Twin Falls. Septiembre
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Twin Falls. Septiembre
(La normalidad estaba regresando perezosamente a la Oficina de Correos y Telégrafos de Twin Falls. Frederick se tomaba con calma sus funciones como cartero; había tenido un altercado hacía un par de noches que le había costado el brazo izquierdo y lo usaba como excusa para holgazanear. A Jon, sin embargo, no le disgustaba tener trabajo de más. Agradecía esos días tener algo con lo que ocupar la mente, al menos por las mañanas, pero aún así la cabeza se le dispersaba.) V-v-volveré en un r-r-rat-to, Fred. (Le dijo a su compañero que simplemente cabeceó. Estaba leyendo una gaceta que contenía algo que consumía todo su interés y al cartero no se le podía pedir más. Jon cogió un fajo de cartas que había ordenado según las calles por las que iba a pasar. La tercera o cuarta parada era el saloon. No era frecuente que se pasara por allí a esa hora, pero "estaba de servicio" y eso lo justificaba. Buscaba a la señorita Sutter.)
Estaba trabajando en el saloon, como usualmente hacía, aunque en cuento tenía tiempo libre aprovechaba para practicar con el arma que le compró a la dueña de la armería, le había cogido el gustillo a eso de disparar y ya podía mantenerse inmóvil aguantando el retroceso del arma al disparar. Pero ahora tocaba trabajar, así que ataviada con un vestido llamativo para atraer a la clientela, en tonalidades azules marino y negras aterciopeladas, con escote en donde se apreciaba su piel blanca. Sus cabellos rojizos estaban recogidos en un grácil moño con mechones ondulados sueltos a cada lado del rostro de mirada mar. Deslizó el trapo mojado por la barra limpiándola y se acercó a limpiar las repisas donde estaban los vasos de whisky.
(Hacía un par de semanas que todos habían dado por imposible el descubrir quiénes había perpetrado el crímen que había tenido en vilo a Twin Falls durante semanas. Todo parecía tranquilo ahora y cada uno había retomado su vida más o menos bien. Minerva estaba en el salón, limpiando las botellas de las estanterías. Sonreía, como siempre, pero irradiaba una extraña tranquilidad, como si de verdad se sintiese segura a pesar de que hubiese forajidos. Tal vez el hecho de sentirse a salvo de ellos ayudaba. Pero ella no sabía nada de nada, como le había dicho al sheriff en su momento. Y lo mantendría. Tom, por su parte, estaba en una mesa, al fondo, leyendo uno de los libros que le había dejado Jon).
(Jon entró en el salón despacio y echó un vistazo a su interior antes de avanzar; aquella hora era bastante agradable para él por la ausencia de los feligreses comunes.) Buenos días... tardes ya. (Saludó enérgicamente a Tom, su madre y la prima de ésta. Las cartas en su mano evidenciaban que no había venido a refrescarse la garganta, aunque no iba a rechazar una limonada si se la insinuaban por ahí.) Señorita Sutter, t-tiene correo. Sus parientes de Connetic-cut. (Dijo en un atisbo de indiscreción que enseguida lamentó, pues a lo mejor a aquella joven no le parecía correcto que lo mencionara con tanta soltura.)
Alza la mirada mar mirando al telegrafista entrar en el saloon, al ver su saludo esboza una sonrisa amable. - Buenas tardes señor Atwood. - Se fija en las cartas que lleva en la mano y amplía la sonrisa en su rostro escuchando que tiene correo. - ¡Oh qué bien! hacía tiempo que no me escribían. - No le da importancia a que el telegrafista indique de dónde procede. Desliza las palmas de las manos por el delantal que lleva y sale de la barra esperando que Jonathan_Atwood le entregue su carta, expectante por saber de su familia ya con ganas. Desvía la mirada hacia su prima Minerva_Dalton, sonriéndole también ante la noticia de saber de sus familiares.
(Tom levantó la mirada del libro apenas escuchó la voz del telegrafista. Una enorme sonrisa iluminaba su rostro. Dejó el libro abierto sobre la mesa, se levantó, arrastrando la silla en el proceso, y se apresuró a alcanzar la barra y, con ella, a Jon.) -Buenas tardes, sr Atwood. (Minerva también dejó las botellas al escuchar la puerta, devolvió el saludo y se entretuvo colocando los vasos) -¿Correo un domingo? Jonathan, por favor, debería disfrutar de sus días de descanso. (Sonrió a Marion, con un leve asentimeinto, esperando que luego le contase las noticias. Volvió a dirigirse al telegrafista) Gracias por tomarse la molestia. ¿Puedo ofrecerle un trago?
(Le acercó la carta a Marion_Sutter con una sonrisa disculpatoria; a veces no medía su entusiasmo, aunque nunca había dejado escapar información más relevante que la dirección. Sabía que la gente estaba obligada a confiar en él como telegrafista y cartero ocasonal, así que no disfrutaba tensando las situaciones.) Pues aquí tiene. (Se ladó para saludar más personalmente al pequeño Tom Dalton y se dejó tentar por su madre.) ¿Qué te parece si compartimos una l-l-limonada, uhm? P-pero solo un v-v-vaso que tengo que s-seguir con la ruta. El ay-ayuntamiento (y ahora se dirigía a su madre.) nos ha pe-pedido que estuviéramos e-e-este f-fin de semana a-abiertos y seguramente el próximo, p-para compensar los numerosos ret-trasos. (También les iban a pagar un poco más, eso lo habían dejado claro. Deslizó un momento la mirada hacia la señorita Sutter y después la volvió hacia el niño. Le preguntó qué tal llevaba la lectura y si le gustaba.)
Extiende la mano cogiendo la carta que le ofrece el telegrafista, le sonríe con la mirada. - Gracias señor Atwood. - Percibió esa mirada de disculpa a la que respondió con esa sonrisa reflejada en su mirada mar mientras se sentaba en una mesa cercana acomodándose en la silla apoyó la espalda en el respaldo y rasgó el sobre abriéndolo para sacar las hojas de su interior y comenzar a leer en silencio entretando sonreía moviendo los ojos entre las líneas y sabiendo que su familia se encontraba bien, todo eran buenas noticias así que siguió reflejando esa serenidad en su rostro con algunas pecas cayendo un mechón rojizo en los ojos se apresuró con las yemas de los dedos a quitarlo y llevarlo detrás de la oreja, estando concentrada en la lectura.
(El chiquillo asintió con entusiasmo, aunque no estaba muy claro si era por la lectura o por la limonada. Con una sonrisa condescendiente, Minerva dejó cuatro vasos en la barra, dos para ellos y otros dos para Marion y ella. Alargó la mano hacia la estantería donde tenía la jarra con limonada y llenó los vasos, uno tras otro, para volver a dejarla en su sitio, cubierta con el pañito que siempre tenía encima para evitar que le cayese polvo.) Genial. El ayuntamiento les pone a ustedes a pagar los platos rotos. En fin, suerte que tienen de dar con un hombre como usted, otro ya les habría mandado a paseo. Tom, llévale esto (le acercó uno de los vasos) a Marion. Y recoge el libro del sr. Atwood, no se vaya a estropear por dejarlo olvidado en la mesa.
Vaya, Tom. Al final apr-prendes de todo: un p-poco de telegrafisca, un poco d-de camarero, un poco d-d-de cómo llevar los n-negocios... (Bromeó Jon al ver al niño con la limonada. Siguió su camino hasta encontrarse de nuevo con la señorita Sutter y su lectura de la carta.) ¿Los pl-platos rotos? Con f-forajidos o no, esto o-ocurre casi todos los v-veranos... L-los retrasos en Correos. (Especificó. No quería tocar el tema, era como si invocara su presencia ahora que la situación del pueblo parecía calmada.) No los echa de me-menos, ¿verdad? (Apuntó Jon inclinándose hacia adelante, como si hablara en confidencia con la señora Dalton.)
Alza la mirada de las letras escritas en la carta al ver venir a Tom. - Gracias guapo. - Le ofrece un besito en la mejilla y coge el vaso que le ofrece de limonada desviando la mirada hacia Minerva_Dalton sonriendo agradecida le da un buen trago al líquido dulzón del zumo de los limones. Aunque esté leyendo está atenta a la conversación entre su prima y el telegrafista ya que le conviene ser resuelta. Emite un profundo suspiro al terminar de leer la carta evidenciando que siente nostalgia por su familia, mete las hojas escritas dentro del sobre y vuelve a dar ortro largo trago a la limonada relamiéndose los labios después. Desliza las yemas de los dedos de la mano izquierda por la frente perlada de sudor nimiamente, pero ya refrescada por la bebida ingerida.
¿A los forajidos? (Preguntó, inclinándose sobre la barra para compartir la confidencia.) En absoluto. Pero me tranquiliza saber que no han colgado a nadie que aprecie en la plaza. Aunque fuera por un absurdo error, claro. Todos sabemos que nadie de Twin Falls puede estar detrás de algo tan horrible. (Tom devolvió el beso a Marion. Se había encariñado mucho con aquella mujer, era para él como una tía, después de todo, era prima de su madre. La dejó leer tranquila, yendo a la mesa que ocupara antes para recoger el libro y volver, con él bajo el brazo, a la barra, para estrenar su vaso de limonada.)
Se levanta de la silla encaminada hacia detrás de la barra donde guarda la carta en su faltriquera, la coloca en un rincón de detrás de la barra y al pasar al lado de Tom le hace unas cosquillas en el cuello. El niño se hacía de querer pues era dulce y estaba bien educado. Se acerca a Minerva_Dalton. - Te envían saludos todos desde Connecticut, sobre todo la tía que dice que tiene ganas de ver este lugar. Uff no me imagino a la tía ataviada con su ostentosa ropa y su corte de criados por aquí danzando. - Ríe entre dientes de solo pensarlo mirando a su prima. - Comenzaría a decorarlo todo lo primero, volviendo loco a todo el mundo.
(Minerva rió meneando la cabeza) Ay, no, por Dios. No me gustaría tener que pasarme el día discutiendo sobre el color de las cortinas y los vestidos de las chicas. (Tom aprovechó para interrumpir la conversación entre ellas suavemente) -Mamá... ¿podría ir a acompañar al sr Atwood con el reparto? -Claro, cariño, si a él no le molesta. Pero si vas es para ayudarle, no para estorbar su trabajo. (Con un enérgico asentimiento, el chiquillo salió a la carrera en pos del telegrafista) Este niño... ¿Y qué más te han contado, Marion? ¿Hay algo interesante por allí?
Contempla a Tom siempre ofreciéndole sonrisas y se acerca más a su prima para explicarle lo que ha leído en la carta de sus familiares. - Todo va bien, siguen con sus vidas, aunque quieren que vuelva, el tío me echa de menos, ya sabes que está en plena campaña política y dice que atraía a votantes. - Ríe de nuevo mirando a Minerva_Dalton. - No me gustaba nada acompañarle a sus eventos, parecía un florero adornada por la tía, era tremendo. - Comenta con gran pesadumbre reflejada en la mirada azulada. Recoge mientras los vasos de la limonada servida por su prima y los pone en la pila fregándolos y secándolos con el trapo correspondiente, después coloca los vasos en su lugar.
(Tom y Jon no tardaron en regresar; eran pocas las cartas que quedaban para repartir a esa hora y apenas se encontraron con vecinos con los que tuvieran que entretenerse. El telegrafista le retó a una carrera hasta el saloon desde una distancia más o menos admisible con la que no acabarían cubiertos de sudor, luego le cedió el paso para que entrara al local tranquilo.) Hemos v-vuelto. Creo q-q-que este chico se merece otro v-v-vaso d-de limonada. Me ha ayudado mucho. (Saludó a Minerva y luego a la señorita Sutter.)
Imagino. La tía siempre ha sido aficionada a recargarlo todo con encajes y volantes. ¿No tienes una fotografía de esos eventos? (Tom y Jon volvieron en ese instante. Minerva recibió a su hijo con un beso y una mano revolviéndole el cabello.) ¿Se ha portado bien, sr Atwood? (Colocó los vasos en la barra) Marion, bonita, ¿traes tú la limonada para estos dos agotados trabajadores?
Imagino. La tía siempre ha sido aficionada a recargarlo todo con encajes y volantes. ¿No tienes una fotografía de esos eventos? (Tom y Jon volvieron en ese instante. Minerva recibió a su hijo con un beso y una mano revolviéndole el cabello.) ¿Se ha portado bien, sr Atwood? (Colocó los vasos en la barra) Marion, bonita, ¿traes tú la limonada para estos dos agotados trabajadores?
Pone los ojos en blanco mirando a Minerva_ Dalton. - No, no me he traído fotos, no quiero recordar esas florituras jaja estaba ridícula... mejor prima que no me veas con esas vestimentas. - Desvía la mirada intranquila ligeramente hacia la barra y asiente de inmediato con la cabeza a lo que le pide, rauda coge dos vasos limpios y sirve el líquido amarillo dulzón en los vasos llevándolos a Tom uno y el otro ofreciéndoselo al telegrafista. - Menuda sudada habéis pillado, aún hace calor por lo que aprecio, a ver si rebaja un poco aunque aún es pronto. - Comenta mirando a ambos con las frentes humedecidas en la acuosidad salada que segregan las glándulas sudoríparas de la piel del organismo.
L-la duda ofende, señora Dalton. Claro q-que se ha portado bien. (Responde Jonathan con una sonrisa que dirige al niño que está a su lado. Hace el amago de acariciarle el pelo, pero se reprime y con el mismo movimiento coge el vaso que la señorita Sutter le pasa.) Oh, bueno... Es q-q-que nos hemos d-dado mucha prisa. Hemos s-sido realmente rápidos, ¿v-verdad, Tom? (Le guiñó un ojo a su amiguito y le dio un merecido trago a la limonada.) Qué bien entra... ¿Todo bien p-por Conneticut, señorita Sutter?
(Tom vació el vaso casi de un trago antes de contestar) Sí. Hemos ido muy rápido. Y el sr Atwood me ha dejado entregar algunas de las cartas y todo. -No dudo de su capacidad, Jonathan, pero conozco a este pequeño diablillo. Confío en que no le haya retrasado mucho. No sabe lo que le agradezco las molestias que se toma por él.
Contempla cómo conversan su prima y el telegrafista mientras se posiciona al lado de Tom y se agacha deslizando la palma de la mano por la frente del niño quitándole la sudor de la frente. Alza la mirada mar clavándola en la del telegrafista para contestarle. - Sí, mi tío está muy liado con la campaña de política que lleva y mi tía en adormarle los eventos que tiene que ofrecer a la alta alcurnia de la ciudad. - Responde la joven mirándole con esa perpetua sonrisa amable mientras ofrece a Tom un bollito de chocolate relleno para que meriende, que había hecho esa misma mañana con una receta que le enseñó su madre.
(Desconocía que el tío de la señorita Sutter fuera político, pero lo encuentra un dato interesante, sobre todo teniendo en cuenta que la joven se encuentra ahora sirviendo bebidas en un salón y exhibiéndose en vistosos vestidos para provocar la sed en los hombres. Para Jonathan no es un trabajo que entre en conflicto con su sistemas de valores, pero no está seguro de que al "tío Sutter" le agradase saber dónde se encontraba su sobrina.) Me al-legro. Det-t-testo llevar malas noticias, así q-que siempre es agradable s-saber que las c-c-cosas van bien. ¿Le ha hablado a s-su tío de lo que p-pasó aquí?
(Minerva meneó la cabeza) Mejor que no lo haga. Se la llevarían de aquí incluso a la fuerza. ¿Y qué iba a hacer yo ahora sin Marion aquí? No, no. Tom y yo la echaríamos mucho de menos, ¿verdad, cariño? (El niño asintió, apartando un momento la mirada de Jon, para sonreír a Marion).
Desvía la mirada mar hacia la barra intranquila, aunque no lo demuestre, molesta por los comentarios del telegrafista, demasiada información quería ya saber. Sonríe aliviada al escuchar a su prima y guiña el ojo a Tom con cariño. - No, no sabe nada señor Atwood, eso es exactamente lo que ocurriría si llegan a enterarse mis tíos y no quiero irme de aquí, estoy agusto gracias a mi prima. Esboza una sonrisa sincera mirando a Minerva_Dalton, había cogido cariño a ambos familiares, el trabajo en el saloon no era agobiante y jamás la había increpado un cliente sin que su prima saliera en su defensa alegando que no estaba en el menú y que era intocable.
Es comprensible. (Afirmó volviéndose ligeramente hacia Tom, que deglutía un bollo con una pinta exquisita.) Si yo fuera el t-t-tío de alguien y sup-supiera de ciertos hechos, haría l-lo posible por proteger a esa persona, supongo qu-que aún en contra de s-su voluntad. (Sonrió a ambas mujeres y se acercó el vaso, aunque no bebió todavía.) Aunque... si t-t-tuviera que describirle los hechos a su tío o a c-cualquier persona q-que ha pa-pasado en Twin Falls, ¿cómo lo haría? (La pregunta estaba destinada a la señorita Sutter, aunque Minerva también era libre de contestar. Le interesaba ver cómo los vecinos concebían el asalto y demás. Había leído varias crónicas en diferentes periódicos y los escritores resaltaban unas u otras cosas, pero no se había parado a ver qué era lo que más impresionaba a la gente del pueblo.)
(Minerva se encogió de hombros. Ella ya sabía lo que tenía que saber sobre los forajidos. Y le gustaba Twin Falls como estaba. Era seguro para ella y para Tom. Sabía que tenía amigos que los protegerían, así que, ¿para qué cambiarlo?)
Entrecierra los ojos cielo mirando unos segundos al telegrafista, que parecía querer indagar demasiado sobre los pensamientos de la joven al ver que la observaba. - Bueno señor Atwood no soy lugareña como bien sabe así que no estoy muy enterada de los acontecimientos de Twin Falls, solo me limito a saber un poco. - Responde desviando la mirada hacia su prima viendo su gestualidad. Vuelve a mirar a Jonathan_Atwood. - Aunque si quiere mi opinión se debería poner más seguridad en el condado, sí me vi desprotegida e incluso fui a la armería y me hice con una buena arma. - Explica con tono de voz sereno, al menos para que se escuchara y se supiera que no estaba desprotegida.
(No era exactamente a eso a lo que se refería, pero lo aceptaba y no las forzó a responder la pregunta como él quería que hicieran. Los experimentos sociológicos le quedaban grandes.) Creo qu-que fue muy cauto por su p-parte, señorita Sutter, aunque las a-a-armas mal manejadas t-t-también son peligrosas. Espero que la señora Me-Meier le haya aleccionado. (No le gustaba hablar de armas delante de Tom, así que intentó desviar el tema con calma.)
Yo también intenté aprender a manejar un arma. Hasta el doctor estuvo dándome lecciones (miró de reojo a Jon). No sabía que fuera tan diestro en esas lides. Deberían haberlo visto tras la iglesia. Menos mal que sólo fue cuestión de tomar contacto. Estoy segura de que habría errado el tiro y habría tenido que sanarme alguna herida.
Marion_Sutter ¦ Antes de contestar al telegrafista escucha el comentario de su prima sorprendiéndose, al parecer no era la única que aprendía a defenderse. - Sí, la dueña de la armería me dio unas lecciones, ahora solo me falta paracticar y mucho, sí señor Atwood el uso de un arma no es un juego, espero no tener jamás que utilizarla. - Se estremece entera sintiendo un escalofrío que recorre su cuerpo, la misma sensación al ver todas esas armas que le enseñó la señorita Meier, pero imprescindibles para protegerse. Aunque ahora los forajidos estuvieran lejos, o eso se suponía.
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Re: Twin Falls. Septiembre
Noche 17 de septiembre. (Forajido 002 y Dominique McElligott)
(En una fracción del río que entra en la tierra, estaba acuclillada con una mano enguantada acariciaba una ramita de romero, contemplando la lobreguez de la noche, cerca de las dos cascadas que habían a la entrada del pueblo, admiraba el entorno. Ataviada con unos pantalones, botas y camisa blanca con chaleco de color marrón clarito, cinto con la canana y el revolver enfundado, y la gabardina marrón oscura desgastada ribeteada en flores de lis por hombros y espalda, llevaba un pañuelo en tonalidades rojizas oscuras en formas de lágrimas más claras, encima el sombrero a conjunto. Se incorporó y suspiró profundamente nostálgica ante el escaso movimiento que tenía sin ninguna pesquisa a la vista hasta el momento)
(Apareció cuando la hora había llegado. Justo cuando él quiso y nunca antes, como tenía que ser. Se acercó a la mujer por un costado sin prisa mientras que iba montado a lomos de su caballo. Este respondía perfectamente al paso. Lento y tranquilo. El caballo estaba herrado pero eran herraduras nuevas, que le había puesto como siempre para mayor seguridad y distraer a posibles perseguidores. Una vez que se se acercó a ella, dejando que el sonido de los cascos al final anunciase su presencia pareció inclinar levemente el ala del sombrero. Sólo había algo que anunciaba que era él, y no era otra cosa que el cigarrillo que llevaba en los labios y que encendido iluminaba su rostro de vez en cuando haciendo que se apreciasen sus facciones.) Buenas noches. Llegas muy puntual. (Aunque realmente la frase sería que había llegado pronto. Nada más llegar, detuvo el caballo cerca y levantó la mirada hacia el cielo. Era una noche clara, quizás una desventaja en esos momentos, pero que les permitiría moverse mejor, sin tener problemas a la hora de ver por donde iban)
(Esboza una sonrisa complaciente al escuchar el sonido de los cascos sobre la tierra, se gira para encararle y se encuentra con su saludo nimio al que corresponde con una leve inclinación de cabeza. Había suficiente luz que emitía la luz de la luna como para saber que era él, además de su inconfundible voz. La forajida clavó la mirada que, no se apreciaba bajo el ala del sombrero, en la del bandido) Me gusta mi trabajo. (Se acercó a su montura la cual se había ido a beber agua en la orilla del río, cogió sus riendas que ató en la rama de un árbol adyacente asegurando bien su montura y se sentó apoyando la espalda en el tronco de ese mismo árbol, recordando a su antiguo caballo el cual mató Raylan, arruga la nariz ligeramente contrariada al recordarlo)
Esto no es un trabajo. Sino un estilo de vida. (Dijo mientras que se acercaba despacio a ella todavía a lomos de su caballo, tras mirar hacia el cielo y tirar algo de las riendas para que se detuviese posó de nuevo la mirada sobre la mujer, viendo como ella se acomodaba contra el árbol. No desmontó, se quedó unos segundos largos analizándola y observándola) La hora se acerca, tenemos que ponernos en marcha antes de que se produzca el cambio de guardia. Habrá más hombres entonces. Debemos aprovechar que estarán cansados. (Realmente eran palabras que estaban de más, pero que denotaban que se había molestado en observar las rutinas. Y.. .porque la gente era demasiado bocazas y hablaba demasiado en el saloon, sobre todo para quejarse. Sí, quejarse era gratis y parecía llenar los bolsillos y estómagos de muchos)
También es un estilo de vida, pero es una ocupación usual que ejerzo a cambio de una especie de salario, así que dejemos en que son las dos cosas. (Asegura mirando acercarse al forajido sin perderse ninguno de sus movimientos sobre el lomo de su montura. Ante su reclamo se levanta como si tuviera un resorte en el culo y se encamina hacia su caballo, con agilidad apoya la punta de la bota sobre el estribo desatando las riendas a la vez y se encara a horcajadas sobre el animal para espolearlo y tirar hacia donde le había dicho el forajido que quería ir) ¿Estás seguro que será una buena idea lo que planeas hacer?
No sé si es una ocupación usual, pero sí que es un motivo de muerte prematura. Los cementerios están llenos de gente valiente que se atrevió a levantarse contra alguien o algo. Y no me gustaría que llenases una tumba. (Dijo mientras que observaba como ella se montaba sobre el caballo. Sonrió ligeramente y pareció cabecear un poco. Golpeó y espoleo a su caballo para que se pusiese en marcha y pudiesen de esa manera emprender el camino) No te preocupes, está casi todo pensado. Ya tengo el material escondido cerca. Daremos un pequeño rodeo para poder dejar los caballos en la parte oeste de la mina. (Dijo mientras que se movía. Aprovechaba esa luz que proyectaba la luna, y que dejaba que pudiesen ver el camino. Un camino que él mismo ya había recorrido en varias ocasiones. Se movía a un ritmo rápido, no abusando de su caballo pero sí llegando a mantener un buen galope. La miraba de vez en cuando para ver si le seguía, si le acompañaba. Ambos, ascendieron una pequeña ladera rocosa, que conducía hacia la montaña. Un pequeño desfiladero, angosto parecía que les iba a dar la bienvenida, un lugar utilizado por pastoreo y para el traslado de las reses) Uooooh. Nos detendremos aquí.
También puedes morir si te cae una maceta encima de la cabeza andando tranquilamente por la calle... Si mantienes bien seguras tus espaldas y tienes buena puntería, tienes mucho ganado en este estilo de vida y trabajo. (Puntualiza con hilaridad y puñetería enarcando una ceja sin dejar de mirarle con esa sonrisilla minuciosa.) Perfecto, no esperaba menos de ti. (Comienza a espolear más al animal para que alcance el ritmo que impone el forajido, al galope, ascendiendo por esa zona abrupta que llevaba a la montaña. Contempla bien la zona, ya la conocía de haber estado indagando todo el pueblo y las zonas colindantes para saber moverse si era necesario como en ese caso. Al ver ralentizar el paso de su caballo hace lo mismo tirando fuertemente de las riendas dejando una estela de polvo en el camino)
No todo depende de la puntería. Alianzas, amistades, y saber dónde te metes es realmente importante. Sabes que al final, para bien o para mal, te espera una bonita foto en un cartel de "se busca", una soga en el cuello, o un balazo por la espalda. Y eso, es así. (Dijo mientras que la miraba un instante de soslayo mientras que empezaba a descabalgar. Mantuvo agarrada la rienda del caballo para conducirlo hacia una especie de viejo árbol seco, que nacía de un lado del paso. Ató a su caballo ahí y después pareció bajar la mirada para empezar a caminar, contando mentalmente.) Uno.. dos... .... ocho.. (Y giró en otro sentido para andar otros pasos y agacharse, empezando a rebuscar algo en la tierra) Bien. Te voy a comentar lo que nos vamos a encontrar. A las 10 de la noche se produce el cambio de guardia. Estarán hasta las 6 de la mañana que se producirá el siguiente. Hay dos patrullas de 4 hombres, y en una caseta están descansando los demás. En total habrá unas 15 personas. De ellas 12 pueden ser pistoleros, saben utilizar el arma. El resto son mineros y gente de apoyo. No debemos preocuparnos de eso. Eso quiere decir que contamos con las dos patrullas de cuatro y el refresco que está descansando en la cabaña. Mientras que una patrulla está vigilando la entrada y alrededores, la otra está dentro.
Síiiiiii tienes razóoooon.... (Enfatiza las últimas sílabas de las palabras alargándolas denotando tedio ante lo que le comenta.) Sé donde quieres ir a parar y, es mi mundo, ya veremos lo que ocurre más hacia adelante pero una vez que sientes la adrenalina al disparar en un atraco, es difícil no querer volver a sentirlo, a no ser que me interese más el cambio. (El forajido le hace pensar en su vida quizás era lo que pretendía. Escucha atenta la información que le ofrece viendo que desmonta de su montura pero no hace lo mismo, no hasta que le diga que ese es el lugar en el que estarán esperando hasta la hora adecuada) Perfecto, bien pensado, no sabía que tenías esa mente tan minuciosa.
Siempre lo soy. Mantengo cerca de mí todo lo que me importa. Todo. Y soy demasiado... controlador.. respecto a eso. (Añadió mientras que sacaba una pequeña cajita del interior de la tierra, cajita que había ocultado previamente. No la abrió simplemente le quito el polvo antes de desenterrarla por completo) Bien, como te he dicho, el sentido de esto va a ser dar un fuerte golpe en el estómago al orgullo de estos casacas azules. De esos militares del ejército, y hacer que relajen un poco los humos. ¿Te imaginas una guerra abierta contra los indios? Bastante tenemos con Caster. (Alzó ligeramente una de sus cejas antes de negar un poco. Se acercó hacia el árbol y dejó la caja cerca desenfundando de su funda un cuchillo de caza que llevaba en el cinto bien asegurado. Empezó a abrir la tapa de la caja revelando en su interior algo. Era un cartucho, un cartucho de dinamita con una mecha no más larga de tres o cuatro metros) Vamos a crear una bonita distracción. Nos llevaremos uno de los túneles por delante, e imposibilitaremos que puedan seguir las labores de extracción del mineral, ralentizándolo todo. (Sonrió ligeramente antes de levantar la mirada hacia ella, entrecerró levemente sus ojos y se humedeció lentamente los labios)
Desde luego controlador eres, pero si mantienes ese estilo de vida que me gusta entonces adelante. (El forajido sabe a lo que se refiere diciendo esa frase con doble sentido. Observa lo que hace apreciando que lo tenía todo bien pensado y bien atado.) No me ha gustado nunca meterme en estos asuntos así que espero que lo que tienes pensado me beneficie en algo, ya que lo comento... ¿Qué saco yo atracando la mina? (Ladea la cabeza mirando al forajido con curiosidad aún manteniéndose subida en la montura) Espero que no haya ningún herido ante ese cartucho de dinamita, no soy una asesina y tú tampoco. Aunque vale... confío en ti. (Se arrepiente de lo que comenta añadiendo lo último pensándolo bien.)
No te preocupes por eso, ya que lo podrás mantener perfectamente, y no creo que haya problemas en eso. (Sonrió ligeramente de esa manera enigmática suya mientras que la observaba) Además, he heredado una importante suma de dinero y necesito invertirla bien. Quizás otra visión más.... femenina... me ayude a saber en qué invertir ese dinero. (Añadió de nuevo de manera calmada mientras que seguía observándola cerca de la entrada. )En la mina, hay varios respiraderos. Y ahí es donde entras tú (Dijo para después sonreír con algo de diversión) Ah, eso... te preocupa. Bueno, pues en la cabaña, está la recaudación y el jornal de los mineros. Es una suma bastante importante. Que antes de marchar nos llevaremos. Te puedes quedar con la mitad.
(Sonríe mirándole soltando una risilla bajita ofuscada ligeramente pensando.) No quiero tu dinero, soy independiente. (Asegura resuelta mirándole inquisitiva) Así que gastaré mi propio dinero. El tuyo lo puedes invertir en lo que quieras. (La forajida no se dejaría encandilar de esa manera. Memoriza sus instrucciones, al escuchar que recibiría ese dinero de los trabajadores arruga la nariz y frunce el ceño contrariada) Ah no... no pienso robar jornal ganado de forma demasiado justa... ¿Por qué quieres ese dinero de gente que lo necesita tanto?
Que no quieres mi dinero, que eres independiente. (Sus palabras le hicieron reír ligeramente antes de negar un poco) Creo que ya lo hago. Busco en cómo invertirlo bien. ¿No te parece? Y hay ciertas cosas en las que merece la pena hacerlo. (La observó directamente a los ojos para después caminar un poco hacia donde estaba tendiéndole la mano para ayudarla a descabalgar) Baja. Tenemos que dejar los caballos aquí. (Dijo mientras que le tendía la mano. Su expresión, hablaba completamente por ella, pero ante eso él simplemente pareció negar un poco) La mina está bajo la protección, jurisdicción, de la reserva federal. Esto es... que los gastos, jornal, y demás son suministrados, enviados, por la reserva federal, siendo directamente lo que produce destinado a armamento y a equipamiento militar. No hay más. Si nosotros damos un golpe en la mina, y no nos llevamos nada, levantaremos sospechas. Si nos llevamos el dinero, la explosión quedaría como una mera distracción, y dejaría que pensasen que lo importante era el jornal. Los mineros cobrarán igualmente, y tú te podrás embolsar unas monedas y tendremos algo de cobertura ante nuestro pequeño juego.
Dominique_McElligott- Esclavo
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