frente a la enorme ventana. Al cabo de un rato llegaron Sonja y Arturo con una mueca de asombro reflejada en sus enamorados rostros.
- ¿Todavía sigue en pié? – dijo Arturo.
- El mar lo ha respetado – dijo Sonja.
- Así es. – dije yo.
Pasamos otro agradable día dentro y fuera del castillo hasta que la marea, de nuevo la marea que se había adelantado unos minutos respecto al día anterior, empezó a corroer y derribar las paredes exteriores.
Otra vez se marcharon perdidos en el anochecer y cogidos de la mano. Habían visto como el castillo se destruía del todo por el mar. Yo me quedé un ratito más pero enseguida me fui hacia mis aposentos para descansar porque de nuevo pensaba levantarme a reconstruir el castillo y así lo hice día tras día.
Arturo y Sonja cada vez se sorprendían menos al ver de nuevo el castillo en pié cuando llegaban por la mañana. Pero estaban intrigados. Un día se escondieron detrás de una enorme duna, pasaron allí la noche y vieron como el caballero Albanel reconstruía el castillo. No dijeron nada y se acercaron a la hora de siempre como si no supieran nada. Me miraron a los ojos.
- ¿Que significa Albanel? Preguntó Arturo.
- Pues… -respondí tímidamente- Albanel significa Albañil en mi idioma del nororeste.
- Sois un constructor de sueños –dijo Sonja.
Este es el verdadero nacimiento de Camelot, en una desierta playa en el año 1996, empezando el invierno, un hermoso y soleado invierno.
En aquellos tiempos el IRC hispano era muy distinto: no había bots y todos los días había que volver a crear el canal, el dueño del canal era el que lo creaba que pasaba a ser el administrador hasta que el canal desaparecía cuando e cerraba, cuando salía el último.
He estado escribiendo esta historia ahora mismo, buceando en mis recuerdos. Arturo fue el primero que tuvo la idea, yo entré a continuación y despues Sonja, poco a poco el castillo se fue llenando pero la mayoría de las veces era yo quien lo abría por las mañanas pues era el primero en conectarme al IRC. Buffff, allí pasamos muchísimas horas.
Arturo vivía en Cadiz, Sonja en Madrid, Yo en Galicia. Coincidimos en persona siete meses después y ¿sabeis? parecía que nos conociésemos de toda la vida.
Mucha gente que se fue incorporando era muchísimo más ingeniosa que nosotros, Abulafia por ejemplo, al que me une una duradera amistad. El creo una inmensidad de mundos paralelos a Camelot, realmente él dio vida a la leyenda.
Pero Camelot nació de un sueño, de la búsqueda de un lugar en el que compartir ilusiones, risas, alegrías y emociones.
Nació en aquella playa y de aquella forma que os explico. Ese es el origen de todo.
Dayanna- Pink Vader
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Localización : Camelot
Fecha de inscripción : 07/11/2010
Re: Mi Flor Parlante
Me ha emocionado leer esa historia, Albanel, porque no la viví desde sus comienzos pero sí que la recreé con algunos de sus habitantes mucho más tarde, cuando llegué a estas tierras de Amor y Odio en las que solo encontré Sonrisas.
Disfruto con la idea de volver a ver a sus antiguos habitantes porque, a pesar de sus defectos y choques, supieron mantener la esencia de Camelot.
Gracias por dejar esta historia para el disfrute de todos, especialmente el mío...
Cortney, Duquesa de Eaton.
Disfruto con la idea de volver a ver a sus antiguos habitantes porque, a pesar de sus defectos y choques, supieron mantener la esencia de Camelot.
Gracias por dejar esta historia para el disfrute de todos, especialmente el mío...
Cortney, Duquesa de Eaton.
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