Por algún lado hay que empezar.

Ildaron, consciente de la situación en la que se encontraban, abogó por mantenerse tranquilo, no iba a ganar nada estando nervioso por lo desconocido, de modo que cogió aire profundamente y lo expiró, aunque hasta el aire estaba enrarecido. Miró las llamas un rato largo para distraerse, arrancaban de sus ojos reflejos color miel al ser castaños.

Bien...¿Y qué solución propones para salir de este sitio? Aun quedan muchas horas de noche, está más que claro que algo o alguien sabe que estamos aquí y no parece querer ofrecernos galletitas precisamente. Se forzó a sonreir con suavidad, afuera los pasos seguían, casi como si un centinela fantasmal los guardase en aquel lugar oscuro y subterráneo...¿una celda, quizá?

No pudo evitar reir ante las palabras del hombre, que gracioso que en una situación asi pudiera bromear, con cosas tan triviales como galletitas.- Si salimos de esta, prometo invitarte galletitas con forma no definida.-Estaban jodidos, lo que fuera que rondara la casa no los quería dejar salir.
Tenemos dos opciones,primero las cosas que estan en la casa nos quieren ayudar o somos sus mascotas hasta que quieran sangre nuevamente.-La segunda era la mas probable, pero tenian la ventaja...o ella al menos... que escuchaba las voces de los moradores,si bien llevaban rato en silencio sabía que estaban aun rondando, el aura de la muerte podía sentirla, la llamaba quisiera o no.

Pues yo creo que la mejor solución es intentar salir de aqui por ahí señaló la entrada al sótano es posible que lo que ronda este sitio sea de carne y hueso, y eso es fácil de cortar por un buen tajo de espada, ya sean apestados, muertos vivientes, bestias o lo que sea...pero si nos quedamos aquí, sólo nos queda esperar que nuestra muerte entre por esa puerta.

Dicho esto añadió más leña a la hoguera, quizá pudieran formar un equipo de combate y escapar, al menos ¿Qué perdían por intentarlo?. Estaba claro que no era de las mejores ideas...pero si se quedaban abajo, sólo serían corderos esperando en el matadero.

Yo ya me he enfrentado a apestados y a algún que otro muerto viviente...son torpes, lentos y estúpidos, son presa fácil de un acero certero.

Uno.-dijo cono voz autoritaria.- La muerte ya está entre nosotros, desde que pusimos un pie en este lugar se activaron los sellos protectores.-Ahora entendía el por qué la casa funcionaba así, debia estar protegida por hechizos tan poderosos que se había vuelto contra sus dueños,y ahora quería el tributo de sangre.- Dos, lástima de alimañas a las que te has enfrentado si puedes hablar así de ellas, el poder que tengan depende única y exclusivamente del poder del que las conjura.- Era una pena que aun quedaran nigromantes con poderes tan basicos.- Y por último estamos jodidos, salir en busca de esas cosas es una locura,pero si quieres investigar, iremos no te dejaré solo.

Pues si no quieres salir quizá tengas tú una solución mejor, ¿no crees? Sólo criticas mis ideas y no aportas ninguna solución, Selene. Le dijo enfadado, colocándose cerca de ella.

Por muchos conjuros que haya, las puertas siguen siendo físicas y se pueden abrir, forzar o romper, ¿O es que de verdad piensas que tenemos más posibilidades de sobrevivir quedándonos aquí abajo quietecitos? Bufó mirando las llamas nuevamente. A él tampoco le hacía ninguna gracia salir, pero el instinto de la propia supervivencia le empujaba a salir de aquella angosta sala y que además, pronto se llenaría del humo del fuego.

No me jodas, claro que no deseo quedarme en este lugar, pero la puerta no solo está sellada fisicamente, tiene un conjuro protector, si tú no entiendes de magia, yo si entiendo y se de lo que hablo.La única idea que se me ocurra es salir por ahí.- Señaló el orificio creado por su casi caída, no era la mejor idea, pero por lo menos estarian en un subterraneo, protegidos por las murallas.
Sé que es una idea horrible, pero no se me ocurre nada, el conjuro de la puerta es magia negra, poderosa mucho más de lo que yo se hacer, la casa protege sus secretos, y nosotros o morimos con ella o la venecemos.-Diciendo eso, rasgó una parte de su túnica, busco algun trozo de madera en el que pudiera enrrollarla y hacer una antorcha.
¿Nos vamos?- dijo una vez que tuvo todo preparado, si deseaba salir tendría que hacerle caso cuando hablaba de magia.

Ildaron suspiró y echó mano a la espada, desenvainándola, por fin se ponían en marcha, algo dentro de él le decía que no fuese, pero no había ninguna otra posibilidad. Tomó la antorcha de la mano de la mujer y se adentró en el agujero, llevando siempre el fuego por delante, era un túnel con paredes reforzadas con basamentos de piedra, sin duda era un lugar transitado, pero ¿A dónde llevaba? Sólo podía averiguarlo si caminaba. Miró hacia atrás para ver que ella le seguía y volvió la vista al frente. En la lejanía se escuchaba el goteo continuo de algo que parecía caer en agua por el sonido agudo que producía, el ambiente era húmedo y olía a cerrado, no se avistaba nada a tres pasos por delante de ellos, la oscuridad era absoluta...algo que hizo que Ildaron se estremeciera.

Si hay algo encerrado aquí abajo, no lo veré venir...estate alerta tú también por si acaso. Dicho esto aferró la espada con más fuerza y continuó andando. Transcurridos unos pasos más, el mercenarió exhaló un suspiro de sorpresa cuando su pierna derecha pateó algo al caminar, enfocó allí la antorcha y se estremeció cuando descubrió decenas de cráneos, huesos y objetos viejos y oxidados por doquier.

Parecen guerreros...o guardias o algo así...pero ¿Por qué están todos aquí amontonados...? El camino sigue, no comprendo nada...y cada vez el aire está más enrarecido. Una corriente de viento fétido y húmedo les dio en la cara, provenía de algún lugar, pero aun no se divisaba de donde, haciendo acopio de valor, el mercenario tomó aire, aunque deseó no haberlo hecho por el apestoso hedor y continuó caminando, agarraba la antorcha y la espada con tanta fuerza que parecía que las iba a partir en dos por los nervios.

El hombre de caballero no tenía nada, no había sido capaz de ayudarla a bajar por el agujero y ahora caminaba a un par de metros por delante de ella dejandola iluminada solo con una parte de la antorcha.El ruido de agua la ponía nerviosa, pues lo más seguro era que estuvieran caminando bajo el pequeño riachuelo que pasaba por detrás de la casa
Mierda, no somos los únicos que se las han tenido que ver con la casa.-Los huesoso era lo que menos le importaba, en su vida había visto demasiados huesos como para asustarse.- No sientes un olor extraño, un poco ácido y dulce a la vez.- Si, el olor no era solo el del encierro, había algo más que no era capaz de reconocer.
Estamos jodido Ildaron, este camino al único lugar que nos llevará es directo a la muerte, no se tú, pero tengo la idea que vamos a una trampa.- No había terminado de hablar cuando un grito cortó el aire,venía desde sus espaldas, justo del lugar que habían dejado atrás.

El mercenario se giró rápidamente al escuchar aquello, descuidando su espalda, tras la cual el sendero continuaba. Enfocó hacia allí la antorcha pero no parecía haber nada aparente...o físico, avanzó hasta ponerse junto a Selene y juntos escudriñaron la retaguardia, allí estaba, un ser con aspecto femenino, sus ojos brillaban en la oscuridad, eran rasgados y de un color verdoso sucio. Vestía harapos y se tambaleaba en el sitio. Tenía los brazos al descubierto e Ildaron pudo averiguar las huellas de la peste...

Instintivamente puso a Selene tras él, apuntando con la espada al ser que se mantenía quieto, burlón, con un rostro lleno de agonía y asco. Ildaron se estremeció y tragó saliva mirándola, aquello no pintaba bien.

Joder...es un apestado muerto...pero ahí está de pie... calló cuando la mujer dio un paso hacia ellos, extendiendo hacia delante de golpe un brazo podrido y demacrado y comenzó a avanzar torpemente, con la cabeza agachada, algo que provocó que sus sucios y secos cabellos cayesen hacia delante. Ildaron se puso en guardia.

Esperaré que se acerque algo más para cortarle la cabeza dijo aparentemente tranquilo, aunque faltaba poco para que en el túnel se escuchase su corazón de latir a mil por hora.

La mujer no está del todo muerta, es una de las apestadas, pero aun no le ha llegado su hora,está siendo controlada mediante magia.- Que divertido era que el hombre quisiera protegerla, no era algo que necesitara en realidad, o solo un poco. Ahora estaba en guardia, no estaba en riesgo solo su vida, si no que su orgullo tambien.

Ildaron, no te acerques demasiado, creo que la que debe tratar con aquello soy yo.- Sin darle tiempo a que replicara cerró los ojos, una suave briza había comenzado a soplar a su alrededor, tras unos segundo abrió los ojos, estaban completamente rojos, su sonrisa ya no era amigable, si no todo lo contrario.- Necesito que te tapes los oidos Ildaron.- Su voz era la misma, era amable a pesar de la dureza con la que hablaba.Alzó la mano derecha, parecia como si empuñara un latigo invisible, no sabía si el conjuro funcionaria, pues aun no conocia el poder real de quien manejaba a la mujer, la mano la dejó caer con fuerza, y un aullido cortó el aire, al instante del cuerpo de la mujer comenzo a salir sangre, tenia una herida en el brazo.

Pero qué coño.... Fue lo único que atinó a decir el mercenario. Aquello eran demasiadas cosas juntas y demasiado extrañas para él en un sólo día, retrocedió hasta quedar apoyado en la pared del túnel. No sabía si le daba más miedo la apestada mediomuerta o su propia compañera.

No soltó la espada, sino que sin poder apartar la vista vio como selene movía el brazo, como aquellos estirados directores musicales de las cortes de los castillos, pero en vez de música, la mujer dibujaba en la apestada la canción de la sangre putrefacta. El túnel se llenó del olor dulzón de la podredumbre cuando la apestada sangró en abundancia, e Ildaron apartó la vista aguantando una arcada con una mano en la boca, era demasiado para su cuerpo, tenían que salir de allí cuanto antes o como poco enloquecería.

Esto es demasiado...joder, demasiado... Decía pálido, sosteniendo aun la espada y la antorcha.

Que divertido era manejar así el látigo de dolor, en este caso lo que hacía no solo era causarlo, si no que ademas le daba como característica el que cortara la carne( o lo que quedaba de ella) gritaba de una manera horrible, no parecia para nada humana, era mas bien gritos de rabia, como si cada corte no solo le doliera a la mujer, si no que tambien a quien la mandaba. No había nada más que hacer, solo había dos opciones, dejaba que la cosa muriera ahí y que los siguiera o que acabara con ella lo antes posible, se decidió por lo segundo, pero lo haria de una manera mas divertida.Dejó caer la mano con suavidad, y un nuevo grito desgarró el aire, del suelo tres pares de manos comenzarón a salir, eran casi esqueletos, completados con trozos de carne entre los dedos, la ropa estaba hecha jirones, y el olor que comenzaba a salir, era aun peor que el de la mujer.
!!Corre Ildaron, corre ahora!!.-El grito lleno el túnel, solo a ella le obedecerian las alimañas..solo a ella no la tocarian, le estaba cuidando la vida.

El mercenario notó como un escalofrío le recorría la espalda, se levantó y caminó torpe, avanzando por el túnel, todo aquello parecía irreal, terrorífico, extraño a él. No entendía quién era su compañera o qué hacía con aquellas invocaciones, si no era una bruja ¿Qué podía ser?.

No le salían las palabras, sólo caminaba, queriendo alejarse de todo aquello. Todo era oscuridad, humedad, huesos en el suelo y los gritos y aullidos del ser detrás, atormentado por su compañera.

Que los dioses me guarden dijo para sí He entrado por la boca del infierno.

Y el infierno parecía, pues además de todo lo que acontecía, todo era angosto y la calidez subterránea de la tierra por el calor acumulado durante el día, hacía sofocante el interior de aquel pasadizo que parecía no conducir a ninguna parte. Se detuvo y miró hacia atrás, preguntándose si debía esperar a Selene o seguir adelante.

Las alimañan estaban confundidas, la miraban entendiendo que era ella la que mandaba, pero no entendia por que debian atacar a alguien como ellos.- Atacad, no es como ustedes, los desprecia.- Era una orden, no se negarian el tormento que podrian recibir, era peor a enfrentarse a esa cosa.
Ahora debia encontrar a su compañero, esperaba que no estuviera muy lejos, no queria que le pasara algo.Sus botas golpeaban con suavidad el suelo, cada vez el túnel se hacía mas extrecho, sofocante.
Ildaron, Ildaron,¿ dónde estas? hablame, para seguir tu vos.-No lo encontraba, había recorrido un buen trozo de túnel, pero solo había ratas, y huesos.

Entonces la escuchó de hablar, le parecía una voz lejana aunque estaban ambos muy cerca. Se concentraba en sacar el pie atrancado entre unos huesos podridos, quizá pertenecientes a alguien como él en otro tiempo.

Estoy aquí, estoy aquí. Había dejado la antorcha en el suelo para usar ambas manos en la liberación de su pierna, de modo que el fuego de la antorcha proyectaba sombras terrorificas y alargadas por el suelo del túnel. Maldita sea, ¡como salga de esta, me haré sacerdote por lo menos! Decía con un retazo de su cómica ironía.

¿Ya te has librado de esa cosa? No quiero que nos siga ni nada parecido... dijo inseguro mientras los huesos que lo aprisionaban crujían cuando él tiraba. Joder, ¡puta basura! no pudo evitar decir.

Un pequeño rayo de luz distinguió a la par que sentía la voz del hombre, se estaba asustando, no deseaba perderlo de vista, le gustaba saber que no estaba sola en el maldito infierno en el que se encontraban.
Caminaba tanteando las paredes, sentia como el filo de algunas le cortaban las manos, pero era lo único que podía hacer, no le daba confianza caminar por el medio del túnel, pues parecia que las ratas se acumulaban en ese sector.
Por fin dí contigo, me tenias preocupada ¿estas bien?-Se había acercado a él, no se había percatado de los huesos que estaban en el suelo
Espero no haberte asustado mucho.

Estoy bien, aunque digamos que no es lo que suelo ver en mi vida en el día a día... Decía liberando por fin el pie de los huesos. La miró entonces, adivinándola entre la luz mortecina de la antorcha, que ya estaba consumida a la mitad.

Más nos vale darnos prisa Selene...o la oscuridad nos convertirá en esto. Dió una patada a una calavera que se rompió con un saliente rocoso, produciendo un ruido tenebroso y hueco. Siguió caminando, sorprendiéndose cuando su mano izquierda aferró la derecha de la muchacha, para tirar de ella y que no se perdiese, la espada le golpeaba el muslo enfundada en su vaina de cuero.

Se huele la lluvia...tenemos que estar cerca de una salida, no ha de quedar mucho, al menos esperemos salir en algún lugar más apacible, por lo menos no es bajo tierra.

Dicho esto observó que el túnel se ensanchaba, entraba lluvia por algunos agujeros irregulares del techo de tierra, estaban en alguna especie de sala subterránea desierta, delante de ellos el túnel continuaba. No voy a detenerme a ver qué es este ensanche de aquí...

Tengo miedo.-El hombre le había dado la mano cuando ella se había quedado atrás, no le gustaba el ruido de la lluvia, sus sentidos le decian que estaban en el camino equivocado, que esa salida era demasiado fácil, la más obvia.La apretó con fuerza mientras apuraba el paso para no separase demasiado de él..-No..no creo que sea buena idea ir por ahí Ildaron, me da miedo.-Que cobarde se sentía, ella teniendo miedo, era inadmisible, pero lo sentía, su interior le gritaba que tomara el camino que habian dejado atras, que corriera con toda sus fuerzas para escapar de aquello que los buscaba.
No puedo, no puedo seguir.-Se había detenido, la lluvia le mojaba el rostro, estaban a tan solo unos metros de la posible salida, estaba oscuro, el viento se colaba por sus ropas, y temblaba, por primera vez en su vida el miedo la estaba haciendo perder el control.

El mercenario la miró y le indicó que le siguiera, al ver que no reaccionaba puso ambas manos en sus hombros. Escúchame, un guerrero nunca sabe si va a sobrevivir a una batalla o incluso yendo a acompañar a su esposa al mercado. En cualquier momento una saeta, una daga, o una espada pueden poner fin a su vida, pero es su deber ir a esos acontecimientos a luchar por lo que cree...Si nosotros nos dejamos guiar por nuestro miedo niña, no saldremos nunca de aquí y si lo que nos espera es la muerte... titubeó un instante ...Pues para eso he traido mi espada, Selene y tú tienes tus magias, también.

Dicho esto volvió a tomarla de la mano y continuó caminando, poco le importaba que le siguiera o no, al fin y al cabo apenas la conocía de nada, pero su sentido común quería protegerlo a él y a su compañera de viaje, sería horrible quedarse solo en aquel lugar. Llegaron al final de la sala y efectivamente...quizá no la muerte, pero algo que podría dársela los esperaba. La luz de la luna filtrada por los agujetos del techo mostró ante ellos a un pequeño grupito de cuatro niños...vestidos con harapos y mirándolos inmóviles, fijamente...los apestados volvían a su encuentro.

Joder...los dioses nos han abandonado, hasta los niños se levantan de sus tumbas... Tragó saliva y desenvainó la espada.

La peste ya había llegado al reino, no había nada que hacer, solo la magía oscura podria mantenerlos alejados, y en este tiempo magos oscuros eran lo de menos, todos estaban en otros lugares en los que aun se les respetaba y temía, el mundo había olvidado las cosas sin explicación y los resultados estaban a la vista, la peste los haría sus seguidores.
Te lo dije, te dije que teníamos que volver.-Su voz temblaba, la vición de los niños la había dejado sin palabras, no es que le diera miedo matarlos, más bien le preocupaba gastar todas sus energias combatiento a alguien que los estaba usando como ratones, como no se daba cuenta que estaban siendo el sebo para una prueba mucho más grande de lo que ellos creian o podían entender.No le quedaba mas que sacar las dagas y estar atenta, la magia no la usaria todabía debían luchar.
Estamos juntos en esto, y morimos juntos.-No es que fuera un alma caritativa, pero no deseaba morir sola, por lo menos que los dos se fueran juntos al infierno, o donde fuera.
Los niños parecian jugar, la lluvia no los mojaba, en cambio ellos estaban comenzando a empaparse, el agua no les perdonaba el haber ultrajado la morada que protegian, el viento había amainado, solo quedaba un leve recuerdo en algunos árboles, el silencio era de ultratumba, solo las respiraciones de ambos se hacían notar.

Está bien, esto se acabó. Dijo el mercenario tornándose serio y respirando profundamente para relajarse un poco, sin éxito. Aferró el mango de la espada y la desenvainó, al escuchar el sonido del metal rozando el cuero los niños se quedaron quietos mirándolo...y sonrieron, unas sonrisas diabólicas y maléficas mientras ladeaban sus pequeñas cabezas en un gesto burlón.

Ildaron notó como se estremecía entero al ver aquellos gestos y avanzó un paso, y luego otro más y otro, hasta que se descubrió en movimiento hacia los pequeños cadáveres, cogiendo la espada con ambas manos, casi como si la fuese a partir por la presión. Sin pararse a contemplar nada más lanzó un grito de batalla, agudo y con miedo aunque le sirvió para liberar sus fuerzas y asestar un fuerte mandoble en el hombro de uno de los niños muertos, partiéndolo literalmente en diagonal.

¡Lo sabía, sólo son cadáveres reanimados! Aquella visión le insufló valor y comenzó a moverse con fluidez, su cuerpo ya le respondía como solía hacer y en poco tiempo, aunque los niños restantes se abalanzaron a él, en el suelo sólo hubo trozos de carne muerta desmembrada, el mercenario tuvo que aguantar unas arcadas de asco.

Bueno...por lo menos ya podemos seguir...creo.

Cierra los ojos, yo me desago de esa carne, si lo dejas ahí en un par de horas volveran al ataque.-Con suavidad acarició la espalda del hombre, mientras miraba los trozos de carne, estaba impresionada con la facilidad con la que habia acabado con ellos, ella era malisima para usar espadas, si salian vivos le pediria clases.Alzó la mano hacia le cielo, murmuró un par de palabras y la carne comenzó a arder, solo estaba haciendo un conjuro de fuego, era el mismo con el que destruia a las alimañas, solo que este no convertia las cosas en polvo.El cielo no parecia queres aclarar, mas bien la noche estaba recien comenzando, tal vez era pasada la media noche, no lo podia saber, estaba cansada, tenia ganas de cerrar los ojos y dormir una semana completa, el esfuerzo mental era mas terrible que el fisico.-¿Te sientes mejor?

Sí, la verdad es que sí, me siento más seguro de mí mismo ahora. Asintió mientras limpiaba la hoja de la espada con un paño, tiñéndolo de negro por la sangre muerta. Volvió a coger a la mujer de la mano y siguió avanzando, si se detenían ahora no acabarían nunca.

Recorrieron un pasillo, escalones arriba, giros a izquierda y a derecha y salieron al exterior por una especie de pórtico.Afuera la noche era fría y llovía, iluminándose el suelo con tenues rayos de luna entre nube y nube. El mercenario respiró profundamente una bocanada de aire fresco y nocturno, que olía a tierra mojada y fresca, pues habían salido al exterior por la puerta de un mausoleo, estaban en un cementerio.

Lindo lugar en el que hemos caido.-El cementerio, lugar donde solía recolectar huesos,y ahora tal vez se transformara en su tumba.-Me alegra que estes con mayor confianza, lo que es yo solo quiero correr, y no aparecerme más por este lugar.-El viento ya no soplaba, la lluvia solo había dado paso a un frio que pelaba los huesos, y ellos estaban ahí, solos y con más miedo del que se atrevian a confesar.Él no le ha soltado la mano, y ella tampoco ha hecho algo para soltarse, se siente segura, o por lo menos mas acompañada.
Descansemos un momento, siento frio.-El uso de magia comenzaba a notarse, siempre le daba frio cuando usaba algún conjuro, era lo que debia dar a cambio del poder, un poco de tranquilidad la dejarian como nueva, pero si se esforzaba demasiado, solo se convertiria en una carga.

Miró a su alrededor y vio un cobertizo de madera con herramientas, sin duda sería el lugar donde el enterrador guardaba sus instrumentos...Se sirigió allí con ella, ya que estaba abierto y desierto y se sentó en un taburete que allí había, aunque hacía algo de frío la madera los resguardaba más que la intemperie.

No se ni dónde estamos, mucho menos sabré cómo salir de este lugar...si lo que hemos visto ahí abajo también está aquí arriba, es peligroso caminar por la morada de los muertos sin luz y sin el valor apropiado, pues todo parece apuntar a que las tumbas están abiertas esta noche..

Tras esto cerró la gastada puerta del cobertizo, se sentía más tranquilo de alguna manera cerrando, quizá si algún cadáver pasaba cerca no les prestaría atención...o eso creía él.

¿Vives en la ciudad? Le preguntó Ildaron refiriéndose a Camelot.