Sangre de invierno.

Skadi deslizó un dedo, recorriendo las líneas del tatuaje hasta acabar escribiendo su nombre completo.

- ¿Por qué te lo hiciste ahí? Sobre el corazón, ¿tiene algo de especial?

Miró un momento hacia el lugar donde Miika había abierto el cadáver, ya no estaba allí. El joven lampiño se había preocupado de enterrarlo. De los ancestros de la joven solo quedaban las cenizas esparcidas por la nieve.

"Claro, es especial porque es donde te llevo" Pensó Ildaron, aunque de sus labios solo salió un suspiro.

Tengo el pecho duro, es donde menos me iba a doler, quizá también tenga algún significado especial pero...nunca lo sabrás dijo riéndose divertido mientras se ponía en pie con ella.

Lo mejor será que vaya al barrio mercenario, creo que es hora de comenzar a arreglar esto dijo con su seriedad característica.

- De acuerdo, yo iré a hacer mis cosas por ahí. Mis chanchullos...

Contestó ella, atándole el peto de cuero despacio, muy cerca de él. Notar su respiración mover los cabellos que tenía sobre el rostro la traía recuerdos, su aliento siempre había olido a menta y nieve, aunque bebiera y se pasara el día de burdeles.

Pasadas unas horas desde el encuentro, Ildaron se encontraba hablando con Rolf, un antiguo amigo suyo de oficio en el barrio mercenario, aunque por muy amigo suyo que fuera podía ser tan sospechoso como cualquier otro, al fin y al cabo, era un mercenario como él.

Malditas ratas, seguro que han sido las ratas ¿No, viejo amigo? decía Ildaron mientras bebía una jarra de cerveza sentado con el corpulento y ya encanecido mercenario, cuyo olor podía pasar perfectamente por el de un apestado más.

Hay veces que las espadas se visten de ratas, Ildaron, y sus esgrimidores se visten de peste decía el viejo mientras miraba a unas muchachas mercenarias, aquello pilló a Ildaron desprevenido. ¿Qué dices? No te he entendido decía Ildaron, ¿Sería verdad lo que Miika decía entonces?

Lo que me extraña es que no sepas nada... el mercenario examinó a Ildaron de arriba abajo pero confiaré en ti por la amistad que tenemos...aunque la camaradería entre mercenarios es tan ficticia como esta enfermedad

¿Ficticia? ¿Cómo va a ser ficticia? Yo he visto morir a la gente apestada en las calles, insistía Ildaron, sin saber por dónde iba Rolf. ¿Y quién dice lo contrario? La gente muere, pero ¿Por una enfermedad? el viejo se echó a reir mientras daba un trago de cerveza, Si quieres informarte, ve a hablar con el Viejo Jefe, él lo sabe todo, aunque hace tiempo que no te ve, como yo quizá no confíe demasiado en tí, Ildaron. Tras esto el viejo se levantó con una queja de la espalda y marchó hacia las mercenarias, mientras Ildaron se quedaba confuso. "Se ha gestado todo delante de mis narices y no me he dado ni cuenta..." dijo antes de apurar su cerveza.