Por algún lado hay que empezar.

Se quedó frente al hombre, sin meter mucho ruido se dejó caer en el suelo de madera, se abrazó las piernas y metió la cabeza entre ellas, respiraba con suavidad, calmando sus sentidos alborotados por la emociones de la noche.
Si, vivo en el reino.-Respondió automaticamente, apenas había escuchado al hombre, solo le llegó el final de la pregunta.
¿ Qué venias a hacer en la mansion?.-Ahora que estaban un poco mas tranquilos podía preguntar, los anteriores acontecimientos no le habian permitido saber esos detalles.
Un crujido de la madera la hizo saltar, estaba con los siempre controlados nervios, en un estado de desorden increible,cualquier cosa la identificaba como peligro, y odiaba perder el contro de esa manera.

Entonces no sabía para qué...pero ahora lo se, era el hogar de algún tipo de brujo, mucho me temo que me quería para algo más que para algun tipo de encargo... quizá sería el próximo guardián cadáver de la mansión Sonrió pesaroso mientras se quitaba los guantes de cuero para dejarlos a un lado, sus manos estaban adaptadas para empuñar armas tras muchos años.

Sospecho quién anda detrás de todo este embrollo...es alguien influyente y que tiene que ver con el gremio de mercenarios, investigué, y desde entonces no sufro más que "accidentes" y "misiones en lugares alejados y extraños..." No se, últimamente me está dando muy mala espina todo esto, es como si no estuviera seguro en ningun lugar.

Tras esto miró a su alrededor, el viento hacía crujir la madera de forma tenebrosa, además el aire transportaba el hedor dulzón y asqueroso de la muerte...no estaban del todo a salvo.

Cuando todo esto acabe iremos a la ciudad, nos tomaremos unas vacaciones, ¡yo al menos! rió levemente.

No tengo nada que ver con lo de tus accidentes.-Si estaban siendo camaradas de aventuras por lo menos debía demostrarle que solo se habían encontrado en el mismo lugar por distintos motivos, ella no mataba si no había alguna razón de peso, o no mucho por lo menos, algunas veces no había dudado en divertirse acosta de otros, pero hoy no era el caso.
El rey tiene una estrecha relación con los que moraban esta casa, por una parte financian el centro de los apestados que está a las afueras del reino, ademas de otros asuntos turbios, el hijo del dueño de casa me pasaba la información.-Le había costado convencer al hijo que era una mujer de fiar, que solo buscaba el bien de su familia, ademas de otros favores menos agradables, por lo menos para ella, tener que venderse por información no era algo que le gustara, pero las cosas tenía que hacerlas costara lo qeu costara.
Buen lio tenemos te quieren matar, yo estoy en un atolladero pues han matado a los integrantes de la familia, y los apestados estan comenzando a escapar de su carcel fisica.

Me imagino que no...no obstante tengo bastante interés en que me cuentes tu historia completa junto a una jarra de vino y un fuego bien caliente. Aquel recuerdo le hizo recordar a sus amigos de taberna y como el ambiente olía con el cerdo asándose en un espetón en el fuego, inmediatamente el que resucitó fue su estómago, que lanzó rugidos furiosos a través de la piel y el cuero.

Vaya...debo llevar horas sin comer. Se quejó Ildaron mientras se frotaba la barriga con lentitud. Se quedó fijo un instante en la desvalida puerta, tan fina y endeble..y que en cambio le ofrecía esa sensación de seguridad. Mi querida compañera, cuando salgamos de esta te llevaré al dragón rojo, nunca has probado un cochinillo especiado como aquel y el vino es el más dulce de todo el reino, aunque como esto siga asi, no tardaré en lanzarme a devorar yo uno de esos monstruos. Sonrió con levedad para hacer aquello más llevadero mientras limpiaba la hoja de la espada con un paño.

Cada vez queda menos para el amanecer y saldremos de aquí.

Mi historia no es nada del otro mundo.-Fue cortante, no le gustaba hablar de su vida,no iba a comenzar a sincerarse con el hombre a estas alturas de su vida, estaba bien que fueran camaradas ahora, pero no confiaba asi como asi en la gente, quizas si salian vivos de esta confiara en el hombre, por ahora tenía su respeto, que ya era bastante.-Si salimos vivos de esta lo primero que hare será darme un buen baño, y quemar estas ropas.-Era verdad, hacía tiempo que no comían nada, no es que a ella le molestara, pero en un situación asi no era bueno estar sin comer, estaba acostumbrada a pasar días sin probar bocado, la había entrenado bien.-Cuando salgamos, te invitaré yo a comer a la taberna en la que trabajo, mejor comida no encontraras y lo mejor de todo es que nos saldrá gratis

¿Una taberna? Suelo frecuentarlas para dormir...aunque también las frecuento para algunos placeres que sólo las mujeres conceden rió bueno...frecuentaba, ya no.

Escupió a un lado para aclararse la garganta y la miró, Selene era una chica atractiva a la vista, pero no comprendió por qué pensaba eso ahora, suspiró.

Está bien...será mejor que hablemos de algo hasta que amanezca, ¿Cuántos años tienes? Si me lo dijiste no me acuerdo. Y ¿De dónde procedes? ¿De alguna aldea? Creo que dijiste que Camelot no era tu hogar...

Afuera el viento soplaba y hacía crujir los tablones del cobertizo, de vez en cuando parecía simular gemidos lastimeros...aunque parecían más humanos que nada. Un escalofrío lo estremeció y se frotó los brazos, hacía más frío que antes...como si la muerte quisiera olisquearlos de cerca sin tocarlos.

Uhmm, creo que vuestra vida privada en este momento es lo de menos.-No estaba molesta, aunque su voz dijera o diera cuenta de lo contrario, solo estaba cansada, queria salir luego de esa carcel.
No recuerdo si os dije mi edad, pero tengo 20, y vengo de Berlak, por lo menos mi padre adoptivo es un noble de ahí.-No tenia ganas de explicar mas de su vida, con eso debia bastarle, era suficiente.- Y mi trabajo en la taberna es solo por interes, es el mejor lugar para tener informacion todo los dias.
Y tú ¿a que dedicas el tiempo libre, cuando no matas por dinero?

Bueno...hago trabajos donde salen, agricultor temporal, jornalero...recoger uvas, aceitunas...guardia de algún señor... Se encogió de hombros mientras recordaba su pasado en aldeas y pueblos, aquella vida era más tranquila que la de mercenario, aunque se ganaba más dinero.

Tú sólo trabajas de nigromante y de tabernera "¿por interés?" ¿Qué quiere decir eso de por interés?

Ser nigromante no es un trabajo, más bien es puro placer, no me gano la vida con lo que aprendo, mi vida me la gano como tabernera y espada a sueldo.-Esa era la verdad, ella tenia un don y lo ejercitaba, no solo sabia hacer tricos con las manos y levantar muertos, sus entrenamientos iban mucho mas allá, aprendía sobre venenos, lucha y un sin fin de cosas.
Veo que tu vida no solo ha sido matar por dinero.-Un golpe seco la hizo levantarse, no tenía idea si había sido su imaginación, pero el ruido habia venido desde la espalda del hombre.
¿Fue idea mia o alguien golpeo?

El mercenario se puso en pie con agilidad mirando tras de si, como si esperase encontrar alguien a su espalda.Respiraba agitado, estaba harto de todo aquello y el estar encerrado en un pequeño habitáculo de madera no le tranquilizaba demasiado.
A través de las rendijas de los resecos tablones observó una figura oscura e inmóvil que aguardaba tambaleante...sin duda era uno de ellos, era algo y tan corpulento como él o más aun.

Maldita sea..este es grande, joder, esta noche se está haciendo eterna... maldijo por lo bajo mientras su espada volvía a susurrar contra el cuero al ser desenvainada, podía intentar ensartar a aquel ser entre los tablones...pero no era seguro. Trató de pensar una solución alternativa, ¿Correr con Selene fuera de aquel sitio? ¿A oscuras? Ni pensarlo, si uno de los cadáveres los había encontrado...corriendo despavoridos quizá llamasen más aun la atención.

¿Deberíamos salir a luchar? Parece que sólo es uno...si no ¿qué opción nos queda? Aferró con fuerza la espada y apretó los labios, dirigiendo una mano hacia el pomo de la puerta...tras la cual aguardaba el ser, que profería gemidos lastimeros y susurros...

No, no abras, por favor, no abras.-Las voces que en un principio le advirtieron, ahora gritaban en su cabeza..-]b]Alejate de la puerta,alejate Selene, alejate.[/b]- Dios eran un murmurllo suave, pero para alguien que llevaba demasiado tiempo sin oirlas era aterrador. Estaba en pie, dandole la espalda a la parede que parecia segura, miraba al hombre con los ojos abiertos de par en par con una mirada de terror en ellos, ya era tarde, podía sentirlo en su cuerpo y corazón, las voces habían llegado tarde.Un fuerte viento azotó la casita, y la lluvia nuevamente comenzaba a caer con fuerza, la puerta se estremeció, y ella solo pudo gritar.-Ildaron, alejate ahora.-Un estrepito sonó y luego la lluvia entró con fuerza, el viento levantó una nube de polvo...ya era tarde...la cosa había logrado entrar...

Ildaron retrocedió un paso, cegado por la inexplicable tromba de viento y lluvia que había entrado en el cubículo de madera, se cubrió con una mano que se le empapó enseguida por el agua y la cosa avanzó un paso donde ellos se encontraban. Era fétida, horrible, asquerosa, aunque agradeció que con la oscuridad no se le pudieran distinguir los rasgos del rostro.

El mercenario se intentó recomponer y haciendo acopio de su valor renovado recientemente, embistió al ser cuando vio que éste había propinado un fuerte bofetón a Selene, haciéndola estrellarse con una pared y tras verla caer en el suelo. ¡Maldito ser nauseabundo, te sacare las entrañas! maldecía el joven mientras estando sobre el ser tuvo el error de mirarlo a la cara.

Era un rostro robusto y muerto, de un color verdoso y con gusanos saliendo y entrando de sus orificios faciales, aguantó como pudo las ganas de vomitar por la visión y el mal olor y con fuerza gritó para ahuyentar el miedo y clavó la espada en pleno rostro del ser. Un chorro de sangre negra le bañó entero, un líquido viscoso y maloliente, aquello fue demasiado para el mercenario que se apartó corriendo dejando la espada clavada y tras una lápida dejó que los restos de su comida fluyeran al exterior, se sentía cansado, mareado y asqueado y por si fuera poco, no sabía si ese ser había herido a Selene al darle el golpe.

El viento y la lluvia azotaban al hechicero en el cementerio. Estaba seguro de poder encontrar las respuestas que buscaba acerca del origen de los rumores de los habitantes de las aldeas cercanas a Camelot que aseveraban que los muertos se estaban levantando de sus tumbas. Pero allí no había nada...

Algo captó su atención, una vibración muy suave, demasiado armónica para ser causada por las rachas de viento. Se volvió y pudo ver un ser, a lo lejos, en la otra punta del cementerio, era robusto, mas alto que él. Sus andares le llevaban hacia una pequeña choza en el extremo del cementerio. Se encaminó hacia él -maldiciendo el momento en el que había decidido ir a pie en lugar de cabalgar - quizás si lo retenía con algún hechizo podría rastrear a su titiritero. Esto había ido demasiado lejos, tanto como para que el consejo de la Corte le pidiera que tomara cartas en el asunto. Empezó a recordar los versos de un conjuro para encadenar no-muertos, cuando vio que el ser hacía saltar la puerta por los aires. No era un gesto al azar. Acto seguido el ser golpeo alguien que gimió en medio de la tromba de agua; para después ser atacado por una segunda persona, el acero relució en la noche y el ser quedó, dando sus últimos estertores en el suelo, con la espada clavada.

No estaba seguro de que hacer en esta situación, decidió esconderse en un pequeño mausoleo, resguardandose de la lluvia mientras analizaba la situación. Cerró la sobretúnica que llevaba, para que su túnica negra no se asomara, y recologó una fina espada élfica, que portaba al cinto, con la empuñadura ricamente trabajada en plata. Los años en Camelot le habían hecho apreciar el trabajo de una espada, frente a la fatiga de la magia para situaciones que no solían requerir mas que un fino encantamiento en las hojas de las armas. Se cubrió el rostro y espero a ver que sucedía. Desde luego no iba a jugarse su integridad en plena noche sin saber si lo que habitaba la cabaña era -quizás- mas peligroso que lo que había intentado entrar.

Solo sintió el golpe seco dado por la cosa que habia entrado, la pillo completamente desprevenida, era mucho más rápida de lo que había pensado, solo atinó a soltar un conjuro que la protegiera de la magia, olvidando que esa armadura no la protegía de ataques directos.El olor que despedía el ser era insoportable, una mezcla a muerte y algo más que no lograba identificar, magia poderosa tal vez, no lo sabía. Solo se sintió caer, el ruido de su tobillo al salir de su lugar normal fue lo que la preocupó, ahora si estaban en problemas, si ella no podía caminar sería una carga para Ildaron, además ya estaba suficiente magullada con la primera caida, ahora agregaba un par de cortes más.
Gracias a Ildaron el hombre,si esque le podía llamar así, no la siguió atacando, tenía la idea que iba por ella, no sabía bien por qué motivo, pero las voces la habían advertido, ella no interpretó el mensaje.El povo que se había levantado no le permitió ver bien que demonios sucedia, solo sintió la espada de Ildaron chocar contra algo y un olor, desagradable, luego todo volvió al silencio, solo las arcadas de su compañero de aventuras le hizo entender que la cosa estaba muerta.
La lluvia caia insesante afuera, el viento soplaba y movía a su manera la pequeña cabañita que habían encontrado.

Ildaron regresó, pálido por el cansancio, el susto y el esfuerzo. Se asomó a la pequeña cabaña y tosió por el polvo, apartando la nube con un movimiento de mano para intentar dilucidar a su compañera, ya portaba la espada de nuevo en la mano, que goteaba sangre negra, tan negra como si aquel acero hubiera herido a la misma oscuridad.

Selene...vamos, tenemos que... un nuevo ataque de tos le impidió seguir, tenía la garganta seca y le dolía todo el cuerpo, sólo faltaba que los dioses hubieran decidido hacerlo enfermar en aquel momento...sólo rogaba porque no fuera la enfermedad de la peste, había tenido ya varios contactos con sangre y fluidos de apestados, suspiró. tenemos que irnos de aquí, esto no se acaba... consiguió decir antes de toser de nuevo.

Echó la cabeza hacia atras para que el agua de lluvia le mojase al menos los labios, que se le empezaban a agrietar, y recordó que era el mismo gesto que hacían los apestados de la ciudad en un intento de salvarse.

No joder...no puedo enfermar de peste...me niego a ser uno de esos... gruñó testarudo mientras suspiraba para recuperar el aliento. Miró hacia la cabaña ¿Estás bien? Puedo ayudarte si lo necesitas.

Raistlin^ suspiró. Al menos, por la forma de moverse, los habitantes de la cabaña eran humanos; y por ahora no eran apestados.

Seguía la incógnita acerca de si debería o no acercarse. Su trabajo no incluía hacer amigos, ni tampoco su actitud normal. Hacía mucho tiempo que se había convertido en un ser un tanto solitario, demasiados amigos perdidos a lo largo de los años, demasiada...

Su vista se había perdido en el mar de lápidas... tampoco era cuestión de dejar que dos habitantes del reino acabaran sus días alli. Se cubrió bien con el embozo, ocultando su cara a la lluvia. No le preocupaba que le reconocieran, pues poca gente solía verle, y casi nadie sabía de sus responsabilidades; todos le tomaban por un anciano loco, dada la melena totalmente blanca que tenía. Físicamente apenas se acercaba a los 36 años, aunque eso, guardaba un doloroso secreto.

Se encaminó con calma hacia la cabaña, las manos metidas cada una en la manga del brazo opuesto, a la usanza de los sacerdotes, mientras permanecía alerta de cualquier ruido que pudiera ser una amenaza; pero la lluvia se había empeñado en hacer inútiles sus esfuerzos, tan solo oía el repicar de la misma en su capucha de cuero.

Antes de llegar pensó que quizás no era una buena idea, podían tomarlo por el animador de muertos; pero desde luego, tampoco podía quedarse de brazos cruzados sin saber si estaban heridos.

Llegó a la puerta de la cabaña y tras decantarse por la educación, llamó a los restos de la puerta que colgaban de la bisagra, manteniendo una distancia que le permitiera esquivar un primer ataque del portador de la espada.

- ¡Saludos, habitantes del reino! - Raistlin^ elevó el tono de su voz, para hacerse oír en la lluvia.- Espero que esteis bien, he visto lo que ha sucedido desde lejos, siento no haber podido acudir antes. Soy Raist, vivo a las afueras de Camelot.

Decidió optar por las medias verdades, en lugar de mentir. Su torre estaba emplazada no lejos del cementerio, a quizás un cuarto de jornada andando, a caballo se podía llegar en una galopada, si se sabía como. Y por otro lado, usar la abreviatura de su nombre, tampoco era mentir.

El tobillo le dolía, se había incorporado un poco en el suelo en cuanto sintió volver a Ildaron,ahora estaba sentada, con una pierna doblada, y la que estaba herida extendida, no quería parecer demasiado herida, pues se estaba arriesgando a que el hombre la dejara ahí, sola, abandonada a su merced y así como estaba no es que pudiera hacer mucho por ella misma.
El dolor hacía que se mordiera la parte interna de la mejilla, el sabor de su sangre la llenaba, era un sabor metálico y dulzón, que refrescaba en cierto modo su garganta atacada por la polvareda.
Esperó que el hombre terminara de toser,el polvo aun no decantaba, seguía alborotado por el viento, suspiró....ella también quería largarse, pero por ahora solo deseaba volver a tener su tobillo en el lugar correcto, el hombre tendría que acomodarlo, ella no tenía la fuerza para hacerlo, sentía la frente llena de un sudor frío, como si en cualquier momento fuera a perder el conocimiento, sabía que eso no sucedería, se había visto un par de veces en peores situaciones, o por lo menos había sido bien entrenada en el arte de aguantar el dolor, aunque ahora le costaba en demasía soportarlo.
Al escuchar cómo su compañero verbalizaba el miedo que sentía por todas las veces que se había visto bañado en la sangre de esas cosas, sonrió levemente, no creia que la sangre lo fuera a contaminar, más bien creia que si era mordido o atacado frontalmente pudiera infectarse, su compañero estaba a salvo, aun no lo habían herido esas cosas, ella ya estaba marcada....
Al oir una voz desconocida sus sentidos adormilados se pusieron en alerta, mucho más al oir la extraña presentación del hombre... Raist... ese nombre no lo había escuchado nunca, pero ahora ¿ Le importaba realmente conocerlo? por fin no eran los únicos en ese maldito cementerio, ahora solo había una pregunta que hacerse ¿ Era el hombre llamado Raist el causante de todo ese alboroto con los apestados? Guardó silencio, era mejor que entre hombres se entendieran,si las palabras no resolvian las cosas, las espadas si lo harian, ella por el momento estaba fuera de combate, ya daría su opinión cuando las cosas lo requirieran, a veces una vición femenina arreglaba las cosas....o las complicaba.

Ildaron se giró espada en mano hacia aquel hombre que el consideraba de lo menos oportuno en aquel momento. Lo examinó de arriba abajo, podía pasar por un anciano o un mago incluso, pero últimamente las apariencias engañaban en Camelot.

Por mi como si vives en el infierno. Dijo el mercenario mientras entornaba los ojos, le dolía la cabeza. ¿Sabes algo dee stos seres? Porque apareces en el momento menos oportuno... Decía desconfiando yendo a ayudar a Selene, se guardó la espada con habilidad mientras examinaba el tobillo de la joven, que a simple vista estaba amoratado por una hemorragia.

Estupendo...te has torcido el pie, tenemos que darnos prisa en ir a un lugar lejos del peligro, se algunas cosas de curación ya que he vivido siempre entre combates y espadas, te puedo ayudar si encontramos un lugar apropiado. Dicho esto la miró y luego miró al hombre encapuchado.

Yo soy Ildaron, espada a sueldo, y más a sueldo tenía que ser, mato seres inmundos y nadie me da nada. Gruñó sentándose junto a su compañera.

Raistlin^observó la escena, medio divertido por la reacción del guerrero; bastante comprensible por otro lado. Sonrió torvamente ante la amenaza que el guerrero le profirió. De todas formas parecía que la impresión inicial a pesar de la capucha era la adecuada, no le consideraban una amenaza; al menos por ahora.

Raist se acercó a la pareja, y tomando un palo ancho se lo ofreció a la joven para que pudiera incorporarse y caminar sin ayuda por el momento.

-Deberíamos irnos de aquí. Si teneis enemistades con el otro lado, no creo que sea adecuado quedarse en un cementerio.

RAistlin^ se asomó a la puerta, a la lluvia, mientras sentía la humedad calando de nuevo sus ropas a pesar de la sobre-túnica de cuero.

Ildaron,¿ no sería más fácil si me acomodas el hueso dislocado? Y no seas grosero.-Ahora miró al recien llegado, era una descortesia por parte de Ildaron tratarlo así, más aun si se ofrecia a uyudar o por lo menos no tenía (por ahora) la intención de ser un enemigo,lo miró fijamente, analizandolo y luego habló.-Soy Selene-Lo cortez no quita lo valiente solian decirle, asi que la presentación era algo básico para poder adquirir algo de confianza.

Raist se había acercado a ella y le extendía un bastón al ver que su compañero no daba muestras de ayudarla, con seguridad lo tomó, su pie derecho era el sano, por lo tanto se afirmó con las dos manos del bastón y se impulsó con el pie derecho que era el pie bueno, le costó una enormidad ponerse en pie, pero a duras penas lo consiguió, con el movimiento le seguia doliendo, pero no podia hacer nada, ahora solo quería salir de ahí.

Debería contarnos algo de él, Selene, yo puedo venir diciendo que soy el rey y luego ser el más pérfido de los malhechores. Tras esto caminó con ellos dos, dejando a Selene entre él y el hombre para guardarla mejor, iba atento a su alrededor, aunque no sabía bien adonde mirar, pues por todos lados había ruidos, susurros y otros sonidos que el mercenario prefería no identificar.

Si logramos salir de aquí, espero que tengamos tiempo de hablar en la taberna de la que me hablaste. Sonrió a Selene quizá con nostalgia, hasta el momento en que había llegado a la casa abandonada, las tabernas le habrían parecido los lugares más ruidosos, sordidos y apestosos de la ciudad, pero tras todo lo que habían vivido, le parecían los lugares más confortables.

Siguieron andando, torciendo entre pasillos angostos forrados de nichos en paredes, que para tranquilidad del mercenario parecían bien cerrados desde hacía mucho, quizá aquella maldición sólo afectase a los cadáveres enterrados en la tierra, ¿Podría significar aquello algo?. Se limitó a encogerse de hombros y a continuar andando, mirando siempre a Selene que tenía el rostro congestionado de dolor.

¿Necesitas parar? Parece que te duele mucho... También miró al mago las suficientes veces como para cerciorarse de que no hacía nada raro y entonces el dichoso viento volvió y les meció los cabellos, risas de niños inocentes empezaban a resonar a lo largo del pasillo de nichos donde se encontraban, se estremeció, era un viento que te congelaba el interior, como si te congelase el alma...y allí aparecieron. A ambas salidas del pasillo aparecieron dos grupos de niños con sus sudarios fúnebres...ajados y enterragados por el tiempo y la humedad, sus ojos brillaban verdosos, maléficos y de nuevo el olor de la putrefacción. Ildaron no pudo evitar pensar en que hubo unos días en que aquellos niños habrían jugado alegres y despreocupados por las calles de la ciudad y ahora no podía evitar odiar a quienquiera que hubiese despertado a los muertos de su merecido letargo.

Bueno...parece que tendremos que parar si o si ¿eh? Suspiró desenvainando la espada.

- Bueno, parece que no estamos solos- Raistlin se quedó mirando a los niños sonriendo al verlos.

Raistlin inspiró, abrió su guarda túnicas y echó mano a su espada, separó el guardamanos de la vaina un poco y apoyó el dedo de la otra mano en la hoja. Acto seguido murmuró unos arcanos versos a la par que iba desenvainando la espada y tocando con su otra mano toda la longitud de la hoja. El encantamiento fue envolviendo la hoja, haciéndola mortal ante la carne sin vida de los no-muertos que les observaban. Años dedicándose a la magia le hacían ser un poco inmune a la presencia de los niños, para él no eran mas que seres inmundos afectados por la peste; pero era horrible ver como les utilizaban.

El hechicero suspiró, mientras su mano seguía envuelta en el hechizo que había encantado la espada que ahora tenía en su otra mano. No esperó, imaginó que el guerrero entendería su papel si le veía atacar al grupo de delante; para defender a la chica atacaría al grupo de atrás.

No tenía intenciones de hablar mucho mas, sabía que no infundía mucha confianza, y no tenía tampoco intenciones de preocuparse de eso; le interesaba más no tener muchos problemas.

Los chicos le miraron al acercarse, sus caras empezaban a reflejar la ira de la persona que los controlaba. Esos no eran apestados,... eran simplemente muertos animados. No entendía porque alguien se dedicaría a usar sus poderes de la nigromancia para eso, una cosa era lo que hubiera provocado la peste que asolaba el reino... fruto de algún oscuro designio, probablemente movido por el poder. Pero estos no-muertos...

Despejó sus ideas, para centrarse en la escaramuza que se avecinaba mientras levantaba la la hoja para que el primer tajo fuera descendente.

Claro que le dolía,tenía en tobillo en un lugar incorrecto, ninguno de los llamados hombres había sido capaz de tomar el pie y ponerlo en su lugar, ahora caminaba con lentitud, sufriendo con cada paso, pues el baston aliviaba su peso,pero no lo suficiente.Deseaba ir aun más lento, pero se transformaría en un estorbo, asi que caminaba en silencio, aguantando el dolor.

¿Salvada por los niños?- Dijo con ironia el ver esas caritas que en algún momento fueron angelicales, ahora eran solo cuerpos, disfrazados, no es que le molestaran, más bien le daba un poco de lástima que usaran a niños, ellos aun no tenían el poder de elegir su vida, los adultos si.

Demonios.-Estaba siendo un estorbo, los dos hombres habian sacado las espadas,y Raist estaba usando cánticos arcanos para dotar su espada de más poder, lo peor era que ella no llevaba nada, solo las dagas en sus brazos, que dado el caso no servirian para mucho, pues sin movilidad en uno de sus pies, era inútil, solo tenía la magia, la nigromancia, pero tambien había un problema, esos niños estaban siendo manejados por otro nigromante, y eso era algo, que ella por lo menos, no podía controlar.

Estoy jodida, seré un estorbo para ustedes.-Susurró, no es que se fuera a dejar vencer, tenía trucos bajo la manga aun, pero odiaba tener el pie herido, asi que optaría por lo fácil, esperar que ellos la cuidaran.

El viento sopló con más fuerza aun, a lo lejos un aullido se escuchó el ulular de algunos búhos le daban al cementerio un aspecto solariego, demasiado misterioso y caótico.....caótico sobre todo.

Apretando el pomo de la espada con fuerza el mercenario avanzó un par de pasos poniendose en el centro del pasillo, él no tenía hechizos en la espada ni magias que lanzar, pero también sabía pelear lo suficiente como para quitarse a aquellos cadáveres de encima. Miró a Selene un instante para ver si estaba bien, estaba oscuro y no se sabía lo que podía rondar aquel lugar, y al girar no vio que uno de los niños había saltado de forma sobrehumana.

¡Ah! ¡Joder puto crío! maldijo quitándoselo de encima con un golpe con el brazo. El niño impactó contra una tumba y su cráneo crujió, al fin y al cabo su cuerpo en descomposición no era resistente. El mercenario se puso en pie y cortó la cabeza verdosa del chico con fuerza, volviendose hacia los demas que iban hacia él, repartió mandobles pero uno de ellos, corriendo con sorprendente agilidad, que sin duda no era suya propia, pasó a su lado y se abalanzó a Selene con la boca abierta, como si estuviera hambriento y la quisiera comer...o quizá lo estaba.

¡Cuidado Selene! dijo Ildaron sin poder mirar atrás. Los niños le atacaban y no podía descuidarse para que no lo hirieran, tampoco miró al mago, que no hablaba ni decía nada.
Un sonido ronco como si de un dragón se tratase retumbó en el pasillo y los niños como respondiendo a una llamada se quedaron quietos, inmóviles, momento que aprovechó Ildaron para quitarle de encima a Selene al que quedaba y matarlo. Un par de ellos que quedaban con Raist huyeron rápidamente en dirección contraria a ellos y un apestoso hedor los inundó.

¿Joder más...? Maldita sea, ¿matas a uno y vienen diez? No se que está pasando aquí, pero esto parece surgido del mismo infierno... dijo en un susurro que acalló cuando ante ellos apareció una mole de carne muerta y putrefacta, eran trozos de diversos cuerpos, ensamblados con hilos gruesos para formar un dantesco cuerpo gigante, el ser medía al menos tres metros de alto y dos de ancho, era la cosa más grande y más horrible que el mercenario había visto en su vida...retrocedió dos pasos, atemorizado.

Me había estado lanzando tajos a los niños, no pudo preocuparse del único que se le escapó del grupo, como el guerrero estaba cerca de la chica; esperó que el lo viera. El no estaba hecho para el combate cuerpo a cuerpo, pero podía defenderse.

Los niños iban aullando y descomponiéndose al tacto de la espada encantada, mientras observaba los pequeños rastros mágicos que dejaban... casi imperceptibles; eso no le gustaba.

Cuando parecía que todo estaba acabando, el último niño salió corriendo, se volvió y observo al guerrero acabar con un criajo que se había acercado a la muchacha. La habilidad del guerrero parecía ir en aumento. Probablemente el hecho de verle atacando a los niños en lugar de ayudarles a matarlos también habría aumentado un poco la confianza del hombre en él.

De repente un hedor nausabundo le inundó las fosas nasales.

-Me parece que tenemos compañía - dijo en voz alta, mientras envainaba la espada y miraba hacía el oscuro pasillo entre las tumbas, donde de repente empezó a recortarse una enorme figura, igual de alta que los nichos del pasillo. Su altura era la de casi 2 hombres juntos. - Esta vez me toca a mi...

Envainó la espada, sin saber como se tomaría el gesto el guerrero, y retrocediendo tomó el cayado que había dejado apoyado en la pared. Miró al ser, que avanzaba lentamente y sonrió mientras se echaba atrás la capucha y su melena blanca quedaba a la vista.

- Ele ele namu soor, nai nai- su voz empezó a tomar fuerza, para acabar gritando - ¡gan su ro!

De repente un fulgor recorrió al hechicero y una gran luz salió de sus manos en dirección a la cosa, que solo llegó a gritar hendiendo el silencio durante un breve momento, para quedar reducida a cenizas y trozos del ser repartidos por los nichos. Desde luego no era un espectáculo digno de verse.

- Creo que tenemos problemas, y no tengo intenciones de quedarme a ver quien los causa, cojamosla -dijo mirando a Selene- y corramos, la puerta del cementerio esta ahi al fondo.